domingo, 31 de enero de 2016

Ombligos y coletas

En comparación con otras realidades mucho menos favorecidas por las circunstancias políticas y económicas, resulta bochornoso que en España se utilice el término “plurinacionalidad”, común en América Latina para referirse a los pueblos aborígenes que han sufrido la segregación racial y económica, la exclusión y la marginación en países como Bolivia, Ecuador o Perú, donde sí puede hablarse con propiedad de procesos de emancipación de los pueblos indígenas, pues aún deben superar los resabios coloniales. Pero no en Cataluña o Andalucía, sociedades democráticas donde existe una autonomía política propiciada precisamente por la Constitución española de 1978. Como “el derecho a decidir”, un eufemismo del derecho a la autodeterminación que sólo tiene sentido en países que han sido colonias. Porque lo cierto es que en todo el territorio español se está decidiendo lo que está ocurriendo, y la realidad política es una consecuencia de nuestras decisiones e indecisiones, cuando no de omisiones pasmosas. Pero estamos tan acostumbrados a hacer declaraciones políticas vacías de contenido, que incluso las hacemos en la constitución o en los propios estatutos de autonomía, los documentos políticos más jurídicos. Por ejemplo, en el artículo primero del Estatuto andaluz, que señala: “Andalucía, como nacionalidad histórica y en el ejercicio del derecho de autogobierno que reconoce la Constitución, se constituye en Comunidad Autónoma en el marco de la unidad de la nación española y conforme al artículo 2 de la Constitución”. Pero, de este dictado, sólo tiene trascendencia jurídica la referencia a la constitución de la comunidad autónoma, facultad que le es reconocida a su estatuto como norma constituyente regional por la propia Constitución española. Así, ¿cómo nos puede extrañar que políticos como Pablo Iglesias propongan un Ministerio de la Plurinacionalidad? Lo siguiente podría ser un Ministerio de la Magia, porque en España hay una competición para averiguar cuál es el territorio más fantástico. Pero es la falta de rigor de nuestros mayores la que propicia estos engendros de la democracia. La poca categoría, honradez, transparencia y solidaridad con los ciudadanos de nuestra clase política ha generado extremistas a un lado y otro del arco parlamentario. Y ahí los tienes ahora, peleándose por un lugar más a la izquierda o a la derecha del hemiciclo, como si estuvieran en el colegio. Eso es lo que parece actualmente el Congreso de los Diputados. Porque, de los trescientos cincuenta, se ve que no hay hombre o mujer capaz de asumir la responsabilidad de gobernar sin mirarse antes el ombligo o atusarse la coleta. Pues esto hemos votado.

IDEAL (La Cerradura), 31/01/2016

domingo, 24 de enero de 2016

Aves

Pues resulta que Granada ha entrado en el club de las ciudades con Ave, y allí se ha plantado el alcalde, aunque él, desde luego, no haya podido viajar en Ave. Porque Granada ¡no tiene Ave! De hecho, ahora mismo, tampoco tiene tren, ni siquiera normalito, para viajar a Madrid, porque la estación de Andaluces está en obras. Hay dos barrios enteros pidiendo el soterramiento de las vías en la ciudad, pero mientras tanto el alcalde está en el club, posando con el resto de alcaldes que sí habrán podido viajar en Ave bajo una pancarta con el siguiente lema: “10 años creciendo juntos”. ¡Ja, ja, ja! ¿Se refieren a los años que llevamos esperando al puñetero pájaro en Granada? Pero ahí lo tienes, vendiendo las ventajas de la propaganda turística de este colectivo de ciudades, aunque aquí no pueda llegar ni un turista en tren. ¿Se puede tener menos sentido de la realidad? Pues ahora a Fitur, donde hay que costear que vayan ediles varios a contar las bondades de esta ciudad anestesiada por la desfachatez de esos mismos “responsables públicos”. ¡Que vamos a vendernos junto a Sevilla, Córdoba y Málaga! Sevilla y Córdoba tienen Ave desde hace veinticinco años; Málaga, desde hace cinco. Así que no me extrañaría que el siguiente paso del alcalde fuera una inauguración a pie de obra, como el Centro Lorca, esperando el fantasma del engendro mecánico como allí los fantasmas esperan el legado del poeta. Nada que no se vaya a arreglar, claro, como el Ave, que llegará por fin el año o el mes que viene, mañana o dentro de un lustro. ¡Si es que no tenemos paciencia! Nos pasa lo que al concejal de Economía con los presupuestos municipales. Ante la duda de la aprobación o de la prórroga, lo mejor es echarse un selfie con los sindicatos, con chantaje incluido. Por si quieren cobrar. Ya que la televisión municipal no ha creado un agujero económico lo bastante grande, el ayuntamiento debería desarrollar un programa informático del tipo Matrix: una ciudad virtual y paralela donde haya llegado el Ave, se haya inaugurado de verdad el Centro Lorca y las cuentas municipales estén perfectamente saneadas. Más o menos lo que ocurre ahora, según se nos dice desde la corporación. ¿Cuánto puede acercarse a la verdad un mentiroso habitual? Tanto como el lema del escudo municipal: “Muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica ciudad de Granada”; que habría que cambiar por: “Más vale pájaro en mano, que ciento volando”. Nos morimos de risa.

