lunes, 7 de octubre de 2024

Transparentes

En un país donde los gobiernos suelen ponerse la ley por montera e incumplir las normas de transparencia, resulta preocupante el empeño en recortar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Es lo que implica la aplicación desde el mes de diciembre del Real Decreto 933/2021, de 26 de octubre (ya estaba en vigor), como denunciaban Ignacio Cembrero en “El Confidencial” o Daniel Gascón en “El País”. Pues supone que quien se aloje en un hotel, contrate un viaje en una agencia o alquile un coche tendrá que facilitar prácticamente todos sus datos personales (incluyendo el número de tarjeta de crédito, el número de la cuenta del banco, el teléfono y el correo electrónico) que serán transmitidos por las empresas a la Secretaría de Estado de Seguridad. Si uno acude a la exposición de motivos de esta norma, se encuentra con que se ampara en los derechos fundamentales a la vida y a la libertad y a la seguridad personal de la Constitución española, pero nada dice del derecho a la intimidad personal y familiar. Un reglamento que desarrolla la Ley Orgánica de Libertad Ciudadana, que no exige que se faciliten todos los datos personales y económicos de los ciudadanos, sino los datos necesarios para velar por su seguridad, que hasta ahora eran el DNI, para verificar la identidad del viajero, y la tarjeta de crédito para asegurar el pago, como ocurre en el resto de los países europeos. Porque, ¿quién nos asegura que esos datos en poder de las empresas y el Gobierno no serán utilizados con fines ilícitos o hackeados y vendidos al mejor postor? ¿Y por qué una medida de este calibre no se ha tramitado por ley y discutido en el Congreso de los Diputados? El abuso de los decretos-leyes y de los decretos a secas para regular materias tan sensibles es propio de regímenes dictatoriales, no democráticos. ¿Somos en España tan sumisos porque venimos de una dictadura, aunque presumamos de Transición democrática? “Fury over 'Big Brother' law that will force Brits to hand over sensitive information whenever they visit Spain from October”, titulaba el “Daily Mail”, de Londres. “Les touristes seront tous fichés et suivis en Espagne”, destacaba “Tagtik”, de Bruselas. “Spaniens Ziel ist der gläserne Gast” (en España el turista es transparente), señalaba el “Stuttgarter Zeitung”, de Stuttgart. En política, somos aficionados a los debates estériles, pero no discutimos sobre lo que realmente importa. Esta es una buena medida para acabar con el turismo. Desconocemos los datos personales de nuestros políticos, pero resultan transparentes.

IDEAL (La Cerradura), 6/10/2024

lunes, 30 de septiembre de 2024

Monopoly

Lo de la estación de tren en Granada es como una partida de Monopoly –la más larga que he visto- en la que el Ministerio de Transportes, el Ayuntamiento de Granada y los vecinos de los barrios de los Pajaritos, Rosaleda, la Chana y Bobadilla se ven forzados a reinventar una y otra vez el futuro de la ciudad. Lo curioso es que ese futuro va cambiando desde hace veinticinco años, como si cada curso asistiéramos a una nueva temporada de “Stranger things”. Vino Óscar Puente a desayunar con el periódico IDEAL bajo el brazo y revolucionó al personal, que ya ve pisos, un centro cultural y un parking en el suelo del ferrocarril. “Veo muertos”, decía el niño de la película “El sexto sentido”, que es lo que tienen algunos ministros, que ven lo que nadie ve. ¿Cuántos turnos pierde uno si cae en la casilla de Renfe? Lo que más me gusta es el “ánimo constructivo” con el que acudimos a las reuniones en el Ministerio de Transportes, que ha resultado ser el Ministerio de la Magia de Harry Potter. ¿Será otra de las virtudes de Óscar Puente? La gente andaba preocupada con figurar en su lista negra y lo que tenía era una libreta con proyectos para integrar el tren en Granada. Hasta la alcaldesa Marifrán Carazo se ha puesto contenta. “Es un proyecto para la ciudad y tiene que ser beneficioso para sus ciudadanos. Quiero agradecer la flexibilidad del ministro y su equipo”, ha dicho, y por un momento hemos soñado vivir en un país donde lo normal es la colaboración institucional. El caso es que el Monopoly tiene unas reglas que los jugadores terminan adaptando según les interesa. Normalmente, el que lleva la voz cantante es el que maneja la banca, que vende también las casas y los hoteles para cobrar peajes y que suele hacer trampas. ¡Qué casualidad que siempre tenga los billetes de 500 euros! La compañía dueña de la marca hace ediciones especiales del juego, y quizá podríamos aprovechar la inercia inversora para proponer un “Monopoly Granada City”, donde podría comprarse desde la estación de trenes hasta la Alhambra. De hecho, ya hay una edición del juego dedicada a Granada, aunque sin duda se ha quedado obsoleta. ¿Veremos culminado el proyecto realmente en 2031? Es la pregunta que se hacen melancólicamente algunos de nuestros abuelos, la misma que se hacían cuando todavía no tenían nietos. Pero no desesperemos. Quizá esta vez construyamos algo de verdad. Cojamos una carta de la suerte.

