domingo, 30 de noviembre de 2014

Black



No sé si un “Black friday” arreglaría la economía española, pero podría tenerse en cuenta. Además de las compras de Navidad, podríamos adelantarles el sueldo del año que viene a los trabajadores, y tomarlo como costumbre en años sucesivos. Total, si sólo aumentamos la deuda pública, que a fin de cuentas es negociable. Basta con eliminar el tope del artículo 135 de la Constitución española, como quiere Pedro Sánchez, o renegociarla para que los bancos asuman su responsabilidad, como quiere Pablo Iglesias. El pobre Zapatero tuvo que renunciar a sus principios para asegurar a los banqueros que éste no era un país de pobres, y hete aquí que su sucesor, que votó esa reforma constitucional siguiendo la disciplina de partido, no duda en renegar de él cuando se trata de contentar a un país empobrecido. Es decir, que Pedro Sánchez adelanta por la izquierda a Zapatero por temor a que a él le adelante la verdadera izquierda, pero esta semana nos encontramos que Pablo Iglesias, que supuestamente la representaba, ha presentado un programa económico esencialmente socialdemócrata; es decir, de centro. A esto los analistas lo llaman ser pragmáticos, una cualidad muy valorada en los políticos, que se ve que lo único que les interesa es alcanzar el poder, independientemente de sus principios. Son seres contradictorios, como Mariano Rajoy, que ha terminado relevando a Ana Mato, a la que siempre había defendido, quizá por ser tan silenciosa e impertérrita como él. Pero el atosigamiento de propuestas políticas a las que asistimos estos días es un atosigamiento publicitario, muy propio de esos mercaderes a los que pretendemos echar del poder, como el que ha sufrido esta semana cualquier usuario de Internet, abducido inmediatamente por los anuncios “black” que pululaban por las plataformas informativas. Y es que el futro parece negro, sí, y por eso hay una mayoría silenciosa de ciudadanos –los que engrosan la abstención, verdadera mayoría absoluta en España- a los que les gustaría oír propuestas sensatas de políticos que se tirasen de cabeza al charco social sin remover tanto el fango, que nos impide ver nada. Pero es que, al parecer, sólo hay fango en cualquier institución donde escarbes un poco, sea una administración pública, un partido político o la iglesia católica. Tan patético como escuchar los exabruptos políticos, ha sido ver esta semana al arzobispo de Granada tumbado ante al altar para pedir perdón por los casos de pederastia. “Sólo Dios conoce el fondo de nuestro corazón”, ha dicho. Pero es que algunos lo tienen “black”, “black”, “black”.
IDEAL (La Cerradura), 30/11/2014

domingo, 23 de noviembre de 2014

Pandereta



Nuestro gusto por la España de la pandereta se ha revelado de nuevo esta semana con la muerte de la Duquesa de Alba, que los medios parecen haber acogido como un bálsamo, aunque no se trate de una buena noticia. Pero qué alivio poder dejar de lado los casos de corrupción y pintar otra vez esa España de toreros, cantantes, modistos y famosos que acuden junto a miles de personas anónimas a darle el último adiós a Cayetana. Y encima en la catedral de Sevilla. ¡Olé! Lo que me ha llamado la atención es la coincidencia en el juicio sobre la difunta, ya viniera de periodistas o políticos. “Era una mujer libre. Siempre hizo lo que quiso”. Algo que no debe ser muy difícil teniendo dieciocho títulos nobiliarios a la espalda y un patrimonio digno del tesoro nacional. Lo difícil es ser independiente sin tener un puto duro, pero ese es otro tema, claro está. Cómo nos consuela saber que la mayor parte del patrimonio de la Casa de Alba, valorado entre dos mil doscientos y tres mil doscientos millones de euros, está exento del pago del Impuesto sobre el Patrimonio, ya que está formado por bienes del Patrimonio Histórico Español, y que tampoco se van a llevar ningún susto por causa de esta herencia los herederos, ya que en la Comunidad de Madrid la cuota del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones está bonificada en un 99%. Gracias a estas noticias aprendemos Derecho Financiero y Tributario. Porque se nos hacen los ojos chiribitas cuando las cámaras recorren el Palacio de Liria y el Palacio de Monterrey y el Palacio de Dueñas y los castillos de Coca y Alba de Tormes, entre las más de cuarenta propiedades nobiliarias que circulan por la prensa. O cuando aprendemos que las fincas familiares de unas 34.000 hectáreas están gestionadas a través de sociedades anónimas que reciben subvenciones europeas de la Política Agraria Común. ¡Ay! Cómo nos gusta el flamenco. Total, si el dinero no da la felicidad y para limpiar un palacio tienes que dedicarle al menos una semana, se dirán algunos en sus casas. Pero qué envidiosillos somos, otra cosa bien grande en España. La otra parte de los periodistas dedicados al papel cuché estaban apostados en la finca Cantora, esperando a ver cómo salía Isabel Pantoja para dirigirse a la cárcel. Pero no sé hasta qué punto esta señora compartirá los valores de la aristocracia, además de las portadas de la prensa rosa. Vaya retrato de la España democrática.

IDEAL (La Cerradura), 23/11/2014

domingo, 16 de noviembre de 2014

Universal



La profesión que siempre he valorado más es la de científico. Son las únicas personas que conozco capaces de comerse la cabeza de una manera útil y con un objetivo concreto, como situar una sonda espacial en un cometa que se encuentra a quinientos diez millones de kilómetros de distancia de la Tierra y planeándolo con diez años de antelación. Sin ir más lejos, es lo que hacen en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, con sede en Granada, donde se estudian los datos que envía el módulo Philae, que el miércoles pasado aterrizó con dificultad en ese cometa con nombre de churro. Me dirán ustedes que también se comen la cabeza los artistas e incluso los políticos, pero estos se guían más por las filias y las fobias personales que por las leyes de la astrofísica, aunque a veces efectivamente parezcan vivir en otro planeta. Los científicos, por supuesto, también pueden equivocarse, pero son ellos quienes más alegrías nos dan a la sociedad. Gente como Pedro J. Gutiérrez, Luisa M. Lara, José Juan López-Moreno, Antonio Molina, Fernando Moreno, Rafael Rodrigo, Miguel Herranz o José Jerónimo. ¿No sería posible que nuestros políticos siguieran su ejemplo y aplicaran en su trabajo al menos las leyes matemáticas? Porque lo que unos hacen, otros lo deshacen. Para la Declaración de la Alpujarra como Patrimonio de la Humanidad, por ejemplo. ¿Por qué tienen que pronunciarse todos los municipios del Reino Chico sobre el proyecto que ha presentado la Diputación, donde todos esos municipios, independientemente de su color político, están representados? ¿No van a beneficiarse todos de la declaración universal? Que luego presente cada ayuntamiento proyectos concretos para sacarle partido, sin que sea necesariamente político, que es en lo único que suelen pensar nuestros cargos públicos, por lo que se ralentizan iniciativas y proyectos en la ciudad y en toda la provincia. Pero es que se ve que no sabemos hacer planes a largo plazo, aunque los resultados vayan a verse en poco tiempo y a pocos kilómetros de distancia. En las instituciones públicas hacen falta buenos gestores, técnicos y funcionarios, ya que no podemos disponer de científicos. El colmo de nuestras utopías cotidianas sería que estos quisieran convertirse en políticos. Pero ya saben ustedes lo que decía Albert Einstein al respecto: “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”. Y también decía que “todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. A veces, nuestra negligencia parece universal. 

IDEAL (La Cerradura), 16/11/2014