IDEAL (La Cerradura), 24/01/2016

domingo, 17 de enero de 2016

Reality

Qué revelador resulta del país en que vivimos que la noticia más comentada después de la constitución del Parlamento español sea que una de las diputadas, Carolina Bescansa, se haya llevado a su hijo de seis meses a la primera sesión. ¿Y a quién le importa? Lo lleva porque le da la gana, y nos debería dar igual si no quiere dejarlo en la guardería, o con su pareja, o contratar a una persona para cuidarlo. Si es que está en período de lactancia. Pero a algunos les pasa como a Woody Allen en aquella película donde lo perseguía un pecho gigante. Nada que no haya explicado Freud. Lo lamentable es que un hecho banal sea utilizado como símbolo ideológico por su partido, o que haya quien reaccione como un retrógrado, con la cara y el espíritu escocidos de urticaria. Está claro que algunos continúan repitiendo un discurso para sordos, y quizá por eso Pablo Iglesias haya utilizado el lenguaje de signos para prometer su cargo. “Veo una voz”, exclamaron por fin en algunas casas, y la buena nueva del acceso al poder político se transmitió por el mundo. Ay… qué poderoso símbolo, como acudir en bicicleta al Palacio de las Cortes desde la Puerta del Sol, un recorrido triunfal de apenas un kilómetro y medio para reclamar el uso del transporte público. ¿Saben los diputados que ese espacio lo ocupaba antes el convento del Espíritu Santo, de la Orden de los Clérigos Menores? Porque si la composición del Congreso es el resultado de lo que los ciudadanos hemos elegido, esta sociedad no afronta una segunda transición, como se dice, sino la conversión del Parlamento en un reality show, lo que tampoco debe extrañarnos, teniendo en cuenta la actual oferta televisiva. Nuestros políticos se esfuerzan en mandar mensajes, no en hacer política, convencidos de que los ciudadanos hacen su vida social en Facebook y en Instagram, por lo que, si no hay que desnudarse para llamar la atención, al menos hay que hacer el idiota. Así, algunos programas electorales se convierten primero en panfletos políticos, y después en folletos sensacionalistas. Aunque volviendo al niño de Carolina Bescansa -que aquí también aparece pixelado-, a mí lo que me llamó la atención fueron los lacitos de raso que llevaba en los hombros, sobre el vestido. ¡Oinnggg! (onomatopeya de esas exclamaciones inexplicables que se profesan ante un bebé), ni que se lo hubieran comprado en el barrio de Salamanca. Si es que va a resultar que el niño era del PP.

