domingo, 24 de septiembre de 2017

Lecciones

Como en esas ocasiones en que encendemos el ordenador y el sistema operativo se reinicia de improviso, quizá deberíamos reiniciar el sistema democrático, colapsado por el virus del proceso kafkiano de Cataluña. Aunque al menos nos ha servido para que se retraten los políticos españoles, desde Mariano Rajoy y Carles Puigdemont a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y lo peor es quizá lo de este último, que habla de presos políticos cuando se aplica la ley en el Estado de Derecho, y que insulta así la memoria de tantos represaliados en la dictadura franquista, demostrando una vez más que es un trilero de la política e incapacitado para gobernar un país, al menos democrático. Pero tampoco ha estado a la altura de las circunstancias Mariano Rajoy, a quien quizá terminen por hacerle una estatua los independentistas en la rambla de Canaletas, ya que probablemente haya sido de las personas que más han contribuido a la causa por su falta de sensibilidad política, que en su caso es mero hieratismo. Y qué decir de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Carme Forcadell, que han logrado llevar el odio y la violencia a las calles, mintiendo y manipulando a una población que ya vuelca su impotencia contra las fuerzas de orden público y las instituciones del Estado. Detrás de algunos lloricas se esconden verdaderos psicópatas, y viendo el respeto que estos en concreto tienen por la ley, ojalá sirva al menos el proceso para que los catalanes se libren para siempre de esta clase política. Y a buenas horas hemos escuchado a Luis de Guindos hablar de la reforma del sistema de financiación autonómica y a Íñigo Méndez de Vigo de la reforma de la Constitución, que algunos han enarbolado como si fuera una vaca sagrada, igual que otros enarbolaron el Estatut como si fuera el vellocino de oro. Lo que más debería preocuparnos es la inflexibilidad de quienes deben solucionar el problema, salvando quizá a Albert Rivera, que al menos tiene las ideas claras y hace propuestas concretas, pues de Pedro Sánchez ni en su partido saben lo que piensa. El nacionalismo ha perdido los papeles, y lo lamentable es que no es la primera vez que en España se acosa a las personas y que algunas agrupaciones políticas se comportan como organizaciones mafiosas o sectas religiosas radicales. En el País Vasco se ha matado durante años defendiendo ideas no muy distintas a las de los independentistas catalanes. Pero, lamentablemente, en toda España sigue habiendo demasiada gente que confunde la política con el terrorismo.
IDEAL (La Cerradura), 24/09/2017

domingo, 17 de septiembre de 2017

Independencia

En estos días en que tanto se habla de “choque de trenes”, “conflictos”, “procesos”, “golpes de Estado” y demás clichés para referirse a la secesión de Cataluña y la desintegración del imperio, según la conocida canción de los Nikis, yo me fijo en la destrucción individual, que algunos se empeñan en ejecutar también a conciencia.  Observo a la gente que duerme en la calle, cada vez más, y que convierte el portal de tu vecino en una casa improvisada. Sólo que no se trata de una casa, y si pasas por allí temprano verás al menos a dos personas durmiendo, que quizá a las siete o las ocho, cuando lleguen los camiones de reparto con el ruido característico, se levanten y doblen sus mantas, como si hicieran la cama. Pero no hay cama. Sólo hilos de excrementos que llegan hasta la acera, porque tampoco hay baño. No sé dónde (si pueden) desayunarán, pero pronto se incorporan a su puesto de trabajo, que es un cartón (el mismo colchón que utilizan para dormir) doblado en la puerta del supermercado. Como un vecino más, este hombre en concreto saluda a la clientela, pero conforme pasan las horas y va trasegando los litros de cerveza que consigue comprar, su comportamiento cambia. Los saludos amables se convierten en quejas o insultos, y al atardecer en gritos. “¡Vosotros!”, dice. “¡Estoy así por vosotros!” Si no fuera un indigente, uno incluso pensaría en Carles Puigdemont o Gabriel Rufián, esas personas que viven gracias al sueldo y al odio que al parecer les procura el Estado. Pero a mí este hombre me despierta mayor solidaridad, aunque su vida se haya convertido en otro disparate. Uno pierde su trabajo, su casa y su familia y se encuentra en la calle. Uno inventa otro mundo en el que poder vivir sin normas, haciendo simplemente lo que le da la gana, embriagándose de una libertad tan vacía que sólo te permite agarrarte a una bandera o a una litrona. Hasta que el vecino se harta. Porque también tiene que levantarse e ir al trabajo, porque tiene –vaya por Dios- que cumplir las normas. Y la historia acaba con la policía en la puerta del supermercado. Y con el indigente, que en ese momento no sólo grita, sino que además insulta y agrede a quien le lleva la contraria, detenido. Podría ser el DIA del barrio. Podría ser, incluso, una ciudad o un país. ¿La independencia? Parafraseando a Bierce, es la condición política de la que cada nación y cada persona creen tener el monopolio.

