domingo, 30 de agosto de 2015

Pistolas de agua

Esta semana han detenido a varios jóvenes por apalear a un indigente en Granada. Marcos, sevillano de 36 años, explicaba que estaba escuchando un programa de rock en la radio cuando un grupo de adolescentes le pidió que cambiara la música y pusiera “reggaeton”. Al negarse, empezaron a pegarle. Al margen del mal gusto musical de los agresores, uno se asombra de la violencia de la respuesta, y también del tratamiento de la noticia en algunos medios, que daban a entender que la agresión se había producido en un barrio marginal, como si la Chana lo fuera, y la pandilla una especie de bárbaros de “la zona norte”.  La realidad es que este tipo de agresiones empiezan a ser comunes en las ciudades españolas contra indigentes, homosexuales o transeúntes, y lo mismo se producen en las afueras que en las calles del centro. Y no resulta nada raro si uno atiende a los comentarios de algunas personas en las ediciones digitales de los medios o en las redes sociales, que culpaban a Marcos de vivir en la calle o de defenderse con una pistola, que ha resultado ser de agua. ¿Quiénes son los bárbaros? También sorprende que Marcos diga que prefiere vivir en la calle, algo incompatible con recibir notificaciones por parte de las Administraciones públicas, aunque sólo sea para informarle del resultado de su denuncia. Sin embargo, los vecinos de la Chana se han manifestado junto a Marcos, porque lo consideran un ciudadano del barrio. Y todo ello en un contexto internacional donde dos millones de personas que huyen de las guerras en sus países –Siria, Irak, Afganistán- esperan su oportunidad para entrar en Europa. Mientras en Granada hay quien pide que se apliquen las ordenanzas municipales para echar a los indigentes de las calles, los dirigentes europeos discuten las cuotas de inmigrantes que acogerá cada país. “Métanlos en los albergues sociales”, dicen en las ciudades. “Métanlos en campos de refugiados”, dicen en los países. Curiosamente, de la insatisfacción de los jóvenes europeos que han nacido en las sociedades del bienestar se alimentan tanto los partidos neonazis como las células yihadistas. Y tal vez esto debería darnos que pensar. Vivimos en un país donde, sólo en el mes de agosto, han muerto siete personas por asta de toro en las fiestas de los pueblos. ¿Se trata de un nuevo paradigma de la cultura y la civilización? Quizá sería bueno que, como Marcos, llevásemos para defendernos pistolas de agua. Porque España parece un país de bárbaros.

IDEAL (La Cerradura), 30/08/2015

domingo, 23 de agosto de 2015

Camisetas

El tipo viene corriendo por el paseo. Lleva el pelo recogido en una especie de moño en la coronilla, pero es inmune al ridículo. Si se cruza con una chica, se acerca un poco a ella para mirarla fijamente a través de las gafas de sol –se nota porque gira la cabeza-; y, si se cruza con un chico, estira un poco más el cuello y saca pecho, acelerando el trote. Lo peor es que los hombres y mujeres que se lo encuentran tratan de apartarse lo más posible dentro de la acera, pero él no quiere darse cuenta. Prefiere regalarnos su olor y su sudor, pues el macho man va sin camiseta. Y no es el único. El running se ha convertido en una plaga que asola la playa de Almuñécar, desde Velilla a Cotobro. De la mañana a la noche hay, fundamentalmente, tipos corriendo. Y se ve que no tienen complejos. Tú puedes relajarte un poco y mirar el mar, pero de pronto aparece otro energúmeno, y aquí la ley de la gravedad causa estragos en su fisonomía y en tu estómago cuando observas cómo ese muñeco Michelín se expande y se contrae como un acordeón, haciendo que la gente salga despavorida, no vaya a ser duchada, bufida o, simplemente, embestida. Pues lo peor es que sufren, y aunque al cruzarse contigo tratan de recuperar la dignidad, van ahogándose los pobres, contando en el aparatejo que llevan en el brazo las calorías que les faltan por quemar para compensar las seis cervezas que se tomaron anoche. Si esta noche están dispuestos a tomarse otras seis no importa, porque al día siguiente saldrán a correr otra vez para salpicar de urea y amoniaco a algunos transeúntes. Uno, dos, tres, cuatro, cinco corredores han pasado por tu lado, y eso que no llevas andando ni cinco minutos. Así, es comprensible la desesperación de algunos, pero, sobre todo, de algunas. Con los bufidos se mezclan los suspiros de las corredoras, perfectamente equipadas con camisetas, pantalones, calcetines y zapatillas, hartas de cruzarse con los macho manes que no les quitan ojo de encima y que, incluso, se dan la vuelta para mirarles el trasero cuando pasan a su lado. ¿Qué pasará por esas cabezas ahítas de testosterona? Menos mal que ha llegado el momento en que el gigante que habita en el Peñón del Santo se levanta para zamparse de un lengüetazo a todos los cerdos rebozados y tostaditos que corrían por el paseo. Tendrían que haberse puesto la camiseta.

