martes, 23 de abril de 2024

Series

Hay personas que no entienden el mundo actual si no encuentran una serie que se lo cuente. La gente cita “The Crown”, “La casa de papel” o “Stranger things”, e incluso hay quien ha aprendido gracias a Netflix lo que era la España de Franco. Porque hay series y documentales que están muy bien, pero las creaciones audiovisuales no tienen la profundidad de la letra impresa, que invita a la reflexión y no a la abducción, como suele ocurrir con las pantallas. En un contexto bélico y donde parte de la población ha optado por vivir en la irrealidad, quizá haya quien espere que un superhéroe o una superheroína nacidos del universo Marvel nos libren de Vladímir Putin. A mí me gustaría, desde luego, y que de paso se llevaran a otro planeta a Donald Trump, que amenaza con una guerra civil en USA, precisamente uno de los estrenos de cine de este fin de semana. ¿Nos avisa el cine de lo que va a pasar? ¿Provoca el cine lo que va a pasar? El imaginario colectivo está poblado de guerras y distopías, por lo que vivimos con una sensación de “déjà vu” permanente en que confundimos la ficción con la no ficción, la fantasía con la realidad y solemos casar la imaginación con el deseo, como diría Baltasar Gracián. En algo debíamos de parecernos a nuestros políticos, pues la esperanza es la gran falsificadora de la verdad. ¿La corregiremos con cordura? Adictos también a las series, me imagino a los directores de campaña inventando al Capitán PSOE o al Capitán PP o a la Capitana Marvel-Sumar. Ya inventaron una serie sobre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aunque dudo que el personaje de la ficción televisiva pueda competir con el real, que ha mostrado tantas caras que resulta irreconocible. ¿Será Clark Kent el verdadero Supermán? Nos gustaría ver a un presidente con capa y capaz de volar por el mundo, aunque fuera para ahorrar con el Falcon, que no estamos para acelerar aún más el cambio climático. ¿Quién recorrerá el planeta para evitar el deshielo, desviar los misiles al espacio y traernos la paz mundial? Quizá podamos contentarnos con encontrar a la Mujer Maravilla que arregle un poco la sanidad pública, por bajar a la tierra. 850.000 personas esperan en España una intervención quirúrgica, y la segunda comunidad donde más se espera es Andalucía, con 174 días de media. ¿Y esto quién lo arregla? En España, la serie podría llamarse “Hospital Central”. Y el libro, “País de resistencia”.

IDEAL (La Cerradura), 21/04/2024

lunes, 15 de abril de 2024

Derechos

La unanimidad con la que los ayuntamientos granadinos afectados han decidido oponerse a la instalación del campamento de inmigrantes en la base aérea de Armilla choca con la práctica de los gobiernos españoles de los últimos diez años, que han otorgado la nacionalidad española a cualquiera que dispusiera de quinientos mil euros para invertir en activos. Millonarios rusos, chinos o saudíes que han comprado bienes inmuebles en el Mediterráneo, desde la Costa del Sol a Cataluña, aprovechando quizá para blanquear capitales o, como dice el Gobierno actual, subir el precio de la vivienda para los demás mortales. Y que, cantaban, quizá, con los Rebeldes: “Nos veremos en Ibiza, en Mallorca, San Luís y Mahón, bailaremos en Valencia, en Alicante, en Gandía y Benidorm, desde L'Escala hasta Playa San Juan, en Cadaqués, en Sitges, playa Libertad, seremos los elegidos en el templo del Dios del Mar…” Lo del eterno verano al sol podrían cantarlo también los miles de inmigrantes acinados en las Islas Canarias, pero no creo que tengan ganas. ¿Por qué no se ha eliminado la llamada “golden visa” antes? ¿Lo que se suponía bueno para el negocio inmobiliario ya no lo es? A raíz de la guerra con Ucrania, no es tan fácil que ciudadanos rusos o iraníes abran una cuenta en España. El dinero, sin embargo, no tiene nacionalidad. La hipocresía que mostramos cuando hablamos de racismo e inmigración no sé si clama al cielo, pero sí al Tribunal de Derechos Humanos, que tiene su sede en ese edificio galáctico de Estrasburgo, y que efectivamente no parece de este mundo. Porque se ve que ni todos tenemos los mismos derechos ni somos igual de humanos, si dependemos de las decisiones de unas administraciones mucho más preocupadas por el interés político que por el interés público. En ciudades como Granada, que celebra la llegada del buen tiempo y de miles de turistas, la vivienda es un bien inalcanzable para demasiadas personas, sobre todo jóvenes que emigran a otros países para poder trabajar, igual que tantos subsaharianos que ansían vivir en éste. La vida ya no es vida en la ciudad, cantaban también Los Rebeldes. ¿Salimos realmente alguna vez de la ciudad? A pesar de la democracia, en el mercado global los derechos no emanan de declaraciones ni de constituciones, sino del bolsillo. Esa potestad legítima para ser, hacer o tener suelen ejercerla sólo quienes más tienen. Parafraseando el título del poemario de José Carlos Rosales, algunos los llevan como piedras escondidas en la ropa, pero otros van desnudos.

