domingo, 27 de septiembre de 2015

La (in)dependencia del fútbol

Pues resulta que el debate más serio sobre la independencia de Cataluña se ha producido en la prensa deportiva. Esta semana, con las prisas y los miedos, nos han planteado el gran problema: ¿Y si el Barcelona no juega en la liga española? Lo podían haber dicho antes. Eso sí que merece un encuentro al máximo nivel entre el presidente del Gobierno español y el presidente del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, escoltados por Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Porque si no tenemos el gran somnífero del Barca-Madrid (con permiso del Granada y del Atleti), sí que se joroba España. Es por eso que las elecciones suelen convocarse los domingos, para que la gente cofunda la política con el fútbol y se debata entre victoria y derrota. Aunque también podría ser un empate, claro, y a ver entonces lo que vamos a hacer; en Cataluña, me refiero. Lo suyo es que lo decidan Messi y Cristiano con una tanda de penaltis. Al fin y al cabo, el uno es argentino y el otro portugués, y si se fastidia la liga española se irán tan contentos a jugar a Francia o Inglaterra, países donde se toman más en serio las cosas del comer. Porque han tenido que decirlo el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, y el presidente de la Liga Profesional de Fútbol, Javier Tebas, para que la gente se preocupe de verdad por lo que está pasando en España. ¿Qué vamos a hacer sin derbis? Eso sí que es un problema identitario, tú, no poder gritar nunca más “Hala Madrid” o “Visca el Barça” precisamente contra el Barça o contra el Madrid. La defensa de los colores provoca reflexiones de calado, y he leído magníficos artículos sobre fútbol de Javier Marías o Luis García Montero, que no por casualidad son del Real Madrid. El gran problema, en realidad –lo ha sido siempre, deben reconocerlo de una vez-, es para los hinchas del Barcelona. A mí, personalmente –que, por fortuna, también soy del Madrid-, la idea de que el Barcelona se convierta en un Ajax no me incomoda, siempre que vuelva a jugar en él Johan Cruyff. De hecho, podría llevarse a Guardiola, independentista convencido a quien nadie conocería si no hubiera jugado primero y entrenado después a un equipo de la liga española. ¡Ay! Para mí que esto no lo han pensado bien. Lástima que los votos no rueden como un balón y las urnas no sean porterías. Aunque quién sabe. Los ciudadanos, como los forofos del fútbol, a veces tenemos sentido común.

IDEAL (La Cerradura), 27/09/2015

lunes, 21 de septiembre de 2015

Fanáticos

Cada día se ofician en España nuevos funerales por la cultura, y cada vez son más las ciudades que no tienen ni una sola librería a la que los lectores puedan acudir a encontrar un buen libro: Atlántida, en Granada; Sintagma, en El Ejido; Negra y Criminal, en Barcelona, son ya sólo recuerdos de una época pasada. Pero se ve que es algo normal, ya que si uno escucha lo que dicen algunos políticos, periodistas o incluso artistas en los medios de comunicación, se pregunta en qué país se educaron, si no fue en éste. Algunas frases asombran no sólo por el desconocimiento que traslucen, sino también por la frustración y el odio, tanto que parecen proferidas por personas desequilibradas. El premio de esta semana se lo ha llevado el actor Willy Toledo, cuando ha afirmado que la independencia de Cataluña  “podría ser una grieta importante en el régimen español, que nos ha tenido sometidos a los catalanes, a los vascos, a los andaluces y a los madrileños como yo desde que he nacido”. Ese tipo que se veía tan simpático en comedias como “Al otro lado de la cama”, parece que ha tenido una vida traumática, de opresión y dictadura, cuando la realidad es que nació en Madrid en 1970, por lo que, desde que tuvo uso de razón, ha vivido en una democracia. ¿Dónde está el sometimiento de los catalanes, vascos, andaluces y madrileños en la Transición española? La generación de Willy Toledo y la de los que vivieron su adolescencia en los años 80, es una generación felizmente amnésica, a cuyos miembros ciertamente no les explicaron todo lo que había ocurrido en España, pero que, a diferencia de sus padres y abuelos, pudieron hacer siempre lo que les dio la  gana. Y precisamente por eso, cuando años después descubren la política, parecen sufrir una especie de iluminación que los convierte en fanáticos. Así, el deseo legítimo de independencia de una parte de la sociedad catalana está sirviendo para enmascarar otro tipo de intereses individuales y colectivos, empezando por la corrupción de una parte de la clase política que no aspira a una nueva administración tributaria, sino a administrar una justicia propia que los libre de la española. Es decir, a un nuevo régimen –ese sí- donde puedan actuar con absoluta impunidad. Mientras, en Europa se discute el número de refugiados que acogerá España. Quizá ellos puedan explicarnos lo que significa tener que huir de su país y de la guerra para que valoremos nuestra democracia.

