domingo, 26 de julio de 2015

Tablate

      La historia es una resurrección de la vida en su totalidad, y lo pienso cuando cruzo el puente sobre el río Tablate camino de Lanjarón. Lo pienso hoy, que no es 26 de julio de 2015, sino el día 11 de enero de 1569, y me parece ver a los cuatrocientos moriscos que huyen desde el Albaicín comandados por Aben Farax y que hace unos días intentaron levantar la ciudad de Granada. Lo sabe bien el Marqués de Mondéjar, que los persigue después de haber contemplado su huida desde los muros de la Alhambra. Entonces el río Tablate constituía un foso natural para la Alpujarra, a los pies de Béznar; sólo que allí las murallas y las torres del castillo eran las propias montañas. Los rebeldes contaban con casi 3.000 hombres, atrincherados en las cuestas y las colinas que dominaban el puente y cortaban el paso hacia Lanjarón. No se olvidaron de destruir la plataforma, y apenas dejaron unos maderos por los que a lo sumo podría aventurarse un hombre delgado. El Marqués de Mondéjar contemplaba desafiante las banderas rojas y blancas de sus enemigos ondeando al otro lado, y dispuso en la vanguardia a sus arcabuceros para que protegieran a los jinetes y al resto de la tropa. Acercándose al puente abrieron fuego: doscientos balines de plomo ardiente cruzaron el tajo y perforaron cuero y cotas de malla, abrasando la carne, y causando estragos entre los moriscos, que aunque respondieron a los disparos, no disponían de tantas armas de fuego, por lo que se vieron obligados a retirarse. Fue el momento que aprovechó un fraile franciscano llamado Cristóbal Molina, quien, enarbolando un crucifijo en la mano izquierda y una espada en la mano derecha, se precipitó corriendo sobre el puente y, dando un salto tremendo, consiguió pasar al otro lado. El ejemplo fue seguido por varios soldados, que consiguieron cruzar también y ayudar al fraile a recomponer el puente con más maderos y piedras. Por él pasó toda la tropa que traía el Marqués, con caballos y artillería, y los moriscos al mando de Aben Farax no tuvieron más remedio que huir. Todo eso cuentan las crónicas, aderezado por la satisfacción de la sobremesa que alargo para mejorar la digestión con el excelente vino pocos kilómetros más allá de donde se produjo esta batalla, en el restaurante el Volante, en Lanjarón, donde leo que una joven británica ha muerto haciendo puenting: “Salto mortal desde el puente del Tablate”, titula la noticia IDEAL. Y pienso de qué extrañas maneras reescribimos la historia.

IDEAL (La Cerradura), 26/07/2015

lunes, 20 de julio de 2015

Meritocracia

Visto lo visto, en Granada las Administraciones públicas deberían dedicarse a otra cosa o, simplemente, desaparecer. Después de los bochornos sucesivos del Centro Lorca y del Patronato de la Alhambra, las instituciones presumen de “buscar un consenso” para elegir al director/a de ambos organismos. ¿Por qué no se convoca un concurso público? ¿Qué nos importan a los ciudadanos las afinidades políticas o sentimentales de las personas a las que vamos a pagar de nuestro bolsillo por realizar un trabajo para el que, como mínimo, deben ser profesionalmente dignos? Si esa persona le cae bien a A o a B, o si le debe o le ha hecho favores a B o a A, no nos interesa. ¿Está capacitada para gestionar la Alhambra o el Centro Lorca? Teniendo en cuenta quiénes son los patronos de estas instituciones podríamos pensar que no es ésa la cuestión, pero el director debería ser un profesional, y no un político que va pasando de cargo en cargo sin haber demostrado la más mínima cualificación académica o laboral. ¿No deberíamos conocer el currículo de nuestros responsables públicos, además de su declaración de la renta? ¿No se exige en cualquier entrevista laboral? ¿Por qué soportamos a responsables públicos que no son ni licenciados en Derecho? A las personas que trabajan con los derechos y libertades de los ciudadanos habría que exigirles la máxima formación. O por los menos que conozcan las normas básicas del ordenamiento jurídico. Si hoy día no pasarían de la primera entrevista para encontrar trabajo en una empresa, ¿qué hacen encabezando una lista electoral? Los políticos deberían representar a los ciudadanos, y no los intereses de partido. Pero los partidos y las Administraciones públicas en España no se han dedicado a trabajar por los ciudadanos, sino a crear redes clientelares que pueden explicar algunos resultados electorales repetidos desde la Transición. Una práctica que fomenta la mediocridad, la discrecionalidad y las asimetrías sociales. Al contrario, la meritocracia no debería aplicarse solamente para la contratación en la función pública. ¿Sería mucho pedir que en todas las organizaciones que trabajen por el interés público se aplicasen los mismos criterios? El supuesto carisma de las caras más visibles de nuestra política se parece más al de los participantes en programas como Supervivientes o Sálvame, pero nos da la medida de las personas que los apoyan, dentro y fuera de los partidos. Tan malo como el sectarismo puede ser para la gestión pública este tipo de consenso. Actualmente, el mayor mérito de nuestros políticos es su descrédito.
IDEAL (La Cerradura), 19/07/2015

