lunes, 27 de julio de 2020

Usos de la mascarilla


Menos para tapar la nariz y la boca, la gente utiliza la mascarilla para cualquier cosa: de codera, de barbillera, de sombrero, de salvapantallas, incluso hay quien la utiliza para limpiarse el sudor y sonarse los mocos. ¡Será por virus! Los más cachondos son los jóvenes que la llevan en la frente como una bandera, como hay quien no se quita la bandera de la nariz. Las mascarillas personalizadas se han convertido en un negocio, y lo mismo te puedes cruzar con el Joker y Spiderman que con quien luce una enseña republicana. Pues hay quien ha descubierto ahora la república, después de descubrir los trapos sucios del Rey emérito. ¿No habíamos lavado todos los trapos sucios en la transición? España entera se pone la mascarilla para mirar a sus instituciones. Pero hay políticos que llevan una máscara permanente de carne y hueso, por mucho que la laven. No saben nada. No vieron nada. No supieron nada. Sólo se saben los pasajes bíblicos que hablan del cinismo. La mano derecha no conoce lo que hace la izquierda. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano, de mi concejal, de mi padre? La ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento ni las mascarillas nos libran de los tufos políticos, pero también están los insumisos, que ni cumplen las normas ni se tapan la cara porque no les da la gana. ¿Pedirán un certificado médico que les permita hacer trampa? Hay quien ya piensa en jubilarse anticipadamente gracias a la Covid-19. Pero serán muy pocos los que puedan conseguirlo, las mascarillas son buenas incluso para los asmáticos, y ha quebrado la Seguridad Social. “¡Que te tapes la boca!”, se grita ahora la gente por la calle. Y hay quien se ahoga de sólo pensarlo, aunque pueda respirar. Luego están los que celebran la vida con la boca bien abierta, para que encaje el litro de calimocho. Por eso la Junta de Andalucía piensa prohibir los botellones y cerrar los locales nocturnos, pues peores que los veinteañeros son los que tienen la crisis de los cincuenta, que no saben de horarios ni mascarillas hasta que terminan en el hospital. “¡Que viene la poli!” Sólo entonces se suben la mascarilla desde la barbilla o el cuello, o la bajan de la calva, o se limpian el codo y el antebrazo y la mano antes de llevársela a la boca, o la sacan del bolsillo, la miran y se preguntan: “¿De quién será este número de teléfono?” Ojalá no sea el de urgencias.
IDEAL (La Cerradura), 26/07/2020

lunes, 20 de julio de 2020

El VAR


La nueva normalidad se parece al nuevo fútbol: público de pega en las gradas, ovaciones grabadas, el VAR para las dudas… Aunque de pronto hay una cámara que descubre los asientos vacíos, se apagan las grabaciones y escuchas las voces de los jugadores en un estadio deshabitado, salvo por los equipos y los árbitros. Debería ser más sencillo jugar así, pero no, el vídeo arbitraje tampoco acierta siempre, y circulan las teorías conspirativas sobre una liga que ha ganado el Real Madrid por ser el mejor equipo en 38 partidos. ¿Qué dirán los árbitros? ¿Volveremos al confinamiento? El ministro Illa habla del estado de alarma como si fuera la espada de Damocles, y los ciudadanos cuentan las cifras de contagios como han contado los puntos obtenidos por su equipo los aficionados del Madrid: hay que echar cuentas para poder centrarse en la rutina. ¿Viviremos en paz? Según los expertos, los contagios provienen de un exceso de alegría: hemos acudido demasiado pronto a las discotecas y a los restaurantes, a las playas, y se han desbocado las reuniones familiares, las comuniones y celebraciones, incluso los entierros. ¿Pueden contagiarnos los muertos? Hay quien piensa que sí, y por eso elabora complejos estudios estadísticos, para acomplejar a las autoridades sanitarias. “Usted da asco”, le han dicho al bueno de Fernando Simón, que debe de estar más bien asqueado, pensando en el día en que decidió dedicarse a los estudios pandémicos. La política es otra pandemia, y la realidad se parece ahora a un recinto del que no podremos escapar. Allí donde vayamos nos encontraremos con nosotros mismos y con la posibilidad de un contagio. ¿Cuántos recursos hemos destinado a evitarlos? ¿Podemos evitarlos? En las clases separaremos a los alumnos, que fuera de institutos y universidades saldrán de fiesta como siempre, se restregarán y morrearán y harán bien, porque las autoridades no saben a ciencia cierta lo que pasa, con VAR o sin VAR, sean las clases presenciales, semipresenciales u online, en escenarios A, B o C, porque los programas educativos tienen más que ver en estos momentos con las artes escénicas. Así, hay quien prefiere abandonase a su suerte, sin tener en cuenta que puede convertirse en un peligro para los demás. Y ése es el verdadero peligro de esta sociedad, si no aprendemos a pensar en el otro, cuya vida depende de nuestra propia responsabilidad. Responsabilidad. Es una palabra grave. En los estadios resuenan quejas, gritos, vítores y cánticos fantasmales. “You'll never walk alone”, cantan los hinchas del Liverpool. No podemos caminar solos.
IDEAL (La Cerradura), 19/07/2020