IDEAL (La Cerradura), 17/01/2016

domingo, 10 de enero de 2016

Rue del Percebe

Pues parece que España no se ha ido al carajo con el comienzo del año, a pesar de nuestra clase política. Aunque escuchando a Artur Mas y compañía, uno cree vivir en un ente más pequeño incluso que una república independiente, no sé si la república de tu casa, que está situada en el número 13, Rue del Percebe. Aquí, los bajos del edificio son okupados por alternativos que se niegan a llevar carteras porque prefieren mochilas, una chorrada que ni siquiera es demagógica, sino que parece sacada de una campaña de Benetton, donde todos llevan el ego colgado del hombro. Va a resultar que Pablo Iglesias es más pijo que Rajoy, que no le hace ya feos a nadie ni a nada. Todo lo contrario que Pedro Sánchez, que se ha ido a Portugal a buscar la comprensión que no encuentra en su partido. Porque si se va Sevilla no es que pierda su silla, sino que no vuelve. ¿Por qué no le cambia Susana la suya? ¿Podría ir Andalucía peor? ¿Y España mejor? Todos los días nos levantamos con la misma monserga sobre las nuevas elecciones, aquí o en Cataluña, que es también aquí. Es como en el chiste, donde la mamá le contesta al niño después de que éste le haya dicho las notas y pedido que prepare a papá: “Papá preparado. Prepárate tú”. Y es que me pregunto si a estos candidatos va a volver a votarlos alguien. Si en España hay nuevas elecciones, lo único que va a subir es la abstención. Exactamente igual que en Cataluña, donde buena parte de la población hace tiempo que se independizó de sus presuntos políticos, pero probados corruptos. Recuerdo que en el cómic de Ibáñez nunca funcionaba el ascensor, como aquí no termina de funcionar el sistema democrático, porque como en el famoso edificio los ladrones se encuentran en la azotea, y la portera trata siempre de vender por medio de engaños algún apartamento, que en la realidad la peña se lo hace en Marbella sin tantos remilgos. A mí me gustaba Manolo, el pintor, que vivía en la buhardilla acosado por sus acreedores, como los ayuntamientos andaluces, que, según la ciudad, son como una especie de Ceferino Raffles, quien no puede dejar de robar cosas inútiles. ¿Y quién será el científico loco del segundo piso, especializado en crear monstruos, no como los sueños de Goya, sino como las pesadillas de Lorca con el centro que lleva su nombre? Quizá haríamos bien en mudarnos. Por lo que pueda pasar.

IDEAL (La Cerradura), 10/01/2016

domingo, 3 de enero de 2016

Tic-tac

En el “sketch” más visto en el último año, Pablo Iglesias contaba los segundos que faltaban para el cambio político, “tic-tac, tic-tac”, en lo que parecía la escena de una película de miedo o de humor, según quién fuera el espectador. Como Gila, empuñando el teléfono: “¿Es el enemigo? ¿Podrían parar la guerra un momento?” Aunque algunos partidos, como el PSOE, parecen tener el enemigo dentro, como la niña del Exorcista. Porque a algunos de sus barones, con la faraona Susana Díaz a la cabeza, sólo les interesa ser candidatos en otras elecciones, no que este país pueda tener un gobierno estable junto con el PP (vade retro) y Ciudadanos (retro vade), como pretende Rajoy. Si para ello deben arrojar a Pedro Sánchez a los caballos de Podemos, es algo secundario, como también que esto suponga a medio plazo la desaparición del PSOE, que parece haber activado el modo autodestrucción para borrar su herencia política. El caso es seguir manteniendo la cabeza sobre los hombros antes de que tus compañeros -o compañeras- de partido te la corten, si no es capaz de dar una vuelta de 180º para saludar a la galería. Pero tampoco al PP en Granada le ha importado aprobar las ordenanzas fiscales con el apoyo de PSOE e IU, una vez que Ciudadanos ha desaparecido en combate. ¡Y a punto han estado de aprobar una subida del IBI del 10%! Total, si se trataba de una errata. “¿Cómo? ¿Que yo he puesto eso ahí? Dame el boli, que lo corregimos en un momento”. Y también debe de ser una errata la creación de una tasa y un peaje a la Alhambra para ordeñar a los turistas. Sin embargo, no podrá tratarse de un impuesto, como el Impuesto sobre las estancias en establecimientos turísticos -mal llamado tasa-, que grava en Cataluña las pernoctaciones en hoteles, pues la competencia correspondería a la Junta de Andalucía. ¡Vade retro! Y tratándose de una tasa municipal, habrá que justificar el coste de los servicios prestados por el Ayuntamiento, fuera de la ocupación del dominio público en el caso del peaje por subir a la Alhambra, y de esa idea de la gestión del patrimonio público como si se tratase de una gran caja registradora. No sé si un año es un período de trescientas sesenta y cinco decepciones, como decía Ambrose Bierce; pero, si hablamos de decepciones políticas, y teniendo en cuenta la organización territorial y administrativa española, ese número podríamos multiplicarlo, al menos, por tres. Pero seguiremos contando el segundero con optimismo. Feliz 2016.

IDEAL (La Cerradura), 3/01/2016