IDEAL (La Cerradura), 20/09/2015

domingo, 13 de septiembre de 2015

Un día perfecto

Una vez me aconsejaron que viera comedias en el cine como medio infalible para estar de buen humor, y aunque no siempre cumplo el consejo, esta semana he visto “Un día perfecto”, ambientada en la guerra de Bosnia, pero rodada en Granada. La película, dirigida por Fernando León de Aranoa, cuenta un día de la vida de un grupo de cooperantes, interpretados por unos magníficos Tim Robbins, Benicio del Toro, Olga Kurylenko, Mélanie Thierry y Fedja Stukan (quien nació en Sarajevo y vivió la guerra), que tratan de sacar un cadáver de un pozo de agua potable. La cuerda con la que izan el cadáver se rompe, y los cooperantes tendrán que buscar otra por un país destruido. Sin embargo, a ritmo de rock, la tragedia se convierte en comedia, porque la humanidad y el sentido del humor no necesitan de géneros, que todo lo cosifican. Pero si uno logra abstraerse de la ficción, reconocerá perfilándose en el horizonte el pico del Veleta, Cumbres Verdes, las carreteras de la Zubia, las minas de Alquife; y pensará que la realidad puede tener muchas caras y hay otras vidas posibles. Es de lo que parece haberse dado cuenta Europa al asomarse a la ventana de esta vieja casa para contemplar la soledad, la desesperación, la vergüenza y la muerte. Y ha abierto la puerta. Lo piensan cientos de miles de refugiados que ahora se apresuran a entrar. Aunque lo que aparentemente es un día perfecto, encubre trabas administrativas, burocráticas, los prejuicios y el miedo de ciudadanos en el paro y la pobreza que ven cómo a otros aún más desgraciados les ofrecen vivienda y trabajo, y de dirigentes que ven a seres humanos de primera o de segunda, según sean sirios, iraquíes o afganos. Pues el reparto planeado por la UE es para los primeros y los segundos, pero no para los terceros. Hasta en la ruina más absoluta hay clases. Y así, uno escucha las declaraciones de Ángela Merkel, convertida de pronto en un hada madrina dispuesta a acoger a 500.000 refugiados, frente a François Hollande, que prefiere intervenir en la guerra de Siria, y a Mariano Rajoy, que propone un nuevo Plan Marshall en aquel país para que sus habitantes no vengan a éste. Mientras, los refugiados rompen sus papeles en las fronteras porque, antes que ser deportados, prefieren ser nadie. Y es que, como en la canción de Lou Reed, si logramos olvidarnos de los prejuicios domingueros de nosotros mismos, algunos días pueden ser perfectos.