IDEAL (La Cerradura), 17/09/2017

domingo, 10 de septiembre de 2017

Ciudadanos

Me asombra que entre tantas opiniones sobre el proceso independentista de Cataluña haya tan pocas que se preocupen por los ciudadanos. Por las personas que asisten atónitas al tira y afloja entre la Generalitat y el Estado central y que, sin embargo, no saben cómo será a partir del uno de octubre su vida, o las represalias que desde el Gobierno catalán –para el que el chantaje es algo ya habitual- pueden tomar según cuál sea su comportamiento. La sensación generalizada es que nuestros políticos viven en la Ínsula de Barataria, y lo único que cambia es la bandera que ondea en ese país idílico, que cada cual reviste de unos atributos mayúsculos. Porque demasiados políticos sólo respetan la ley si a ellos les conviene y, en ese sentido, hay poca diferencia entre la corrupción que ha socavado la credibilidad de los partidos y del propio sistema democrático y el proceso independentista de Cataluña, donde la prevaricación es práctica institucionalizada, pero cuyo poder político –desde el clan Pujol- ha sido cimentado por el Gobierno central en sucesivos pactos de legislatura. Y es que al PP y al PSOE les ha faltado sentido de Estado, por su incapacidad para ponerse de acuerdo en cuestiones fundamentales como es la organización territorial. Y no está de más recordar que, aunque resulta indudable la ilegalidad de las leyes aprobadas por el parlamento catalán esta semana, también fue indudable la legalidad en la aprobación del Estatut por el mismo parlamento autonómico y por el parlamento español –como cualquier ley orgánica- y que luego tumbó parcialmente el Tribunal Constitucional previo recurso discutible y electoralista del PP, actualmente en el Gobierno. Sin duda, si hubiera existido mayor voluntad política, no estaríamos hablando hoy de la independencia de Cataluña. Y en este contexto, la única tranquilidad nos la proporcionan los funcionarios, los letrados que advierten de la irregularidad de los procedimientos a la presidenta del parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, los secretarios de los ayuntamientos catalanes que paran los pies a los alcaldes y los miembros de las fuerzas de orden público que han recibido –por fin- instrucciones concretas de la Fiscalía sobre el referéndum. Funcionarios que sí suelen respetar las leyes, entre otras cosas porque han tenido que estudiárselas antes, cosa que no podemos decir de todos nuestros políticos. Mientras tanto, a la costa de Motril siguen llegando pateras cargadas de subsaharianos. Personas a las que sólo les importa tener una oportunidad para trabajar y vivir en paz. Como a la mayoría de los ciudadanos.

IDEAL (La Cerradura), 10/09/2017

domingo, 3 de septiembre de 2017

Tesoros

En las vacaciones creemos recuperar un tesoro que perdimos en la infancia, la posibilidad de disponer del tiempo como queramos, que es como vivir en un mundo a nuestra medida. Luego llega septiembre y, como el poeta, uno se dice que nunca ha sido tuya esa infancia, olvidada en la rutina. Pero debe de estar allí, en lo más profundo, esperando una nueva oportunidad. Nos lo ha recordado esta semana la expedición que ha rescatado los cañones de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida en un punto no precisado al sur del Cabo Santa María, cerca del Estrecho, después de la batalla que fue precedente de la Batalla de Trafalgar. Este pecio fue expoliado por la compañía Odyssey Marine Exploration, y sólo después de un largo proceso judicial el tesoro de 595.00 monedas de oro y plata fue devuelto a España. Sin embargo, hoy día las aguas del Estrecho siguen infectadas de piratas. Han sustituido los cañones por el sónar y los mosquetes y las espadas por bufetes de abogados. Navegan bajo el pabellón de paraísos fiscales como Togo o de empresas como la citada, y siguen contado con el apoyo inestimable de la Royal Navy, que desde Gibraltar radiografía el fondo marino español para apropiarse de las toneladas de metales y piedras preciosas procedentes de la América colonial. Se calcula que hay unos setecientos pecios hundidos en nuestras costas. Si España fuese capaz de recuperar los cargamentos de todos esos barcos hundidos, acabaría para siempre con su deuda pública, y lo mismo le sobraba para crear un nuevo sistema de financiación que contentara a todas las Comunidades Autónomas, incluida Cataluña. Y resulta esperanzador ver a las instituciones hacer algo útil, en este caso el Ministerio de Cultura y Deporte, que ha comandado la expedición junto al CSIC, el Instituto Español de Oceanografía y la Armada Española. Una buena manera de recuperar cierto orgullo patrio y comenzar el mes de septiembre, si no tatareando el himno español, al menos volviendo a cantar una canción de piratas: Delante, el horizonte brumoso sobre el mar, como la realidad emergiendo entre las brumas del sueño. Junto a nosotros sólo está el tiempo, estimulando nuestro cansancio, atento los vaivenes del timón. Unas veces toma la forma de un niño, que nos susurra cosas; otras la de un viejo que nos mira y sonríe irónicamente, con su rostro ajado de derrotas. Entonces también nos reímos un rato de nosotros mismos y ansiamos un puerto donde poder echar un trago de ron.

IDEAL (La Cerradura), 3/09/2017