domingo, 24 de abril de 2016

Dinero

Vistos los resultados de la legislatura más efímera de la democracia española, sus señorías han hecho buena la definición de Posada Herrera sobre el perfecto diputado: “Comer con el Gobierno, pasear con la oposición, dormir fuera de casa y no estudiar por parte alguna, porque el saber sí ocupa lugar”. Ni siquiera Miguel de Cervantes, encarnado por el actor Manuel Tallafé, ha podido remediarlo, tal vez porque su sentido del humor rozaba el ridículo, aunque sí que ha hablado por el pueblo cuando les ha reprochado a los diputados que él había escrito el Quijote en tres días y ellos llevaban tres meses para llegar a un acuerdo. La realidad es que Cervantes escribió el Quijote a pesar de la vida que llevaba, porque las obras maestras de la literatura universal se han escrito siempre en contra de algo, a pesar de algo –miseria, insatisfacción, vicio, abandono, debilidad-, que es todo lo contrario a una vida burguesa en la que los intelectuales coquetean con presidentes, expresidentes y el papel cuché. Y en esto se parece la literatura a la política. Miguel de Cervantes fue poeta, novelista y dramaturgo, pero también soldado, contable y recaudador de impuestos, y quizá por eso escribiera: “Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener; aunque ella al de tener se atenía; y en el día de hoy, mi Señor Don Quijote, antes se toma el pulso al haber que al saber: un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo enalbardado”. Y se ve que las cosas no han cambiado mucho en quinientos años. El poderoso caballero Don Dinero es el que hace la política en España, el que mueve el mundo empresarial, el que contamina también la vida judicial. El presidente de Ausbanc, Luis Pineda, en prisión por extorsión, se dedicaba presuntamente a chantajear a empresarios y entidades financieras con la ayuda inestimable de Miguel Bernad, secretario de Manos Limpias. Mientras, invitaba a jueces y magistrados a dar conferencias en el el Foro de la Justicia –otro eufemismo sarcástico-, los mismos jueces y magistrados que le enjuiciarían llegado el caso, si es que alguien se atrevía a denunciar. Porque los directivos de las entidades financieras solían pagar con un dinero que no era suyo. Ya sabemos que “cuidados acarrea el oro, y cuidados la falta de él”; pero no tenemos ninguno con el dinero de los ciudadanos. ¿Unas nuevas elecciones? Con Cervantes o sin Cervantes, parece que nos sobra el tiempo y el oro.

IDEAL (La Cerradura), 24/04/2016

domingo, 17 de abril de 2016

Corruptos

Al parecer, el Ayuntamiento de Granada está gobernado corruptos –uno, dos, algunos, bastantes, ¿diecisiete?-, y hemos tenido que soportar la vergüenza ajena de la detención del alcalde, José Torres Hurtado, y de la concejala de Urbanismo, Isabel Nieto, que manifestaba a quien quisiera escucharla su “poco apego a la política”, que ha resultado ser sincero, pues se ve que ella y el alcalde no estaban ahí para hacer política, sino dinero. Primero era un secreto a voces, después una realidad judicial, y ahora se ha convertido en un sainete, de los muchos que llevan por toda España la marca del PP. Lo que haría falta es que hubiera ahora una dimisión en bloque de todo el equipo de gobierno local, y de todos los que han defendido su gestión, e incluso los votantes que lo han mantenido en el Ayuntamiento durante tantos años deberían mirarse la mano. Porque según la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional, esta trama de corrupción urbanística llevaba funcionando a pleno rendimiento durante varias legislaturas. El procedimiento era simple, como informaba IDEAL esta semana: desde el Ayuntamiento de Granada se avisaba a los empresarios cómplices de que se iban a recalificar unos terrenos; los empresarios los compraban a buen precio, y luego, una vez hecha la recalificación, a pasar por caja. ¿Una caja personal o una caja del partido? Viendo lo que ha ocurrido en otras partes de España, habría que preguntárselo al presidente del PP en Granada, Sebastián Pérez, que quizá debería dimitir también, como todos los que se han llenado la boca condenado la corrupción y negándola en su partido. Porque tenemos elecciones a la vuelta de la esquina, y tendrán la caradura de presentarse. ¿Cómo pueden excusarse en el secreto de sumario? Y los partidos de la oposición en el Ayuntamiento tienen una magnífica oportunidad para demostrar que están para algo. Tiene que haber una moción de censura. Sin excusas. Y sin pensar en los resultados electorales. Porque si no también se convierten en cómplices, o al menos en cooperadores necesarios de que los corruptos sigan en el poder. Y son también corruptos los que trabajan o colaboran con corruptos y hacen la vista gorda en cualquier ámbito, desde la economía a la cultura. Así que no nos quejemos más de la mala suerte de Granada. Los responsables tienen nombre y apellidos. Esos que llaman chalados a quienes los denuncian y se quejan de detenciones ilegales, aunque las haya autorizado un juez.