IDEAL (La Cerradura), 13/09/2015

domingo, 6 de septiembre de 2015

Populistas

Algunos políticos se empeñan en dejarnos frases memorables, sacadas del pasado, de películas de serie B o de su educación traumática, quién sabe. La de Xavier Albiol, candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, resume bien la política del PP respecto al problema regional español: “Se acabó la broma”. ¿Se la habrá oído a Charles Bronson? ¿A Clint Eastwood? ¿A Anacleto? Y eso, refiriéndose a la última propuesta legislativa del Gobierno español que, por su parte, pretende convertir al Tribunal Constitucional en una especie de Rambo mezclado con Terminator. ¿O serán Mortadelo y Filemón? Porque la idea de dotar al Tribunal Constitucional de potestad sancionadora para ejecutar sus sentencias parece un chiste, si no fuera porque revela que quienes gobiernan no creen vivir en un Estado de derecho, sino en un Estado policial, capaz de transformar también a Artur Mas (el penúltimo presunto corrupto) en Mariana Pineda. Este Gobierno crea problemas en vez de solucionarlos, y confiar en la demagogia en vez de en un buen programa para ganar las elecciones no es la mejor opción, como tampoco adoptar medidas populistas, ese concepto que denuestan. Convertir al máximo intérprete de la Constitución española en un órgano sancionador significa no respetar los principios democráticos ni los derechos fundamentales, quedándose en la literalidad de la expresión “el imperio de la ley”, pero desconociendo su significado: un parlamento donde se debaten y se aprueban las normas, un gobierno que las ejecuta y un poder judicial independiente que las interpreta en caso de conflicto. Ése es el sistema en un Estado de derecho. Y precisamente lo que se hace en los regímenes populistas es saltárselo, reformando la Constitución y las leyes para perpetuarse en el poder o las principales instituciones para que actúen a imagen y semejanza de quien gobierna. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Ante la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial y ante la pasividad del Gobierno, las iniciativas para atender a los refugiados han partido de ciudades como Barcelona, Madrid y Cádiz, o de comunidades autónomas como la Valenciana, gobernadas por responsables públicos tildados de populistas. Una red de ciudades de acogida respaldada por ciudadanos que ofrecen sus propias casas. Pues eso es la política. Esta mañana he visto cómo una mujer de unos sesenta años, que iba con su carrito de la compra, ha robado el pan que habían dejado en la puerta aún cerrada de un comercio del barrio. Supongo que la mujer tenía hambre. Eso es lo que está ocurriendo en España.

IDEAL (La Cerradura), 6/09/2015

viernes, 4 de septiembre de 2015

Mediterráneo

Visto desde la propia carretera, el puente que cruza el río Guadalfeo, muy cerca de la localidad de Lobres, parece una obra futurista: un inmenso arco de 280 metros que conecta dos mundos entre sí (¿o no lo son Nerja y Motril?), o acaso sean dos tiempos, pues debajo todavía se ven los acueductos de piedra que aseguraban el suministro de agua. Cuando uno conduce sobre el asfalto no lo aprecia, pero para construir esa obra magna ha habido que dedicar muchos recursos y mucho esfuerzo, incluso vidas humanas. Como espectadores, nos fascinan los documentales donde se cuentan las múltiples teorías que explican la construcción de las pirámides de Egipto, por ejemplo, en las que trabajaron generaciones enteras, pero quizá también nos deslumbren las conversaciones con los ingenieros y arquitectos que han hecho posible que podamos viajar por la costa andaluza.
Muy cerca, el antiguo puente sobre el mismo río que todavía existe en Vélez de Benaudalla, de 112 metros, formó parte del catálogo de obras públicas que el Cuerpo Nacional de Ingenieros de Caminos llevó a la Exposición Universal de París en 1878. Aunque lo que allí son bóvedas de cañón de sillería, aquí son pilares de acero y hormigón, sobre los que se alza un arco de tablero inferior de 140 metros, situado en la mediana. Contemplándolo, pienso en las barcas solares de los faraones, que simbolizan el ciclo de la vida y la muerte mediante el ciclo solar a través del cielo, de oriente a occidente. 
Y es que si pensamos en los catorce años y los 1.180 millones de euros que se han invertido en la autovía A-7, para unir el litoral de las costas de Málaga, Almería y Granada, sin duda puede hablarse de una obra faraónica, que nos permitirá que, en poco más de media hora, podamos viajar desde la Punta de la Mona hasta El Ejido. Personalmente, es la parte del litoral andaluz que prefiero, desde Nerja a Almerimar, tal vez por razones sentimentales, pero también por cierto malditismo que este mes de septiembre tocará a su fin con la inauguración del último tramo de autovía entre Carchuna y Castell de Ferro. Así, de Cádiz a Barcelona, uno podrá recorrer completamente la Autovía del Mediterráneo, aunque hayamos tenido que esperar al año 2015, una cronología de película de ciencia ficción. Y sin ser faraones, realizaremos un viaje cósmico por las costas de España de sur a norte o de norte a sur.
Como escribía Juan Rulfo, el camino sube o baja según se va o se viene. “Para el que va, sube; para el que viene, baja”. Y, quince años después, puede que aún se produzca esta conversación:
- ¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
- Adra, señor.
- ¿Está seguro de que es ya Adra?
- Seguro, señor.
- ¿Y por qué se ve esto tan triste?
- Son los tiempos, señor.
Pero no estamos leyendo Pedro Páramo. Y nosotros iremos en coche. Ya tiene autovía el Mediterráneo.

El Mundo de Andalucía (Viajero del tiempo), 4/09/2015