IDEAL (La Cerradura), 14/04/2024

lunes, 8 de abril de 2024

Insultos

Lo último que le faltaba al Gobierno es señalar a los medios de comunicación y los periodistas críticos con el presidente o sus ministros, como Óscar Puente. La publicación de listas negras nos recuerda otras prácticas siniestras que han sido comunes en el País Vasco, donde medios afines a ETA señalaban los objetivos a la banda terrorista. No es lo mismo, pero se parece. Quizá ahora baste con el acoso o un escrache. Resulta deprimente comprobar cómo la nueva política se torna bastante vieja, hasta el punto de que haya quien diga que no le extrañaría que en España hubiera otra guerra civil. Vade retro. Los límites de la libertad de expresión están en el delito de injuria, dice el Tribunal Constitucional, y la libertad de crítica es más amplia cuando se trata de responsables públicos. El problema de restar credibilidad al poder judicial es que luego no se confía en la justicia para restaurar el honor o la dignidad personal, si es que nos queda. Pero, puestos a otorgar confianza, mejor depositarla en los profesionales del derecho, que conocen las libertades fundamentales. Algo que no ocurre en el Parlamento, al parecer, pues lo habitual es un cruce de acusaciones, reproches e insultos que a sus señorías les molesta ver en los medios de comunicación, pero no en el hemiciclo, donde amparados por la inviolabilidad se sienten legitimados para dar rienda suelta a los instintos más primarios. En ese contexto, no sorprende que el insulto sea también la práctica habitual en los campos de fútbol, que ya se parecen bastante al Congreso. España no es un país racista, nos dicen, pero a Vinicius le llaman “mono”, como al jugador argentino Marcos Acuña, y “gitano” a su entrenador, Quique Sánchez Flores, y “negro de mierda” al portero Cheikh Sarr, sancionado por encararse con el espectador que lo insultó. Y si se publica en IDEAL que la base de Armilla podría acoger un campamento para mil inmigrantes, la noticia se convierte en la más comentada. “¿No éramos ya muchos?”, dicen. “¿Mil personas deambulando por Armilla, las Gabias y Alhendín?” Por si acaso, el Ayuntamiento de Alhendín se ha apresurado a paralizar las obras. Y en los plenos de otro Ayuntamiento, el de Maracena, eran comunes los insultos y las declaraciones homófobas del concejal de Vox, lo que ha propiciado entre otros motivos una moción de censura. Quizá también deambulemos, como hacen el Gobierno y parte de nuestros políticos. En España, el insulto suele ser el objetivo de cualquier debate. Prediquen con el ejemplo.

IDEAL (La Cerradura), 7/04/2024

lunes, 1 de abril de 2024

Tempus fugit

Paradójicamente, a vivir al día se aprende con el tiempo, cuando la mayor parte de tu vida se ha consumido y alcanzas lo que llaman madurez, que ya suena a despedida. Vive cada día como si fuera el último, decía el filósofo, que parece más fácil que predecir el tiempo atmosférico y hacer los pronósticos que muchos siguieron para planificar las vacaciones de la Semana Santa, que ya se va. Casi no nos hemos dado cuenta y estamos revisando los compromisos de la agenda. Los que planearon salir en procesión y no pudieron cuentan los días para el año que viene, si es que llega. Los hosteleros echan también cuentas, los chiringuitos que no abrieron, los hoteles que tuvieron que cancelar reservas. Pero se han llenado un poco los embalses. Bendita lluvia. Y ahora que volvemos a trabajar hará un sol radiante. ¿Qué más se puede pedir? Por pedir, los ayuntamientos quieren cobrarles una tasa a los turistas, que tendrá más bien la forma de un impuesto que aprobará la Junta de Andalucía, como ya hicieron Cataluña y Baleares. Hay que pagar la limpieza y otros servicios públicos para que en las calles de Granada se puedan cantar saetas. Y si lo cobran todos los dueños de establecimientos que alojan a los visitantes, sean empresarios o no, podría servir asimismo para regular el alquiler de pisos turísticos, que está cambiando el carácter de la ciudad. El carácter es destino, decía también el filósofo, y tal vez vivir al día forme parte del carácter granadino. Pero no estaría mal pensar a largo plazo, para variar, pues la vida de las ciudades suele ser más larga que la de sus habitantes. ¿Tendrá tiempo la alcaldesa, Marifrán Carazo, para charlar con Juanma Moreno? De la Escuela de Salud Pública, por ejemplo, de la gestión de la Alhambra y Sierra Nevada, del respeto al Parque de las Ciencias, a la UGR, al Patronato y a la Fundación García Lorca, de invertir y pensar más en Granada, vamos, y no tanto en Málaga y Sevilla, que a fin de cuentas no tienen arreglo, pues allí no hay más que malagueños y sevillanos, que saben poco de la malafollá. Aunque, para malafollá, la del tiempo. Quizá habría que crear una oficina de la verdad meteorológica para medir el tiempo atmosférico y el político, y esta sí podría tener sede en las ocho provincias andaluzas. Seguro que entre los militantes del partido hay candidatos para hacer cabañuelas. Mientras tanto, sólo nos queda esperar el próximo Domingo de Ramos.

