lunes, 15 de septiembre de 2025

Droguerías

No sé si deberíamos hermanarnos culturalmente con Ámsterdam para crear museos de la marihuana, pues, al parecer, la mayor parte de la hierba consumida en Países Bajos procede de Granada. La diferencia es que en la ciudad holandesa la comercialización de esta droga es legal y aquí no, aunque en las calles de las dos ciudades sea común el tufo a porro. La gente ha normalizado su consumo, y se ha acostumbrado a tener una maceta en casa, que cuida como si fuera de geranios. Pero hay quien ha convertido el cultivo de la planta en su modo de vida, y ante el éxito de la fórmula, las mafias internacionales están sustituyendo a los clanes familiares granadinos que se dedicaban al trapicheo menor. Según la fiscalía general del Estado, bandas ucranianas, francesas, albanesas u holandesas se han instalado en Atarfe, Albolote, Pinos Puente o la zona norte de Granada. Nos gusta disfrutar de la libertad cuando los vicios son propios, pero rápidamente reclamamos la prohibición y la multa cuando son de los otros. Abundan los puritanos que fueron antes pecadores, y los dictadores que presumían de progresistas. Forma parte de la cultura de España, en la izquierda y la derecha política. A falta de presupuestos, el Gobierno ha aprobado el anteproyecto de la ley antitabaco para ampliar los espacios sin humo. No hay mayoría para sacar adelante la reducción de la jornada laboral, pero probablemente la habrá para marginar a los viciosos fumadores, que ya no podrán mostrar su cara de culpabilidad en las terrazas de bares y restaurantes. ¿Por qué no prohíben el consumo de alcohol, que también es cancerígeno y crea mayores problemas sociales? El exceso de drogas, como el de la mala política, hace ver monstruos, cuando no te convierte en uno. Pero hay quien piensa que aligeran el espíritu, y el tabaco y el alcohol se han consumido a lo largo de la historia desde Canadá a la Patagonia, y por eso se han tolerado a pesar de los daños que causan a la salud. De hecho, quizá habría que legalizar en España la venta de marihuana en farmacias y droguerías para acabar con las mafias internacionales y el que quiera –como ya hace- la consuma en casa. Dado el panorama político, no me extraña que haya quien prefiera estar “fumao”. No quiero ni pensar lo que algunos de nuestros representantes públicos inhalan, beben, mascan o esnifan para alucinar de esa manera y negar la realidad. Pero ahí siguen, aferrados a su escaño. Lo mismo habría que prohibirlos.

IDEAL (La Cerradura), 14/09/2025

lunes, 8 de septiembre de 2025

Historias de la mili

A falta de propuestas políticas que fomenten una idea de España, no sé yo si sería una buena idea recuperar el servicio militar obligatorio, como ya planean otros países vecinos, caso de Francia y Alemania. La generación que ahora tiene más de cincuenta años cuenta historias para no dormir de la época en que hacía la mili protagonizadas por reclutas, cabos y sargentos. Pero es verdad que tiene una formación básica que iba más allá del manejo de las armas. ¡Un poco de disciplina! Y no debía estar tan mal compartir la instrucción con gente venida de toda España. Seguro que si algún “influencer” lo pusiera de moda, habría quien pagaría ahora por irse un año de campamento y entretenerse con batallas de “airsoft”. Federico Trillo, entonces ministro de Defensa, lo anunció el día 9 de marzo de 2001: “Señoras, señores, se acabó la mili”. Y José María Aznar presumía de que había sido él quien la había quitado, y no “los progres simpáticos”. En realidad, a mucha gente le encanta ponerse un uniforme, y en sus pesadillas más calenturientas aparecen “dominatrix” vestidas sólo con una metralleta. De hecho, los propios Trillo y Aznar disfrutaron de lo lindo reconquistando la isla de Perejil. “Al alba y con fuerte viento de levante…” Los iberos somos bastante bélicos. Pero unos meses de formación en el espíritu nacional o autonómico, según corresponda, serían mano de santo para nuestra clase política antes de tomar posesión del escaño en el Congreso. Uno se presenta a unas elecciones, pero como cualquiera que tiene que acceder a un cargo público debería recibir una formación básica, ya que algunos no la traen de casa. Una escuela de práctica política, como las hay de práctica jurídica, donde las señorías pudieran pasar al menos tres meses compartiendo clases de derecho constitucional y una formación militar mínima, por si tienen que defendernos de una agresión extranjera o tienen que defenderse de sí mismas cuando ya empiecen a ejercer en el Parlamento. Es curioso que, en una época de crisis institucional, el ejército sea una de las instituciones mejor valoradas por los ciudadanos. Un ejército que actualmente cuenta con 120.000 militares profesionales, que parecen pocos para los tiempos que corren. Por eso el Gobierno prevé aumentar la plantilla en 15.000 efectivos para 2035, pues Putin está deseando bombardear las instituciones de la UE no sólo en Kiev. ¿Aceptaría el presidente ruso una invitación para irse de ejercicios espirituales con su amigo Donald Trump? Sería mejor inventarnos una mili para la paz.