domingo, 12 de julio de 2015

Vergüenza ajena

En Granada, el peor bochorno no lo causan las temperaturas de 42,8º ni el fuego en los Gualchos y Lújar, sino el alcalde, José Torres Hurtado, que cuando abre la boca hace gala de su educación. Precisamente delante de los diez estudiantes con las mejores notas en Selectividad, va y se luce con una frase machista y lamentable, de viejo verde: “Las mujeres, cuanto más desnudas, más elegantes”. Y qué bien se visten los retrógrados, “de sport, comodicos, en camisa y pantalones”. Este individuo toma las decisiones más importantes en la ciudad de Granada. Y en su partido le ríen la gracia. ¿Piensan como Torres Hurtado las 39.063 personas que le votaron en las pasadas elecciones municipales? ¿Están a favor de la discriminación, del sexismo, de la consideración de la mujer como un mero objeto sexual? Mar Villafranca llamó tontos del culo a los votantes del PP en Granada, aunque tampoco es que ella esté muy contenta ahora. ¿Hay algún político en esta ciudad que no muera por la boca? Algunos se transforman en público en el personaje que siempre quisieron ser: campechanos, dicharacheros, bocazas. Aunque es peor cuando se les distiende el bolsillo. Sin embargo, aquí todo se arregla pidiendo disculpas, o negando los hechos, pues sólo se dimite cuando no se tiene más remedio. Y tampoco tienen desperdicio las disculpas del alcalde, que vincula sus palabras a la ola de calor. “Sólo quería decir que teníamos que ir fresquitos”. ¿En qué se parecen la política y la educación? Ya se sabe: en que revelan al sabio y ocultan al necio su falta de entendimiento. Por eso quizá pretenda el alcalde, aprovechando que el río pasa por Pisuerga, crear otra área de “aprovechamiento o comercialización” de la Alhambra, distinguiéndola del área de conservación del monumento nazarí. Es lo que nos faltaba, que, dados su buen talante y excelente educación, Torres Hurtado se dedicara a promocionar el monumento más visitado de España. ¿La convertirá en un botellódromo? ¿En el destino dorado para las despedidas de soltero? ¿En el escenario para bodas privadas? Como él mismo ha afirmado, cuando “hay muchísimo dinero de por medio pueden ocurrir cosas no deseables”. Quizá se refiera a la remodelación del transporte público de la ciudad o a tantas obras innecesarias. Con el cambio de estatutos, el bochornoso Centro Lorca también va a estar adscrito al ayuntamiento. Y es que da pena –que no risa- pensar en Granada como ciudad cultural, a pesar de la UNESCO. Arden las calles, pero de vergüenza ajena.

IDEAL (La Cerradura), 12/07/2015

domingo, 5 de julio de 2015

Buenos y malos

En verano el calor nos obliga a relajarnos, y podemos caer en la tentación de creer que la realidad política es lenta y soporífera, un juego de buenos y malos. Según donde miremos, los medios de comunicación nos presentan a Alexis Tsipras como un héroe o un villano, aunque más bien parece un cínico que lidia con los acreedores y el pueblo griego como si fueran piezas de ajedrez, o tal vez los personajes de Juego de Tronos. ¿Votamos sí para permanecer en la Unión Europea? ¿Votamos no para salirnos del euro? “Se trata de votar no para permanecer en el euro”, explica Tsipras, que pretende trasladar a los ciudadanos esa forma confusa que tienen de ver la realidad algunos políticos, diciendo y haciendo lo contrario de lo que se piensa, o pensando lo contrario de lo que se hace, o haciendo en función de lo que hace o dice el contrario o de lo que creemos que piensa, aunque nosotros no tengamos nada claro lo que pensamos, porque todo lo hacemos “en función de” o “según qué”. Y es una lástima que esta gente se dedique a la política. Sería mejor que se pasaran toda la vida analizando Juego de Tronos y jugando en la consola al Estratego, pero sin jorobar a la gente. A esos pensionistas que tienen que mendigar su pensión o a los padres que temen que mañana no puedan alimentar a sus hijos. Porque lo que nos duele es el bolsillo, como sabe muy bien Mariano Rajoy, que ha inaugurado la campaña electoral adelantando seis meses la rebaja de tipos del IRPF. El presidente del Gobierno está convencido de que la política es un sinónimo de economía, y que el ciudadano sólo la entiende cuando realiza la declaración de la renta. Y no es que sea una mala manera de entender la gestión pública, pero se olvida de otros componentes como las ideas, que aún llevan a la gente a votar. Más bien parece que confía en que nos olvidemos de “ese señor” que se llama Luis Bárcenas y que asegura que el propio presidente recibió donativos de empresarios especialmente interesados en su gestión. Pero esto es algo más que un juego entre buenos y malos. Alemania parece haber olvidado también la generosidad con la que se le perdonaron sus deudas en el siglo XX y que permitió construir la actual Europa. De nada sirven las instituciones y las políticas si no persiguen el bienestar de los ciudadanos españoles, alemanes o griegos.