IDEAL (La Cerradura), 31/03/2024

lunes, 18 de marzo de 2024

Apariencias

Deprime comprobar cómo nuestros políticos y los principales partidos, que se supone que representan a la mayoría de los españoles, son incapaces de guardar la compostura ni siquiera en el aniversario del 11-M, donde lo único importante debería ser el recuerdo de las víctimas. También la responsabilidad de los terroristas yihadistas, aunque a estas alturas la Fundación FAES, personajes turbios como José María Aznar y algunos miembros del PP todavía la pongan en duda. Deberían recordar que precisamente fueron los mensajes sobre la intoxicación informativa que circularon por las redes sociales los que propiciaron un cambio de gobierno. Ni José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato por el que nadie apostaba en el PSOE, terminaba de creérselo. Pero lejos de aprender de los errores, los partidos políticos y sus portavoces no han dejado de mentir desde entonces, de intoxicar la vida pública, de crear bandos, rencillas, maquillar la realidad e incluso las leyes, sin que quede un resto de dignidad política, allá donde se mire. Y eso en un contexto internacional donde se habla de la tercera guerra mundial, de una nueva glaciación en Europa porque la corriente circular del Atlántico está deteniéndose, del apocalipsis nuclear o climático. ¿Y a qué se dedican los que tienen responsabilidades políticas? A competir sobre quién es más corrupto, quién se ha llevado más comisiones por la venta de mascarillas cuando la gente estaba muriéndose en la calle o encerrados en sus casas, de una manera mucho más silenciosa, eso sí, que la provocada por las bombas en la estación de Atocha. “Y tú más”. Tu novio, tu ayudante, tu colega, tu mujer, tu presidenta autonómica o tu presidenta del Congreso, tu amigo capo del narcotráfico o tu socio traidor a la patria y malversador. Pero ¿quién no malversa el caudal público o el crédito político? Los rifirrafes entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo provocan ya más repugnancia que vergüenza ajena. Fraude, facturas falsas, sociedades pantalla, avatares políticos… En España vivimos una permanente distopía, pero hablamos de marisquerías y porteros de puticlub, hombres de confianza donde los haya. En una semana en la que el Congreso ha aprobado la ley de amnistía, los agricultores granadinos denuncian la notificación de multas de entre 800 y 1500 euros por las manifestaciones de febrero. Se trata de faltas graves de desobediencia, resistencia a la autoridad o cortes de carretera. ¿A qué nos sonará esto? Tienen un espejo donde mirarse y por eso piden también el perdón. La política debería ser algo más que una batalla miserable de apariencias.

IDEAL (La Cerradura), 17/03/2024

martes, 12 de marzo de 2024

Ministros

Llaman la atención las preocupaciones de nuestros ministros, en este caso de nuestra ministra Yolanda Díaz, que piensa que es propio de bárbaros que los restaurantes estén abiertos a la una de la madrugada. Aparte de la Granada de los Robinsones, que alargaban la noche hasta el amanecer, yo añoro aquellos años felices y breves en que los políticos no hablaban como curas ni se metían en la vida de los ciudadanos, que debe ser más sagrada que cualquier credo o ideología. ¿Además de reuniones y contratos dudosos llevarán nuestras señorías el debate político a la hostelería? ¿Nos meteremos a las nueve de la noche en la cama acompañados de nuestra pareja y un buen libro? ¡Oh, paraíso! Algunas costumbres europeas están bien (y no me refiero a la interpretación del delito de terrorismo), pero no casan con el espíritu dicharachero de los latinos, herederos de Grecia y Roma. El ocio puede ser sinónimo de sabiduría, y sin emular necesariamente “El banquete” de Platón, algunos de los mejores poetas de esta ciudad han dejado escritos sus versos en las servilletas y barras de los bares. Qué obsesión tienen nuestros políticos con ordenar la vida de la gente, mientras ellos hacen al parecer lo que les da la gana. Si se respetan los derechos de los trabajadores, que debe ser la preocupación de la ministra de Trabajo, no sé por qué no van a abrir los restaurantes cuando quieran y convertirse en un templo para los insomnes. También Franco recomendaba a los niños que se fueran pronto a la cama, y tal vez le hubiera gustado nacionalizar el sector turístico, que fue un invento de Manuel Fraga. “Spain is different”. Y tanto. Ni siquiera tenemos un Código Penal propio, según Junts. A diferencia de la Comunidad de Madrid, como celebra Isabel Díaz Ayuso, en Cataluña los restaurantes cierran pronto. ¿Tenemos otra batalla a la vista? Y si cierran los restaurantes temprano, ¿a dónde iban a ir a hacer sus tratos Ábalos, Koldo y compañía? ¿Directamente a la sede del ministerio de turno? Se ve que Yolanda Díaz no conoce al pueblo español, como tampoco Carles Puigdemont, a pesar de que su abuela era andaluza. ¡Ay, qué poco aprendemos de los abuelos! Quizá deberíamos acuñar un nuevo eslogan para atraer a turistas de la “upper class”. “Spain is free, Spain is amnesty”, que en español suena más bien a anestesia. Menos mal que tenemos bares y restaurantes. Vayan si son felices. Mejor cantar de madrugada que hacerlo de cara al sol.