IDEAL (La Cerradura), 29/09/2024

lunes, 23 de septiembre de 2024

Fantasmas

A veces metemos la mano en un bolsillo y, como en una película de terror, aparece una mascarilla, ese fantasma que tienes guardado con la ropa de otoño que ya se acerca. Debíamos tener siempre una disponible para salir a la calle y, aunque no se debían meter en los bolsillos, las teníamos en todos los bolsillos, de la ropa y de las mochilas, en las carteras y en los cajones de la mesilla de noche o en el despacho, en la guantera del coche, siempre a mano. Hay quienes no han dejado de ponérsela, y cuando nos los encontramos en el autobús o en el trabajo nos recuerdan nuestra debilidad. Sin embargo, en la política, cuando uno mete la mano en un cajón lo que se encuentra es una máscara, que es distinta según el contexto y el público, los colaboradores y los medios de comunicación. Y los cajones también guardan fantasmas, de la guerra civil, la dictadura y la transición, sobre las que se siguen escribiendo versiones edulcoradas que parecen novelas más que ensayos, pues no se basan en los hechos legales o históricos, que no engañan a nadie, sino en la opinión. En España, la política está realmente enfangada porque los discursos se centran en la grandilocuencia de las ideologías y no en los detalles concretos. Se sigue hablando de buenos y malos, de derechas e izquierdas, pero todavía hay miles de cadáveres enterrados en las cunetas. Esos muertos de los que se suele decir “¿otra vez la guerra civil?”, “¿ya estamos con Franco?” Pero lo suelen decir quienes no tienen fantasmas en la familia y pueden acudir a un cementerio a honrar la memoria de sus padres y abuelos. El silencio equivale a aquiescencia, a afirmar “aquello estuvo bien”, y por eso en España se desprecia la verdad, que resulta molesta, hiriente, pesada como esa memoria que nos resistimos a analizar, porque hacerlo puede llevarnos a descubrir otros fantasmas que tienen nuestra cara, la que tapábamos con mascarillas. Ése era un pequeño consuelo para mucha gente en época de pandemia. Poder ponerse una mascarilla y no tener que ponerse la máscara, guardar las distancias, no tocarse, evitar contaminar al otro con nuestro aliento o nuestra saliva. Pero los miedos siguen ahí, como los fantasmas, y basta oír un estornudo en un espacio cerrado para sentir un escalofrío. Será porque están bajando las temperaturas. Lo mismo pasa cuando oímos a algunos políticos. Ya se sabe que los fantasmas son los signos exteriores, visibles e invisibles de los miedos interiores.