IDEAL (La Cerradura), 5/07/2015

sábado, 4 de julio de 2015

Ciudad Picasso

La pobreza cultural de la sociedad contemporánea se refleja en las iniciativas de algunas ciudades andaluzas, dispuestas a hacer buenas las palabras de Alberti: ¿Tantas cosas han muerto, que no hay más que museos? Lo piensa Rogelio López Cuenca (http://www.lopezcuenca.com/) que, muy al contrario, cree en una ciudad viva, en permanente construcción. Lo demuestran sus proyectos: Mapa de México, Mapa de Roma, Valparaíso, Ciudad Picasso, Historia de dos ciudades, Nerja Once, o los libros Efigies y Fantasmas, guía monumental de Huelva (Diputación de Huelva) realizado con Elo Vega, y Málaga 1936. Las obras de López Cuenca podemos encontrárnoslas en los espacios públicos de Nueva York, en la Galería Juana de Aizpuru, de Madrid, en la Fundación Joan Miró, en el Centro de Arte Contemporáneo de Sevilla o en el Centro de Arte Reina Sofía, pero él siente debilidad por mostrar también esas obras de arte que uno puede apreciar en mitad de la calle.
¿Se puede reinventar una ciudad sumando un Museo Picasso, un Museo Carmen Thyssen, un Centro Pompidou, una filial del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo y un Centro de Arte Contemporáneo? En Ciudad Picasso, López Cuenca habla del “milagro” por el cual una ciudad periférica y en decadencia se transforma en un lapso de tiempo inusitadamente breve en una ciudad “global” y “cultural”, y se convierte en un destacado destino turístico: “Y todo a partir del aterrizaje de un museo que, a modo de nave nodriza procedente de otra civilización, se configura como el eje central de una extraordinaria metamorfosis urbanística, económica, cultural y social, dando lugar al nacimiento de un sentimiento de autocomplacencia y cohesión identitaria que sería el sueño de cualquier dirigente político”. Bajo esa perspectiva, el museo pertenece a la misma categoría que los hoteles o los restaurantes de lujo, incluso la misma ciudad funciona como una empresa, con su marca comercial: Picasso Málaga, o “Málaga, donde la cultura es capital”, lema con el que acudió a Fitur 2015.
Y es que construir una marca parece algo ineludible cuando las ciudades compiten por atraer el mayor número de turistas, única manera de valorar hoy día la cultura y el ocio. Como dice López Cuenca, “estos museos no tienen como objetivo satisfacer necesidad alguna de la ciudadanía, sino generar beneficio económico, extrayéndolo del flujo turístico”. Así, el museo habría renunciado a su finalidad educativa, convirtiéndose en una franquicia de marcas culturales que ofrecen a sus filiales aquellos fondos que no se exponen en la casa madre. El discurso artístico se revela como un discurso ideológico cuando conversamos con Rogelio López Cuenca, en cuyas obras se mezclan la fotografía, el cine, la pintura, la escultura y la literatura con una fuerza arrolladora y transformadora de la sociedad, opuesta a la concepción de la cultura como negocio.
Lo evidencian dos proyectos en proceso: El paraíso de los extraños, donde analiza la construcción de la imagen del mundo árabe-islámico en occidente, y Gitanos de papel, realizado con Elo Vega, donde mediante publicaciones, cursos, talleres y exposiciones, se aborda el rol de la comunidad gitana en el imaginario occidental, europeo y especialmente español y andaluz. Quizá el arte carezca de una definición, pero Rogelio López Cuenca es un artista comprometido consigo mismo, con su ciudad y con su tiempo. Ante sus obras, somos algo más que espectadores.

El Mundo Andalucía (Viajero del tiempo), 3/07/2015