IDEAL (La Cerradura), 10/03/2024

lunes, 4 de marzo de 2024

Ciudades temáticas

La falta de imaginación política lleva a convertir las ciudades en parques de atracciones donde exprimir el dominio público y cobrar una entrada por su utilización, como puede ocurrir con la Plaza de España en Sevilla o con el Paseo de los Tristes en Granada, y no quiero dar ideas. Vivimos en la superficie de la realidad, mediática y cambiante, y a falta de una oferta cultural sólida, lucimos el pétreo patrimonio, que mirar y admirar, aunque haya quien opte por irse de tapas. En Granada se ha disparado el precio de los alquileres, pues los propietarios, convencidos de su papel en FITUR, prefieren a los turistas que a los estudiantes, y se trata de sacarle el máximo partido a la inversión inmobiliaria. Las comunidades autónomas y los ayuntamientos, convertidos en promotores del ocio, quieren hacer lo mismo, sólo que como administraciones cobran tributos sobre los establecimientos turísticos o nuevas tasas por la prestación de servicios o el aprovechamiento del dominio público. Así, el vecino que vivía en el centro opta por irse, ya que no puede pasear tranquilamente por las calles y plazas del que era su barrio. Benditos pueblos del área metropolitana, donde todavía se contempla la vida con algo de relajación (cuando no celebra el consistorio todas las fiestas del santoral) y no se respira la contaminación que ya empieza a asfixiar en Granada. Sería mucho más consecuente aspirar a la capitalidad turística que a la cultural. Las ciudades andaluzas no parecen pensar en otra cosa. Además del festival de cine, en Málaga se ha inaugurado este fin de semana la temporada de playa, que gracias al cambio climático ya dura ocho meses, desde el mes de marzo a septiembre incluidos. Nuestros sueños se han convertido en pesadillas y pronto viviremos en un verano perpetuo. ¡Vacaciones! ¿Quién va a trabajar? Por mucha inteligencia artificial que haya siempre harán falta camareros y cocineros, que ya se aprecian mucho más que los doctores en Filosofía o en Derecho. ¿De qué nos sirven las instituciones culturales o los museos si no es para colocar a alguien del partido? Si Lorca levantara la cabeza de su tumba (si es que se encuentra), quizá en vez de una pluma enarbolara un lanzallamas para purificar todas las instituciones que llevan su nombre y que confunden la cultura con la política. Ay, las instituciones. Se pone al frente a un títere, se cobra una entrada y pelillos a la mar. A fin de cuentas, ya podemos bañarnos hasta el invierno que viene, que será todavía más corto.

IDEAL (La Cerradura), 3/04/2024

lunes, 26 de febrero de 2024

Discursos

La política debería ser una actividad ceñida a la realidad, pero los discursos suelen construirse de acuerdo con los deseos de quienes los pronuncian y no de los problemas de los ciudadanos. Deprime escuchar a los portavoces de los partidos analizar los resultados electorales, maquillándolos, no reconociendo la derrota, en el caso del PSOE, como si no fuera un partido de Galicia o de España, sino de otro planeta quizá. Nuestros políticos comienzan por no reconocer los errores y terminan enajenados, viviendo en otra realidad que al parecer es distinta a la de sus votantes. “Es que no entiendes la política”, te dicen. Pero con tantas contradicciones resulta imposible. Menos mal que para aclararlas está la ley, ese mínimo común que permite la convivencia. Y por eso en democracia existe la separación de poderes y la judicatura. Sin embargo, llegados al punto de interpretar la realidad según los propios deseos, nos estamos acostumbrando a negar los principios democráticos, y ya es demasiado común escuchar a políticos, contertulios y columnistas con poca formación la idea peregrina de que la soberanía popular está por encima de todo, incluyendo las leyes. Porque la soberanía popular es un poder constituido y las leyes se aprueban o se modifican en el Parlamento, y no es más democrático un país en el que se permite que quien las vulnere, sea Donald Trump o Carles Puigdemont, se presente a unas elecciones, como hemos escuchado últimamente. Eso no demuestra que exista una democracia más madura o más fuerte, sino sólo más anárquica y analfabeta. Quien no tiene respeto por el ordenamiento jurídico, difícilmente lo va a tener por los derechos y libertades de los ciudadanos. Las elecciones no lo solucionan todo, y las amnistías tampoco, por bien intencionadas que sean, cuando se confunden las iniciativas políticas con la prevaricación. Ninguna idea legitima la malversación de los recursos públicos, que pertenecen a todos los ciudadanos, los que están contigo y los que no. El fin no justifica los medios en un país democrático, pues el medio es la democracia misma, que en esencia es un procedimiento de actuación. Y el respeto de lo público debería estar por encima de otras consideraciones. Cuando nuestros políticos transmiten la idea de que la impunidad es legítima y todo vale, ¿por qué no van a hacer lo mismo el resto de los ciudadanos? ¿Porque no ostentan un cargo público? Del abuso del decreto-ley a la dictadura hay un pequeño paso. Sobre todo cuando no tenemos claro cuáles son los principios democráticos.