IDEAL (La Cerradura), 22/09/2024

lunes, 16 de septiembre de 2024

Migración

Las migraciones tienen sus propios caminos, a pesar de las decisiones de los Estados y las llamadas al miedo de algunos políticos y partidos. Al final se trata de convivencia, y si uno pasea por la calle Elvira verá cómo entre otros habitantes viven árabes y gitanos en un maridaje que puede resultar extraño al turista, pero que es la esencia de la vecindad en el casco antiguo de Granada desde hace décadas. A quien ha tenido que emigrar para buscarse la vida le resulta natural acoger al extranjero, ya que él tenía la misma condición en otros lugares desde donde añoraba la casa de la infancia. Y han sido muchos los andaluces que han tenido que viajar a Madrid o Cataluña para buscar trabajo, o cruzar la frontera a Francia o Alemania. Lo saben también los 1.500 vecinos de Mora de Rubielos, en la provincia de Teruel, parte de lo que se conoce como la España vacía, término que acuñó en su famoso ensayo Sergio del Molino y que alude al proceso migratorio del campo a la ciudad que se produjo en este país fundamentalmente entre 1950 y 1970 y que aún no se ha agotado en nuestros días. Allí han llegado 110 refugiados procedentes de Canarias, que representarían casi el 10% del censo del pueblo. Y los han acogido con normalidad, porque también es una tierra de emigrantes. Un proceso que ha afectado prácticamente a todo el territorio español, que ha sido eminentemente rural hasta bien entrado el siglo XX. Así que, sin rasgarnos las vestiduras, tal vez una inmigración ordenada y en la que participen todas las administraciones territoriales sea una oportunidad para repoblar esas zonas de España, reconstruir las casas que se caen a pedazos y trabajar la tierra que nadie quiere. Las comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos han creado incentivos para paliar la despoblación de muchas aldeas abandonadas, pero quizá podrían beneficiarse de ellos estas personas que todavía no tienen patria. ¿Dónde está la solidaridad por la que claman las comunidades autónomas? ¿No son argumentos racistas los que se utilizan para no ayudar al Gobierno de Canarias? No sabemos con quién vivimos en realidad. Volviendo a la calle Elvira, esta semana se ha encontrado el cadáver de un hombre en un local de una mujer con síndrome de Diógenes. Entre la basura que había acumulado durante años estaba el cuerpo de su hermano, muerto al parecer por causas naturales, según informaba Carlos Morán en IDEAL. La pobreza y la soledad no saben de razas.

IDEAL (La Cerradura), 15/09/2024 

lunes, 9 de septiembre de 2024

Cuentas

Mientras el Ministerio de Hacienda echa cuentas para ver cómo se cumple el pacto con ERC para la financiación singular de Cataluña y contentar al mismo tiempo al resto de Comunidades Autónomas, la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) retrasa las devoluciones y mira con lupa las declaraciones del IRPF de los ciudadanos, pues hay que rascar cada euro y ya se sabe que el grueso de los tributos del Estado lo soportan las clases medias. Si el principio de capacidad económica se aplicase efectivamente, otro gallo nos cantaría. Quizá se trate de un fallo de perspectiva, pues la mirada está puesta en las instituciones y los territorios, pero no en los ciudadanos, que son los que deben contribuir más o menos en función de su renta. Así ocurre en teoría, pero las grandes fortunas se esconden en sociedades anónimas que residen donde más les conviene, y en un mundo ya regido por la inteligencia artificial cuesta creer que no existan herramientas para que tributen efectivamente. Las normas internacionales y nacionales son demasiado permisivas, y siempre es más fácil para la administración observar con lupa la contabilidad de pymes y autónomos que evitar el blanqueo de capitales. ¿Quiénes tributan, las comunidades autónomas o los ciudadanos? Tributan los ciudadanos, y si hay comunidades más ricas es porque allí residen personas con mayor nivel de renta. Si pensásemos en las personas y no en los territorios, probablemente no se discutiría tanto la redistribución de la riqueza de acuerdo con el principio de solidaridad. A eso se refiere la Constitución española cuando exige un sistema tributario justo. Y el tan cacareado principio de ordinalidad es exactamente lo contrario, pues supone que a mayor renta per cápita de un territorio reciba asimismo mayor financiación. Si en vez de territorios, hablamos de personas, su aplicación significaría que cuanto mayor sea su renta mayores deberían ser también los recursos que reciban de las administraciones públicas. Algo que quizá tendría sentido en un país donde los servicios públicos estén privatizados, pero no en un Estado social y democrático de Derecho. Y es falso el debate sobre lo que aportan las comunidades autónomas más ricas, porque no aportan nada, en el sistema los recursos tributarios se les atribuyen según su renta y consumo. Quienes aportan son los ciudadanos. Los mismos a quienes investiga la AEAT mientras en los despachos ministeriales se hacen las cuentas de la vieja. En la financiación autonómica debe primar el interés general sobre los intereses de gobierno, de los partidos o de los territorios.