lunes, 13 de julio de 2020

El runrún


Los negocios de la costa están al cincuenta por ciento, y hay un mantra que se repite entre restauradores y hosteleros: “Hay que aguantar”. El horizonte es el otoño, pero entre la gente hay un runrún sobre encierros y rebrotes. Vivimos en la provisionalidad, y para salir de ella no ayudan los miedos ni las advertencias que vienen del ministerio de Sanidad. ¿Van a confinarnos de nuevo? Mientras tanto, hay quien ha entonado el “carpe diem”, y vive como si el mundo fuera a acabarse mañana, lo que no contribuye a mejorar las cosas, ya que prescinden de mascarillas y otras medidas higiénicas. “Las mascarillas son de maricas”, ha dicho el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que si no muere de coronavirus lo hará de estupidez congénita, como su colega Donald Trump, que ha logrado que el país más desarrollado del mundo sufra como uno subdesarrollado la pandemia. Los virus no distinguen entre prejuicios e ideologías, pero en una época como ésta tener a embaucadores como presidentes es la mayor de las tragedias. ¿Cómo se puede coordinar así una respuesta mundial? Trump arrambla con las reservas de antivirales del mundo, pero antes de las elecciones los ciudadanos no tienen medios para curarse de él. En Andalucía, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, no descarta los confinamientos parciales, y en Granada, donde se han producido diez rebrotes, la incertidumbre es mayor. ¿Huimos a la playa? ¿Nos vamos al campo? ¿No nos movemos del cinturón? Se ha disparado la demanda de casas con jardín y piscina, y hay quien ya se construye un búnker en el patio. ¿Sobreviviremos a la paranoia? Crecen los rebrotes y los enanos de la política, que no contribuyen al optimismo. ¿Subida de impuestos? ¿Congelación de salarios? ¿Quién va a pagar la factura sanitaria? España ha puesto sus esperanzas en el Fondo de Recuperación europeo, pero países como Holanda no están por la labor. “En Bruselas no hay amigo ni enemigo pequeño”, dicen los diplomáticos, que no son capaces de arrancar un acuerdo de colaboración para salvar de la ruina a España e Italia, los países que más han sufrido la Covid-19. Es la comidilla del Eurogrupo, donde se ha estrellado esta semana Nadia Calviño. ¿Nos rescatarán? El runrún será el éxito musical del verano, pero, como cantaría la Casa Azul, podría ser peor: “Va a costar/hacer ver que no hay dolor, que todo sigue igual,/ esconder los desperfectos y disimular/. Qué bonita es la felicidad”. Vendrán el virus y el rescate. Y bailaremos.
IDEAL (La Cerradura), 12/07/2020