IDEAL (La Cerradura), 25/02/2024

lunes, 19 de febrero de 2024

Batallas

En un contexto mundial en el que se teme la vuelta de Donal Trump a la presidencia de Estados Unidos y Vladimir Putin no tiene reparos en declarar en busca y captura a la presidenta de Estonia, algunos analistas aconsejan a Europa y a países despistados como España prepararse para la guerra. Una guerra en la que ya estamos inmersos, pero que todavía se ve lejana en el sur de la Unión Europea. No tanto en Alemania, que va a destinar el 2% del PIB a Defensa, algo respaldado por la mayoría de la población. El canciller alemán, Olaf Scholz, habla de la necesaria colaboración entre los países europeos para aumentar la producción de armas y no depender de Estados Unidos y de la OTAN, de la que Trump puede prescindir. Porque bajo el paraguas americano, podíamos permitirnos ser pacifistas, pero al parecer esos tiempos se han acabado. En España, sin embargo, esto es una quimera, cuando ni siquiera podemos dotar de medios a la Guardia Civil, que se enfrenta en inferioridad de condiciones a los narcotraficantes, y donde apenas se ha prestado atención y respeto a los dos funcionarios asesinados en Barbate. ¿Podemos imaginar nuestro papel en una guerra convencional contra los rusos? Nuestros gobernantes se declaran contrarios a la guerra y no están dispuestos a aumentar el gasto militar, aunque entre bambalinas se comportan como el Padrino con sus adversarios políticos. Son capaces de aplastar a sus rivales sin ningún escrúpulo, pero no de saltarse las normas impuestas por lo políticamente correcto. Si no fuera porque pertenecemos a la Unión Europea y Josep Borrell es el responsable de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, España sería un cero a la izquierda en la política internacional. Ya lo somos en muchos aspectos, porque aquí nos van más las batallas de mentiras y los estadistas brillan por su ausencia. Nuestras guerras son más modestas, y en Granada la batalla se sitúa en la Zona Norte, donde los trabajadores de la Rober han decidido suprimir el paso de las líneas 5, N5 y N6 en el tramo entre Joaquina Eguaras y Sánchez Cotán por el lanzamiento de piedras contra los autobuses. La alcaldesa ha pedido refuerzos para proteger a los conductores, mientras el PSOE, por boca de Paco Cuenca, señala que “hay que reducir a los agresores, que están muy identificados”. ¿No somos capaces de garantizar los servicios públicos? Según Ambrose Bierce, una batalla es el método de desatar con los dientes un nudo político que no se podía deshacer con la lengua.

IDEAL (La Cerradura), 18/02/2024

lunes, 12 de febrero de 2024

Solidaridad

Puede que lo que no ha unido la política logre hacerlo la naturaleza. Ya se sabe que a la fuerza ahorcan, y quizá la sequía fomente la necesaria solidaridad entre las comunidades autónomas, e incluso una idea de país, hasta ahora fragmentada o inexistente. Los presidentes de Andalucía y Cataluña hablan ya abiertamente de trasvases de agua, aunque sorprende que haya que llegar a una emergencia para que se tomen decisiones. Hace veinte años la comunidad catalana se opuso a compartir el agua del Ebro con Aragón, lo que hoy reclama con urgencia. Quizá durante este tiempo los dirigentes catalanes, como tantos de otras partes, se hayan preocupado de otras cosas. Y resulta lamentable oír cómo muchos se escudan ahora en el cambio climático (negado hasta que se ha convertido en un hecho irreversible, aunque algunos sigan hablando de “dogmatismo ambiental”) cuando han estado ocupados en promover políticas identitarias y no en resolver problemas prácticos, que es lo que deberían hacer los responsables institucionales: gestionar bien los recursos públicos. ¿Cómo no hay una coordinación entre todas las administraciones territoriales en un tema tan sensible para los ciudadanos? ¿Cómo no hay un nuevo plan hidrológico a nivel nacional? ¿Hay que salir a la calle y cortar las carreteras, como han hecho esta semana los trabajadores del campo en Granada? Los fenómenos climáticos extremos, la sequía y la subida de precios están arruinando al sector. Y, sin embargo, a pesar de las molestias causadas, hay mucha gente que ha mostrado comprensión por las protestas de los agricultores, que a fin de cuentas son quienes más conectados están con la tierra, y prestan un servicio público esencial. La mayoría son trabajadores autónomos, que hacen lo que pueden para que sus explotaciones sean eficientes desde el punto de vista medioambiental y económico, pero no pueden competir con los grandes grupos empresariales ni con la importación de productos de otros países que no cumplen con las exigencias normativas de la Unión Europea. Sin embargo, el miedo de nuestra clase política es que la extrema derecha capitalice el malestar popular y obtenga buenos resultados en las próximas elecciones. ¿No sería mejor trabajar para cambiar un modelo productivo obsoleto y hacer políticas ecológicas a largo plazo? La Unión Europea, que subvenciona el sector, no es el enemigo, sino un interlocutor necesario. La llamada agenda verde es ya una prioridad, pero debe suponer algo más que ayudas o restricciones al sector agrario. La solidaridad empieza por una política nacional y europea para una gestión óptima de la tierra y el agua.

