domingo, 23 de junio de 2019

Camaleones


Si la gestión del alcalde de Granada es tan opaca en los próximos cuatro años como las negociaciones que han llevado a su designación, más le valdría terminar su mandato (¿de quién?) antes de que alguien más salga perjudicado, además de los ciudadanos que no le votaron. Onofre Miralles no soporta a Sebastián Pérez; Sebastián Pérez no soporta a Luis Salvador; a Luis Salvador no lo soporta la mayoría de los votantes, que prefiere a Paco Cuenca; Antonio Cambril ve a medio alcalde, si es que alguna vez hemos tenido uno entero… La política de esta ciudad ha pasado de ser bochornosa a manifiestamente lesiva para el interés público. Y si tuviéramos una ley electoral menos permisiva, podríamos estar hablando de un delito de prevaricación, que castiga las resoluciones arbitrarias e injustas. ¿Qué interés público hay en las negociaciones entre los partidos que han perdido las elecciones? ¿Qué intereses de los granadinos representan los negociadores de estos partidos en Sevilla o en Madrid? Ni los propios candidatos locales lo saben, pues aquí se habla un dialecto que no se entiende fuera del reino nazarí, y sólo había que fijarse en las caras de póker que tenían los concejales electos en el pleno del Ayuntamiento. ¿Nos han ganado de farol?, se preguntaban. En el PP, de hecho, todavía no se han repuesto de la jugada, y va a resultar interesante (es un decir) cómo se fragua y luego evoluciona el nuevo equipo de gobierno. Teniendo en cuenta los eslóganes de la campaña del PP y Cs, la “Gran Granada”, y la “Granada elegida”, quizá la ciudad termine convirtiéndose en un holograma, tipo Matrix, con Morfeo y Trinity buscando a un elegido, especie de Neoalcalde en extinción. La cosa tendría su gracia si no fuera lamentable. Porque, ¿qué podemos esperar de unos ediles que sólo hacen lo que les mandan sus jefes de partido, independientemente de lo que sea bueno para Granada y los ciudadanos que representan? ¿Qué podemos hacer? Pues dejar que gobierne el candidato más insustancial y el partido más veleta que ha existido nunca en la historia de España, donde la misma falta de madurez política de Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quizá nos lleve a otras elecciones generales. Pero no creo siquiera que vivamos en España ni en Granada, sino en un extraño planeta cada vez más desértico y gobernado, como en la serie V, por reptiles disfrazados. Sí, han resultado ser camaleones. Y tal vez necesitemos verdaderamente acudir a estudios morfopsicológicos para convencernos de que son seres humanos.
IDEAL (La Cerradura), 23/06/2019

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