Si
la gestión del alcalde de Granada es tan opaca en los próximos cuatro años como
las negociaciones que han llevado a su designación, más le valdría terminar su
mandato (¿de quién?) antes de que alguien más salga perjudicado, además de los
ciudadanos que no le votaron. Onofre Miralles no soporta a Sebastián Pérez;
Sebastián Pérez no soporta a Luis Salvador; a Luis Salvador no lo soporta la
mayoría de los votantes, que prefiere a Paco Cuenca; Antonio Cambril ve a medio
alcalde, si es que alguna vez hemos tenido uno entero… La política de esta
ciudad ha pasado de ser bochornosa a manifiestamente lesiva para el interés
público. Y si tuviéramos una ley electoral menos permisiva, podríamos estar
hablando de un delito de prevaricación, que castiga las resoluciones
arbitrarias e injustas. ¿Qué interés público hay en las negociaciones entre los
partidos que han perdido las elecciones? ¿Qué intereses de los granadinos
representan los negociadores de estos partidos en Sevilla o en Madrid? Ni los
propios candidatos locales lo saben, pues aquí se habla un dialecto que no se
entiende fuera del reino nazarí, y sólo había que fijarse en las caras de póker
que tenían los concejales electos en el pleno del Ayuntamiento. ¿Nos han ganado
de farol?, se preguntaban. En el PP, de hecho, todavía no se han repuesto de la
jugada, y va a resultar interesante (es un decir) cómo se fragua y luego
evoluciona el nuevo equipo de gobierno. Teniendo en cuenta los eslóganes de la
campaña del PP y Cs, la “Gran Granada”, y la “Granada elegida”, quizá la ciudad
termine convirtiéndose en un holograma, tipo Matrix, con Morfeo y Trinity
buscando a un elegido, especie de Neoalcalde en extinción. La cosa tendría su
gracia si no fuera lamentable. Porque, ¿qué podemos esperar de unos ediles que
sólo hacen lo que les mandan sus jefes de partido, independientemente de lo que
sea bueno para Granada y los ciudadanos que representan? ¿Qué podemos hacer?
Pues dejar que gobierne el candidato más insustancial y el partido más veleta
que ha existido nunca en la historia de España, donde la misma falta de madurez
política de Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quizá nos lleve a
otras elecciones generales. Pero no creo siquiera que vivamos en España ni en
Granada, sino en un extraño planeta cada vez más desértico y gobernado, como en
la serie V, por reptiles disfrazados. Sí, han resultado ser camaleones. Y tal
vez necesitemos verdaderamente acudir a estudios morfopsicológicos para convencernos
de que son seres humanos.
IDEAL (La Cerradura), 23/06/2019
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