IDEAL (La Cerradura), 23/08/2015

domingo, 9 de agosto de 2015

Tranquilidad

El soñado descanso vacacional tiene su aliciente en las fiestas populares que se celebran por estas fechas, sin excepción, en todos los pueblos de España. Da igual si se trata de una localidad del campo o de la costa, en cualquiera podrás encontrar una orquesta que amenizará el ambiente con los sempiternos pasodobles hasta las seis de la mañana. Se ve que la gente no necesita dormir en verano, pues acude a esas parrandas con un entusiasmo galopante, como el dolor de cabeza que durante toda la noche acompañará al infeliz que decida quedarse en casa. En este país somos expertos en declarar la felicidad por decreto, aunque ésta sea tan discutible como los gustos del alcalde o alcaldesa de turno y de los vecinos, claro está, deseos de que haya un ruidoso escenario para poder bailar en la plaza del pueblo. Si la plaza es tan pequeña que apenas caben el escenario, el grupo musical y unos cuantos incautos, no importa, también hay que poner una barra para tomar unas cervezas. El resultado es una banda municipal que te va incrustando los distintos instrumentos en la barriga, un rockero que te grita en la oreja y que tú vayas bañándote con las sucesivas consumiciones que el público te derrama encima, mientras el concejal de cultura da por inauguradas las fiestas y un niño te dispara con una pistola de bolas ganada en la tómbola, que también la hay. Pero no hacen una única celebración en el pueblo, no. Cada fin de semana celebra sus fiestas uno de los barrios, lo que significa que, en una localidad que normalmente no tiene más de dos mil quinientos habitantes, en un mes haya al menos doce días con música, procesiones y, por supuesto, los irrenunciables cohetes, que empiezan a explotar a las siete de la mañana para que la gente se despierte contenta y siguen explotando sucesivamente hasta las doce de la noche, tirados de dos en dos o de tres en tres, contaminando el aire puro de pólvora y ensordeciendo a nativos y veraneantes. Porque se ve que no hay otra cosa que hacer, y a los ayuntamientos les sobra el dinero para celebrar las fiestas una, dos, tres y hasta cuatro veces, pues cada barrio y cada asociación de vecinos tiene que tener su propia fiesta. De Agrón a Zújar, en la provincia de Granada hay 172 municipios. Pero aunque usted se empeñe en recorrerlos todos durante el mes de agosto, no podrá escapar de las fiestas ni de sí mismo.

IDEAL (La Cerradura), 9/08/2015

domingo, 2 de agosto de 2015

Museos

Cuando observo la pobreza de algunas iniciativas culturales, recuerdo las palabras de Alberti: “¿Tantas cosas han muerto, que no hay más que museos?” El último que yo he visitado se encuentra en Ugíjar, y lleva por nombre Centro de Patrimonio Cultural de la Alpujarra. Además de una sala de exposiciones, en la primera planta se explican con textos para escolares las actividades textiles, agrícolas y ganaderas de la comarca, y dispone para ilustrarlo de los utensilios y aperos de labranza que hay en cualquier casa de la zona, además de un telar y una destilería, cedidos por la familia Jiménez Tovar. Lo mejor del museo son los poemas manuscritos de Antonio Carvajal, Rafael Guillén, José Ladrón de Guevara o Enrique Morón, que contrastan con la vistosa placa que hay en la puerta y que recuerda la inauguración del Museo Provincial por el expresidente de la Diputación Sebastián Pérez. Para eso la Administración adquirió una de las casas históricas de Ugíjar, conocida como la Ciudad de las Torres, de la que lo único que se ha respetado es la planta, pues se ha sustituido por un edificio moderno y rupturista, entre otras cosas porque para levantarlo se ha destruido parte de la historia de la localidad. Pero esa es la manera que tienen las instituciones de fomentar la cultura, y esta semana hemos vuelto a comprobarlo con la inauguración del Centro Lorca, que no alberga el legado de Federico ni se le espera próximamente, entre otras cosas porque esas mismas instituciones han expulsado a la Fundación que gestiona su legado, tras la lamentable dirección de las obras por su secretario. ¿Se puede ser más inepto? Pues se puede. La programación cultural del llamado Centro Lorca no necesita para su realización de ningún centro, pues para la celebración de conciertos y exposiciones la ciudad cuenta ya con otros lugares que no llevan el nombre del poeta. Pero se ve que aquí sólo importan los nombres, ya sea el del poeta o el de los “responsables” públicos que ejecutan obras con un ombliguismo digno de estudio si no fuera porque lo satisfacen con el dinero público. Pero da igual, porque la responsabilidad patrimonial de la Administración no afecta a quienes la gestionan. Pues esto debería cambiar, ya que para algunos la eficiencia es sinónimo de despilfarro. Y deberían responder personalmente de esas facturas. Empezando por la de la comida en el Palacio de los Córdova con la que se ha celebrado la inauguración de un centro donde Federico García Lorca brilla por su ausencia.

IDEAL (La Cerradura), 2/08/2015