domingo, 18 de diciembre de 2016

Casa Luna

Miguel Pasquau Liaño ha publicado una novela admirable, titulada “Casa Luna” (Ediciones Miguel Sánchez, 2016): inteligente, amena y bien estructurada, tiene muchas lecturas, pero quizá sea la literatura misma el tema central, desde por qué escribimos hasta las consecuencias del hecho de escribir, para nosotros mismos y para quienes nos rodean, llegando a los lectores. Pasquau Liaño retoma un tema clásico de la literatura: el del doble o Doppelgänger, en su vertiente más filosófica o metaliteraria, pues novela sobre las diferentes voces que hay tras el escritor: los personajes, el narrador, el autor, el hombre, llegando incluso hasta Dios. Pero incluye una variante novedosa, la indagación sobre la propia autoría, es decir, se pregunta sobre quién se esconde o quién puede esconderse bajo ese nombre por el que creemos reconocer a un autor. ¿Quién se esconde tras Marcos Fortuño? Esa es la pregunta que planea sobre “Casa Luna”. Aunque también podríamos preguntarnos quién se esconde tras Miguel Pasquau Liaño, o tras cualquier persona que realiza ese acto insensato de escribir, pues nunca sabemos cuáles pueden ser las consecuencias. Y uno tiene que saber que escribir tiene consecuencias, sobre todo para quien escribe, que empezará a ser suplantado por todos sus fantasmas o todos sus dobles y a la vez, como leemos en “Casa Luna”, a usurpar el alma de las personas que ha conocido para transformarlas en personajes. En esta novela se revela un escritor pleno no sólo desde el punto de vista de la pericia novelística, sino fundamentalmente en el examen de la realidad y en buscar las claves de lo que nos ocurre, que es lo que yo creo que hacen los buenos escritores al escribir. Es excepcional el análisis que hace el autor de la actualidad política o, mejor dicho, de lo que se esconde tras la actualidad política, pues otro de los misterios que se desvelan en esta novela es lo que ha ocurrido realmente en España en los últimos años, y ahí aparece el Miguel Pasquau Liaño que conocemos por su faceta periodística, con esos artículos de reflexión política que revelan a un verdadero intelectual. Pero, me quedo, sobre todo, con el análisis de la figura del escritor, que tiene un papel esencial en la novela, del que no hablaré, porque les contaría demasiado de la historia y de la intriga, que también la hay, aunque sea una intriga inteligente, donde no hay crímenes, aunque sí varias muertes. Miguel Pasquau Liaño ha puesto todo lo que llevaba dentro al escribir “Casa Luna”. No se la pierdan.

IDEAL (La Cerradura), 18/12/2016

domingo, 11 de diciembre de 2016

Constitucionales

El mayor filósofo de nuestros días ha resultado ser Cristiano Ronaldo, que resume así el espíritu del capitalismo –antes conocido como espíritu de las leyes-: “Quien no debe, no teme”. Todo para negar que haya eludido el pago a Hacienda de 150 millones de euros, un dinero gestionado desde el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes, y que viajó primero a Irlanda y después a una cuenta bancaria suiza, práctica común, por otra parte, de la familia Pujol y de buena parte de la clase política y empresarial española. La cosa es tener la conciencia tranquila, que para eso se le paga al representante o al despacho de abogados de turno. En una semana en que se celebra el día de la Constitución –anda que no hemos llorado a moco tendido-, salta a la vista que el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos del artículo 31 no es la mayor preocupación de los españoles, sobre todo de los que encabezan la lista Forbes, como Amancio Ortega, que en los últimos años ha dejado de pagar 218 millones de euros a la Hacienda española, dentro de los 585 que se ahorró con la europea. Y no es que haya cometido ningún delito, no, la ingeniería fiscal le permite tributar donde mejor le convenga, como de hecho hacen casi todas las grandes empresas, una práctica a la que la UE pretende poner freno, aunque siga los dictados del Bundesbank, al que hay quien llama Banco Central Europeo. Pero hablamos de un deber, a fin de cuentas, en un país donde no predicamos con el ejemplo, sino donde más bien se nos educa en el incumplimiento de la ley o, como poco, en su aplicación flexible en la actividad política y empresarial, y sólo hay que fijarse en el mercado de trabajo, inexistente para millones de españoles que no es que no puedan aspirar a una vivienda digna (artículo 47 CE), sino a la mera dignidad personal (artículo 10 CE). Por no existir, en España ni siquiera existe la separación de poderes, pues actualmente es el Poder Ejecutivo quien influye en el Poder Legislativo y en el Poder Judicial, como recuerda Francisco García-Fresneda Gea en el ensayo “Separación de poderes y reserva de ley tributaria” (Atelier, 2016). Y con él recuerdo el artículo 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, que inspiró las constituciones europeas: “Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución”.

IDEAL (La Cerradura), 11/12/2016

domingo, 4 de diciembre de 2016

Emocionales

Nuestro nivel emocional debe estar rozando el colapso, a juzgar por cómo los medios de comunicación presentan sus noticias. Hace ya muchos años que Lipovetsky denunció los efectos del shock y la puesta en escena emocional de los contenidos informativos como una práctica opuesta al ejercicio ético del derecho a la información, pero hasta él se hubiera sorprendido esta semana al ver las ediciones digitales de los periódicos o los informativos de televisión. Porque buena parte de ellos abrían con la noticia del accidente del avión de la compañía boliviana LaMia que transportaba al equipo de fútbol brasileño Chapecoense, en el que perdieron la vida 71 personas, pero lo curioso es que todos ofrecían el vídeo de los últimos minutos de vida de los jugadores antes de la catástrofe. Y luego lo repetían una y otra vez a medida que completaban la información, como si no nos hubiéramos dado cuenta ya la primera de que se trataba de un recurso sensacionalista y lamentable. Como hubiera dicho Kapucinski, “el mundo de los negocios ha descubierto que la verdad no es importante, y que ni siquiera la lucha política es importante: que lo que cuenta, en la información, es el espectáculo”. Y tal vez no se esté hablando lo suficiente del papel de los medios de comunicación en la sociedad de hoy, del abandono generalizado de la información de calidad, desligada de la cultura, de la ausencia de espacios de reflexión y opinión no sensacionalista y de la confusión existente entre inmediatez y pobreza informativa. Pero cuando la información es un producto como cualquier otro se trata a los ciudadanos como consumidores, y no como ciudadanos responsables, por lo que puede que también tenga que ver este empobrecimiento de la oferta informativa con la actualidad política, con el voto masivo a personajes como Trump en USA, Marine Lepen en Francia, Nigel Farage en Gran Bretaña y en España a otros de cuyo nombre no voy a acordarme. En las constituciones europeas el derecho a la información y la libertad de expresión están configurados como la base para que exista una opinión pública libre y, por tanto, la propia democracia, con una población implicada en los procesos democráticos. Pero ¿cuáles son los niveles de abstención en nuestras elecciones? ¿Y a quiénes votarán los que votan, si buena parte de los medios no informan, sino que vomitan? Y qué decir de nuestros jóvenes políticos. El Congreso y los medios tienen algo en común: se han convertido en supermercados del entretenimiento y la banalidad.

IDEAL (La Cerradura), 4/12/2016