IDEAL (La Cerradura), 7/09/2025

Cuentas

A muchos ayuntamientos de la provincia de Granada no les salen las cuentas, pero siempre tienen presupuesto para celebrar las fiestas. En este mes de agosto que termina ha habido festivales de flamenco, de rock, de pop, verbenas y eventos variados, y todavía les queda fondo para poner los columpios, las barras y los escenarios y no dejar dormir a nadie durante una semana. Esto sería imposible en cualquier otro país civilizado, pero “Spain is different”, y con el halo de la cultura se envuelve el maltrato animal, incluyendo el del homo sapiens. Sin embargo, los consistorios no se dan prisa en hacer los deberes con el Tribunal de Cuentas, y tampoco la Diputación, porque no estamos acostumbrados a la transparencia. No es el caso del Ayuntamiento de Granada, que puede presumir de tener al día el pago a los proveedores. Quizá porque a cargo de la concejalía de Economía está Rosario Pallarés, catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la UGR. La gestión pública mejora cuando la realizan profesionales, independientemente de las siglas, aunque hay filias y fobias que se traen de otras instituciones. Porque si caemos en el error de creer que las administraciones públicas son una prolongación de los partidos políticos, las malas costumbres se imponen. Algunos líderes no se sienten obligados a dar explicaciones ante los órganos de dirección y las bases de sus formaciones, a los que les exigen obediencia, por lo que piensan que también deberían obedecerles los ciudadanos, con los que lo máximo que se permiten es alguna irritación o un tono paternalista. Algunos, como Donald Trump, exigen la adulación inmediata, cuando no la postración y la pérdida de dignidad, que les va a costar recuperar a los dirigentes de la Unión Europea. En España, todavía se guardan las apariencias. Bueno, unos más que otros. Pero las apariencias deberían importarnos poco a la hora de rendir cuentas. ¿Conseguirá el Gobierno algún día aprobar los presupuestos generales del Estado? No se convocan elecciones, pero da la impresión de que vivimos en una campaña electoral permanente, en la que sólo se toman decisiones de cara a la galería. Para salvar la legislatura, a ERC no le basta con la quita de la deuda pública a Cataluña, gracias a la cual una obligación que era sólo de la Generalitat ahora la asumirán todos los españoles. No es un tren al que deban subirse el resto de comunidades autónomas. Lo mínimo que podemos exigirles a nuestras Administraciones es que sepan cuadrar las finanzas públicas. Y que quienes las dirigen rindan cuentas.