 IDEAL (La Cerradura), 11/02/2024

lunes, 5 de febrero de 2024

Politosfera

Nuestros políticos parecen convencidos de que hay que dividir a la población en dos bandos, y utilizan un lenguaje populista, términos como fachosfera o sanchosfera, de los que se hacen eco los medios de comunicación. No son insultos, nos dicen, sino una descripción de la realidad. La realidad es que en 2023 ha subido un 7,3% el precio de los alimentos y que ha bajado el poder adquisitivo de las familias españolas. La realidad es que Black Rock, el mayor fondo financiero del mundo, ha adquirido el 20% de Naturgy, y es el primer accionista de Repsol y Enagás, del Banco Santander y BBVA, y el segundo de Iberdrola y Redeia, antigua Red eléctrica, entidades que han ganado un 23% más en 2023, y que son los que mandan. La realidad es que nuestra clase política vive en la superficie del lenguaje y en una campaña electoral permanente, y que sus expectativas no pasan de las elecciones gallegas y europeas. Unos y otros hablan de destruir el Estado, pero no nos ofrecen un proyecto común donde todos puedan sumarse, incluso los partidos nacionalistas e independentistas a los que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, les ha perdonado esta semana sus pecados. Porque lo del Congreso de los Diputados parece, sí, una historia bíblica. Siete votos que son como treinta monedas de plata. Los que exigen la ley de amnistía han votado en su contra, aunque el presidente les absuelva de palabra. ¿Dónde queda la separación de poderes? Las teorías de las confabulaciones judiciales nos llevan a calcar los discursos de Trump, Putin (ay, Carles Puigdemont) o Netanyahu. Del Gobierno se valora más que baje el IVA para los alimentos básicos y la luz y el gas, que bonifique el transporte público, se revaloricen las pensiones o se aumenten las ayudas al desempleo. Es un lenguaje más sensato, y que entienden mucho mejor los ciudadanos. Como entenderían también un pacto político por el agua. No tenemos que hacer un referéndum para saber que lo que más le importa a la gente ahora mismo en Cataluña es la declaración de emergencia por sequía en Barcelona y Gerona. Lo mismo puede ocurrir en breve en Andalucía y en Granada, donde los embalses están a un 23,5% de su capacidad. Los ciudadanos viven en la realidad, aunque miren al cielo. Nuestros representantes no parecen de este mundo y sólo miran la politosfera, esa capa externa y frágil que recubre el Estado social y democrático de Derecho y que algunos están empeñados en quebrar.

IDEAL (La Cerradura), 4/02/2024

lunes, 29 de enero de 2024

Deseducar

No sé si serán efectivas las medidas que anuncia el Gobierno para potenciar la comprensión lectora y las habilidades matemáticas de nuestros escolares, pero me da la impresión de que la distancia que empieza a haber entre profesores y alumnos es casi tan grande como la que existe entre políticos y ciudadanos. Y aunque a diferencia de parte de nuestra clase política los docentes se esfuerzan en tender puentes con su auditorio, a veces parecen hablar lenguajes diferentes, más allá de que unos puedan ser nativos digitales y otros analógicos, esas clasificaciones que gustan tanto pero que suenan a distopía. Alberto Núñez Feijóo ha anunciado una selectividad única para las once comunidades que gobierna el PP, pero lo raro es que no lo sea para todas las comunidades autónomas, que tienen competencia para fijar un 40% de los contenidos de los libros de texto. ¿Por qué no estudian lo mismo los adolescentes de Andalucía, Madrid, Cataluña o País Vasco? Y no sé qué pudiera ser mejor (o peor), que se atienda a las inquietudes culturales de cada territorio o al discurso único que se nos pueda pretender imponer desde el Gobierno o desde un partido, pues aquí en España hemos confundido la tarea de gobernar con los intereses de las formaciones políticas. A la gente le suena bien que los ciudadanos tengan los mismos derechos y libertades independientemente de dónde vivan, pero aún les sonaría mejor que existiera un pacto de Estado para prestar en las mismas condiciones los servicios públicos esenciales, no sólo la educación, sino también la sanidad y los servicios sociales, que están cedidos a las comunidades autónomas. No se trata de que todas las autonomías los presten de la misma forma si están gobernadas por un mismo partido, sino que la calidad del servicio y el nivel de acceso de los ciudadanos sean razonablemente parecidos con independencia del color del gobierno y de la renta de la comunidad donde vivan. Algo que resulta improbable si uno atiende a los discursos de algunos dirigentes autonómicos, cargados de odio no sólo para el inmigrante extranjero, sino también hacia el nacional, aunque hubiera podido ser su abuelo. La educación, siendo un derecho de todos, actualmente está sólo al alcance de algunos. De los que, a pesar de la miopía política y la sobreabundancia de información sin filtros en medios y redes sociales, son capaces de labrarse un criterio propio. Increíblemente, en el año 2024, entre la inteligencia artificial y tanto dirigente “fake”, hablar del desarrollo de la personalidad humana parece una quimera.