IDEAL (La Cerradura), 8/09/2024

lunes, 2 de septiembre de 2024

Empeños

Mientras los partidos hacen cuentas sobre la posibilidad de aprobar o prorrogar los presupuestos e incluso hay quien hace cábalas sobre una nueva convocatoria electoral, muchas personas acuden a las casas de empeño, que han vuelto a convertirse en un último recurso para subir la cuesta de septiembre. No hay bicicletas para esa vuelta a España. Si antes eran montes de piedad, ahora tienen nombres como “Cash Converters”, donde hacen cola para vender aparatos de aire acondicionado, ordenadores, teléfonos, tabletas y teclados, relojes que pueden recuperarse en treinta días si la fortuna vuelve a sonreírte. Después de ver programas como “Empeños a lo bestia” o “Cazasubastas”, la gente rebusca electrodomésticos y artilugios en el trastero para sacar unos cuantos euros. Se trata de apostar, comprar y vender, aunque hay quien coge el dinero y se lo funde en la terraza de enfrente tomando copas. También se llega a vender el coche o la casa para construir castillos en el aire, vivir de alquiler un par de años como si fueras rico antes de volver a sumergirte en la pobreza. Las compras compulsivas son una adicción como cualquier otra, y las horas se pasan volando mientras se buscan ofertas en Internet para comprar objetos que no servirán de nada, salvo para vender y comprar otra vez. Abundan las plataformas para aplazar los pagos, las aplicaciones para cambiar objetos de segunda mano y, mientras buena parte de la población se pasa la vida especulando sobre lo pequeño, los grandes especuladores venden a trozos el país sin tener que echar cuentas sobre las cuotas de la tarjeta de crédito o las letras del préstamo. El Estado ya está hipotecado con la deuda pública, que iremos pagando entre todos y transmitiéndola a las próximas generaciones que, como en el chiste de Forges, nacerán con una casa a cuestas. Los embargos son sólo para la gente pobre. Aunque tendría que ser al revés, el aumento del endeudamiento del Estado parece ser proporcional al empeoramiento de los servicios públicos, empezando por la sanidad, donde las listas de espera se hacen interminables, algo que se agudiza en verano, pues en Granada, sin ir más lejos, los centros de salud permanecerán cerrados por las tardes hasta el mes de octubre. No hay suficientes profesionales para cubrir vacaciones, bajas y vacantes, lo que es la tónica general en Andalucía y en toda España. Nos sobran cargos públicos, sin embargo. ¿No podríamos venderlos o empeñarlos o cambiarlos por personal sanitario? Ha llegado el mes de septiembre, aunque nos empeñemos en lo contrario.

IDEAL (La Cerradura), 1/09/2024

lunes, 26 de agosto de 2024

Al revés

Quienes practican el verano al revés saben que está prohibido bajar a la costa en el mes de agosto, que la playa es para el invierno y la sierra para el verano. Saben que las ciudades renacen al anochecer y que hay lecturas para escalar montañas mágicas o sumergirte en el olvido durante un mes. Quien practica el verano al revés cambia las motos de agua por las ruteras, los calamares por el plato alpujarreño y está dispuesto a celebrar el fin de año durante el mes de agosto en Bérchules si no hay demasiada gente. Los más ortodoxos son incluso capaces de renunciar a salir de casa y organizar maratones de cine clásico ordenados por días y géneros, reservando las tardes del domingo al terror, como no podía ser de otro modo, de cultivar un jardín compuesto por una sola planta de interior, de coger la bicicleta o correr de madrugada por las calles desiertas mientras inventa distopías y dormir durante las horas de calor. Quien practica el verano al revés no se cruza jamás con ningún turista y va a hacer las compras al medio día, cuando en los supermercados no hay nadie y el aire acondicionado está tan frío que convierte en estatua de hielo al único cajero, puede bucear en la bañera, hacer rápel en la pared del cuarto, tirolina colgándose de la lámpara, espeleología en las tuberías del baño, competiciones de canicas en el patio y de tiro al blanco con garbanzos, carreras en el pasillo y acampadas en la terraza. Si por la noche no recurre a las cartas y a antiguos juegos de mesa o entabla largas conversaciones con los fantasmas de la casa, acude a los festivales de teatro, rastrea la geografía en busca de sesiones de cine al aire libre, de ciudades que han instalado en sus plazas grandes pantallas. Quien practica el verano al revés no se hace selfis ni contesta mensajes de grupos de WhatsApp, suele tener el teléfono apagado durante todo el día y no recuerda la última vez que abrió un correo electrónico. Es alguien que no hace jamás colas en tiendas o restaurantes, que no está al día del mercado de fichajes ni sabe cuál es la canción del verano. Quien practica el verano al revés casi desea que llegue septiembre para olvidar tanta felicidad y tanta paz de aburrirse consigo mismo. Lo único malo que le ocurre a quien practica el verano al revés es cuando este realmente se acaba y la realidad le pone del revés.

IDEAL (La Cerradura), 25/08/2024