IDEAL (La Cerradura), 31/08/2025

martes, 26 de agosto de 2025

Fuegos

Mientras arde media España, el Gobierno y las comunidades autónomas se dedican a quemar al personal con acusaciones y reproches, como si quisieran demostrar una vez más que es un error descentralizar competencias y duplicar las administraciones cuando quienes las gobiernan son incapaces de asumir la responsabilidad. Acusamos al otro de incompetente, pero no ejercemos nuestras funciones, como si quisiéramos que ardiese también el Estado de las autonomías. Pero el problema no es que existan muchas administraciones territoriales, sino que los partidos y las personas que las gobiernan no piensen en el interés público. La descentralización tiene sentido si contribuye a mejorar los servicios de los ciudadanos, pero la mayoría de los ayuntamientos de España no tienen planes de prevención de incendios, como tampoco las comunidades autónomas, y el Gobierno central no ha fijado los objetivos comunes que se deben desarrollar según competencias. Esta semana, sólo en Granada se han sofocado incendios en Benamaurel, en el barrio de San Miguel y en la Sierra de Parapanda, este último provocado por la negligencia de dos hombres a los que no se les ocurrió otra cosa que encender una fogata. Galicia, Asturias, Castilla y León y Extremadura se han llevado la peor parte. El abandono del medio rural es la principal causa de que se hayan quemado en lo que va de verano 350.000 hectáreas en España. Que vayan desapareciendo las actividades agrícolas y ganaderas que antes mantenían nuestros bosques. El cambio climático ha aumentado sin duda el riesgo de incendios, pero me gustaría ver a nuestros dirigentes reunirse para resolver problemas concretos, no anunciando grandilocuentes pactos de Estado que sólo sirven para dar un titular de prensa. Si las comunidades autónomas han asumido las competencias, deben ser ellas las que lideren y coordinen las actuaciones de diputaciones y ayuntamientos. No puede ser que cada vez que haya una catástrofe lo que se revele sea la deslealtad institucional y el partidismo. A este paso, me imagino que en un futuro próximo los únicos que votarán serán los militantes de esos partidos. Me acuerdo de Eduardo Galeano. “No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. Qué bueno sería que nos encendiese la política sin que nos queme.

IDEAL (La Cerradura), 24/08/2025

martes, 19 de agosto de 2025

Con la Iglesia hemos topado

Me alegra que la Conferencia Episcopal Española defienda los derechos humanos. Es lo mínimo exigible a cualquier institución con un papel social en el Estado democrático. “Un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano”, ha dicho el arzobispo de Tarragona Joan Planellas. Eso por añadidura. Pero son los ciudadanos los que no deberían ser xenófobos, algo incompatible con la civilización y el sentido común, o con los seres humanos a secas. Que la Iglesia católica y otras organizaciones sociales estén exentas de pagar impuestos o reciban ayudas del Estado (entre otras cosas, porque muchos católicos rellenan la correspondiente casilla en la declaración del IRPF) tiene todo el sentido, precisamente por realizar labores sociales o de ayuda a los necesitados. Lo que no lo tiene es que las reciba un partido político como Vox, que no sé si merece esa denominación, pues sus planteamientos son contrarios a los valores democráticos. En la democracia no cabe todo. A pesar de lo que se dice, eso no hace una democracia más grande, sino más pequeña. Lo estamos viendo en USA, con un “terminator” dispuesto a asaltar el Capitolio si no es él quien gobierna. Podemos verlo en España, donde también abundan los desengañados de la política. Y aquí entra la responsabilidad de los grandes partidos, que con su destrucción sistemática de la educación y los servicios sociales están abonando el camino para los antisistema. Hay muchas formas de entender el cristianismo –y ahí tenemos a Santiago Abascal, luciendo crucifijos y medallas de la Virgen, que en contacto con su piel deben echar humillo-, pero sólo una básica de entender el Estado social y democrático. O se defienden los derechos humanos y las libertades públicas o no. Es lo que hace posible la convivencia, independientemente de las creencias o la ideología de cada uno. Y resulta curioso que haya sido la Iglesia católica la que lo haya dicho tan claro. ¿Dónde están nuestros políticos? ¿Qué hace el PP apoyando mociones xenófobas en Jumilla o en los parlamentos autonómicos? ¿Y dónde está el PSOE que no siga a pie juntillas las decisiones del líder carismático? No veo respuestas contundentes de los demócratas contra las propuestas radicales. Quizá porque los partidos sólo están pendientes de la intención de voto. “A los temporeros se les pagan las horas extras y se les da de alta en la Seguridad Social”, ha dicho en su homilía el cura de Valdepeñas. Pues va a resultar que la política ya no se hace en el Parlamento, sino en las iglesias.