IDEAL (La Cerradura), 28/01/2024

lunes, 22 de enero de 2024

Realidad distorsionada

El concepto de realidad de nuestros políticos es tan voluble que, de hacerles caso, andaríamos dando saltos, como Indiana Jones en la película “En busca del arca perdida”, esquivando flechas a medida que se nos van hundiendo los pies, perseguidos por una piedra gigante construida con globos sonda informativos. Si todos los recursos económicos gastados en organizar una cumbre como la de Davos se destinaran a reducir la tasa de pobreza infantil, por ejemplo (en España es del 27,8%, según Unicef), esta desaparecería. Pero cuando uno escucha a los líderes mundiales no tiene la sensación de que quieran solucionar nada, sino justificarse a sí mismos, ese papel que va cambiando según quién sea el interlocutor. La cara parece un holograma con otro peinado o abrigo, aunque lo que se ha transformado es la personalidad y el discurso, más cínico, lisonjero o empalagoso según los casos, el de un idealista o el de un dictador, el de un progresista o el de un retrógrado, incluso el de un adalid de la socialdemocracia europea, que se disuelve sin embargo si las instituciones o las normas contradicen sus intereses. Deben sentir confusión los letrados del Congreso y los jueces y magistrados cuando escuchan a algunos de nuestros políticos decir que sus dictámenes y sentencias son meras opiniones. Pero la diferencia entre la política y el derecho, entre la opinión y la información, entre la demagogia y la ciencia, es que los expertos aprenden precisamente a distinguirlos, y por eso se acude a ellos, para emitir informes técnicos o sentencias. Sin embargo, desde la política se hace lo posible por contaminar estos ámbitos y desprestigiarlos, empezando por el Tribunal Constitucional o el Consejo del Poder Judicial y los procedimientos legislativos en el Parlamento, lo que revela el poco respeto que tienen los partidos por las instituciones y la Constitución española, que unos y otros dicen defender, aunque luego prefieran gobernar a golpe de decretos-leyes. Se trata de hacer lo que uno quiere en cualquier circunstancia, por encima de todo y de todos. Y luego los escuchas afirmando que estamos poniendo en peligro la democracia. Se nos saltan las lágrimas de risa y las carcajadas se oyen hasta en Suiza, desde donde nos avisan del fin del mundo quienes no hacen más que teclear el botón de la estupidez masiva. Nuestros líderes suelen confundir la verdad y la realidad, la mentira y la irrealidad, no necesariamente en ese orden y con las mismas proporciones. Por eso existen las leyes. No se las salten.

IDEAL (La Cerradura), 21/01/2024

lunes, 15 de enero de 2024

Cenizas

Me imagino al fantasma de la mujer cuyas cenizas se han encontrado en una urna funeraria en la calle, cerca del Hospital de la Inmaculada, quejándose. “¡Es que os olvidáis hasta de enterrarme!” Parece un capítulo de la serie “A dos metros bajo tierra”, en la que una familia regenta una funeraria y todos los días se enfrenta a las vicisitudes de la muerte. Si los cementerios se encontrasen en el centro de las ciudades quizá recordaríamos que tenemos un tiempo limitado y lo perderíamos menos. Ojalá se lo recordaran a nuestros políticos antes de hablar en el parlamento. “¡Memento mori!”, les susurraban a los emperadores romanos. “Recuerda que morirás”. “Los muertos viajan deprisa”, decían en una película fantástica. Pero no lo harán en Granada, que según Paco Puentedura va a ser la segunda ciudad con el autobús más caro, sólo superada por Barcelona, al menos mientras siga en España. Son dos ciudades que tienen más en común de lo que parece: la contaminación, la sequía, el transporte público, el turismo y ediles irreconciliables. ¡Cómo me gustaría que hubiera un proyecto de ciudad en el que participaran todos los grupos políticos! Y eso que en Granada no ha aparecido aún ningún partido independentista, aunque sí hay quien defiende la existencia del reino nazarí y la independencia de Andalucía oriental. Lo que nos faltaba. Ya nos veo encabezando la liga independentista e invitando a Carles Puigdemont a vivir en la Alhambra. Si los muros del castillo rojo hablaran contarían historias de fantasmas y fantasmones, que se confunden con facilidad en nuestra vida política. No sé si lo del olvido de las cenizas de la pobre mujer tendrá que ver con la subida de las tarifas del cementerio de San José en 2024. Menudo compromiso es morirse, y encima resulta caro. Menos mal que muerto ya no te enteras de nada. ¿O acaso sí? Las colas de reclamaciones suelen estar llenas de zombis, mareados por la administración, y no digamos los congresos de los partidos, donde los líderes pretenden pastorear la voluntad de los afiliados y a través de ellos la de los ciudadanos, a los que nos llaman pueblo o gente o incluso hermanos sólo cuando les conviene. Que se lo digan a Pablo Iglesias, capaz de cargarse la izquierda española porque Yolanda Díaz le lleva la contraria. O a Pedro Sánchez, especie de ave fénix según sus libros, un superviviente de su propio partido. Ojalá seamos capaces de resurgir de tantas cenizas políticas. Como videntes, vemos fantasmas y cenizos.