IDEAL (La Cerradura), 17/08/2025

lunes, 11 de agosto de 2025

Integración

Si hay un tema que revela nuestras contradicciones es la inmigración. En un mismo día, puedes leer en el periódico la noticia del apaleamiento de un ciudadano de origen senegalés, otra sobre el desembarco de una patera en una playa de Castell de Ferro o de la reapertura de una tienda en Sorvilán gracias a la iniciativa de una joven ecuatoriana. Aquí se revela lo mejor y lo peor del ser humano. Lo peor, ver a un Geyperman dedicándose a placar a personas medio ahogadas en la playa y a retenerlas hasta que llegue la Guardia Civil. O los que se aprovechan de los sin papeles que viven en la calle y tratan de buscarse la vida. Le pagamos poco o nada para que limpien la casa y como se queja le damos una paliza con una barra de hierro y le azuzamos al perro para que lo aterrorice, le muerda o las dos cosas. La localidad alpujarreña de Sorvilán, sin embargo, vuelve a tener una tienda de comestibles gracias a Anggy, una ecuatoriana de 35 años, y a las subvenciones del Ayuntamiento de Sorvilán y de la Diputación de Granada para darle vida a la España vacía. Es un buen ejemplo de cómo las administraciones públicas pueden actuar coordinadamente para fomentar una idea de país. Y para que exista una inmigración ordenada. No es el caso de Anggy, que lleva ya muchos años en España y está casada con un sorvilanero, pero a muchos inmigrantes les encantaría poder repoblar algunas de las aldeas y pueblos que han sido abandonados. Gracias a la inmigración, España ha alcanzado este año los 49,3 millones de habitantes, 650.000 de los cuales son extranjeros recién llegados. Dos de cada diez personas empadronadas en España han nacido en otro país, y como el resto aspiran a trabajar, cotizar a la Seguridad Social, pagar impuestos y beneficiarse de los servicios públicos. Y las administraciones deben facilitar la integración. Lo contrario que ha hecho el Ayuntamiento de Jumilla, en Murcia, que ha prohibido el uso de las instalaciones municipales para la celebración del final del Ramadán a una parte importante de la población, que es musulmana. Aunque en España exista la libertad religiosa y de culto. La integración pasa por la solidaridad y la educación. Al tipo que retuvo a un inmigrante en Castell de Ferro clavándole una rodilla en la espalda para inmovilizarlo sobre el suelo, le vendría bien pasar unos días encerrado en el CATE de Motril. Quizá, rodeado de inmigrantes, aprendiera a valorar los derechos humanos.

IDEAL (La Cerradura), 10/08/2025

lunes, 28 de julio de 2025

Cabezas

Las llamadas de la extrema derecha a tomar Torre Pacheco “para recuperar” España darían risa si no provocaran exclusión y violencia y revelaran el bajo nivel cultural de parte de nuestros votantes más jóvenes, dispuestos a apoyar a Vox, el partido que más crece en las encuestas. Aquí no valen las medias tintas. O se defienden los derechos humanos y las libertades públicas por encima de cualquier prejuicio o no. El PP, al ponerse de perfil, sólo alienta a que le adelanten por la derecha. Si a eso le sumamos la crisis de la clase media, los problemas de la vivienda y para encontrar trabajo y los casos de corrupción a un lado y otro del arco parlamentario, nos encontramos con algunas de las razones que llevan a que los ciudadanos apoyen las opciones más extremas. PSOE y PP están cavando su tumba electoral, y si no aparecen otros líderes con sentido de Estado y capaces de llegar a acuerdos, lo que acaso esté en peligro sea el propio sistema democrático. La gente tiene la sensación de que se está jugando con la idea de España, por lo que está dispuesta a romper la baraja. Cualquier problema vecinal puede plantearse desde una óptica demagógica y aprovechar para despertar el odio al inmigrante. Quizá haya que invertir más en educación y en políticas sociales que amenazar con deportar a nadie. Cuando los presuntamente moderados copian a los radicales, los ciudadanos eligen a los radicales. ¿Quién tiene una idea de España? Si los dos grandes partidos no dan un giro a sus propuestas y empiezan a hablar de solidaridad entre las comunidades autónomas, de la prestación de los mismos servicios públicos en todo el territorio español y de la limpieza de las instituciones y de sus propias organizaciones, van a ser barridos del mapa. Porque los radicales llaman a cortar cabezas, pero hay otras cabezas visibles que cortar. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo deberían dejar paso a otros líderes menos quemados en la hoguera de las vanidades políticas, pues sólo han fomentado el enfrentamiento y la pesadilla de las dos Españas. Pero no hay versos sueltos en el PSOE y el PP, partidos que no parecen ser hijos de la transición, sino de una dictadura orgánica sólo preocupada por el mantenimiento del poder y del tráfico de influencias. No vale con apelar al miedo a la ultraderecha. A falta de buenas cabezas políticas, ya son muchos los que las prefieren rapadas. Nos conformaríamos con que las tuvieran redondas y no cuadradas.

IDEAL (La Cerradura), 27/07/2025