IDEAL (La Cerradura), 14/01/2024

lunes, 8 de enero de 2024

Agua

En Andalucía no “hay riesgo de lluvias”, como suelen decir los meteorólogos, sino de sequías. Y pasado ya uno de los años más cálidos de la historia, no va a ser el cielo azul el símbolo de la alegría, sino el encapotado y, a ser posible, seguido de un chaparrón. Son las carencias colectivas las que nos recuerdan la necesidad de que exista solidaridad entre las comunidades autónomas, y recién estrenado el 2024 son Andalucía y Cataluña las que tienen que afrontar los problemas de la sequía. Nuevos cortes y buques cisterna son algunas de las soluciones que se oyen en Sevilla y en Barcelona. ¿Podrían recibir agua de otras comunidades autónomas? ¿De quiénes son los recursos naturales que hay en la península ibérica, de todos los españoles o de cada comunidad autónoma, con permiso de Portugal? Según el artículo 128 de la Constitución española, “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”; y el artículo 50 del Estatuto andaluz señala que le corresponde a la Junta la competencia exclusiva sobre los “recursos y aprovechamientos hidráulicos, canales y regadíos, cuando las aguas transcurran por Andalucía”, además de las aguas subterráneas. Pero, fuera de las leyes, quizá la respuesta no sea la misma en momentos de abundancia que en los de necesidad. Las urgencias políticas no suelen coincidir con las urgencias medioambientales, y hemos tenido que sufrir una pandemia para que haya existido una colaboración eficiente entre todas las administraciones territoriales españolas. Los embalses en peor situación son los de las cuencas del Guadalquivir (al 19,3% de su capacidad), Segura (18,9%), Cuencas Mediterráneas Andaluzas (18,8%), Cuencas Internas de Cataluña (16,8%) y Guadalete-Barbate (14,5%). En algunos municipios catalanes el consumo humano de agua está limitado a 210 litros por habitante y día, y se ha prohibido regar parques y jardines, lavar coches o llenar piscinas con agua potable. En Andalucía, en localidades como Vélez Málaga y Rincón de la Victoria se corta el agua entre las once de la noche y las siete de la mañana, y la Junta ya prevé utilizar buques cisterna para abastecer a la población de la Costa del Sol en Málaga o el Campo de Gibraltar en Cádiz. En Granada, se han celebrado las primeras nevadas en la sierra y no tanto la subida del recibo del agua. En 2024 ya no queremos buen tiempo, sino que las nubes empañen nuestro horizonte. “Amenaza” cielo azul, que no nublado. La lluvia será el símbolo de la alegría.

IDEAL (La Cerradura), 7/01/2024

lunes, 1 de enero de 2024

Resúmenes

Esta semana los medios de comunicación nos han ofrecido resúmenes de todo tipo, “lo mejor” del cine, de la música y la literatura, o han destacado los “hitos” de nuestra vida pública, que sigue digiriendo los resultados de las elecciones generales. Uno no comprende la historia hasta que echa la vista atrás, pero nos inquieta lo que ocurre en España y fuera de ella, pues los conflictos crecen en vez de desaparecer, en Europa y a nivel mundial, con una guerra fría entre Estados Unidos y China. De hecho, FundéuRAE ha elegido “polarización” como palabra del año, que aparte de ser una de las más feas del diccionario hace referencia al enfrentamiento civil en el escenario político, aunque la RAE la defina como “acción y efecto de polarizar o polarizarse”, que sería orientarse en dos direcciones contrapuestas y suena a congelarse o alienarse o idiotizarse. ¿Quién se atreve a hacer un buen pronóstico para 2024? Mientras brinde esta noche por el nuevo año, la gente tocará madera y se dirá aquello de “virgencita, que me quede como estoy”, o “más vale malo conocido que bueno por conocer”, que es como ser más Sancho Panza que Quijote. Pedro Sánchez habla de una “polarización asimétrica”, de la que culpa al PP y a Vox, pero es más bien un ejemplo de la acción de polarizar, pues para entenderse hay que empezar por no culpabilizar a nadie. ¡Cuánto ganaríamos como país y como personas si en vez de sumar palabras al diccionario restásemos algunas como pecado y culpa! Los traumas infantiles crean más dictadores que las malas políticas, aunque los malos políticos no suelen tener cargo de conciencia. En términos legales, sin embargo, no hay mejor resumen del año que los Presupuestos Generales del Estado. El Gobierno acaba de aprobar la prórroga para 2024 de los de 2023, ya que no ha tenido tiempo de elaborar las nuevas cuentas anuales. ¿No cambiamos de año entonces? En Granada, los nuevos presupuestos supondrán la subida del precio del autobús, del canon de agua, la tasa de basura o el IBI, lo que ha “polarizado” bastante al personal. ¿Apuntaremos entre nuestros buenos propósitos ir siempre andando? Granada es una ciudad pequeña, pero tiene un nivel muy alto de contaminación y los atascos en la circunvalación son permanentes. ¿Y si bonificáramos el transporte público? En el resumen de 2023 eliminaremos los fragmentos que van contra nuestras convicciones y lo achacaremos a la falta de tiempo. Ojalá ensanchemos nuestro pensamiento y nuestro espacio político en 2024.

IDEAL (La Cerradura), 31/12/2023