IDEAL (La Cerradura), 17/04/2016

domingo, 10 de abril de 2016

Género

El lenguaje estructura el pensamiento, pero si atendemos al nuevo Plan de Igualdad de Género de la Junta de Andalucía los profesores de los institutos y colegios andaluces deben formar por decreto a analfabetos integrales. Así, profesores y alumnos están obligados a sacrificar la gramática, la sintaxis, la lógica, la eufonía y la economía lingüística y las normas de la Real Academia Española, que prescriben el uso del masculino genérico para evitar las repeticiones innecesarias. Y todo para construir un discurso ideológico que no merece ese nombre, pues nos acerca más a los primates que al ser humano. Por ahí se empieza. Repitiendo machaconamente “los andaluces y las andaluzas” o “población andaluza” en vez de simplemente los andaluces, donde la mayoría de las mujeres se entienden incluidas sin mayor problema. Porque quien crea las diferencias, quien discrimina y menosprecia a las mujeres y a los hombres y a los hermafroditas son quienes fuerzan el uso del lenguaje hasta el ridículo. Si yo pienso en los andaluces por un lado y en las andaluzas por otro, los estoy yuxtaponiendo, incluso enfrentado. Igual que cuando diferencio a los alumnos de las alumnas o a los padres de las madres. Lo peor es que este infralenguaje contamina ya todos los ámbitos, políticos, periodísticos y universitarios. Incluso hay escritores que utilizan este lenguaje sexista, con lo cual incumplen el mínimo exigible a cualquier escritor, que es saber escribir correctamente, que no es lo mismo que utilizar un lenguaje políticamente correcto, que suele ser una expresión antónima de inteligencia, retórica o dialéctica. Y hay que decirlo claramente: quienes lo utilizan y lo promueven no merecerían aprobar el bachillerato. Y podría ser el resultado de este plan de nombre rimbombante y tremebundo: convertir a la “población andaluza” en personas ignorantes. ¿Cómo extrañarnos entonces de las caricaturas constantes que salen en televisión sobre los andaluces y lo andaluz? ¿Cómo podemos quejarnos de que se hable de Andalucía como de una tierra inculta, cuando, históricamente, ha sido lo contrario? Medidas como ésta, aunque se elaboren con la mejor intención, sólo indican que no nos respetamos, y fomentan los comportamientos que se pretenden impedir. La igualdad y el respeto se promueven desde la cultura, con otras iniciativas valiosas como las del Centro Andaluz de las Letras y los planes de fomento de la lectura. Desde aquí animo a los profesores afectados a que ejerzan la libertad de cátedra, derecho constitucional que impide las imposiciones ideológicas de cualquier tipo en la actividad docente, empezando por las de las Administraciones públicas.

IDEAL (La Cerradura), 10/04/2016

domingo, 3 de abril de 2016

Huellas

La literatura es un viaje en el tiempo, un diálogo con quienes fuimos, quienes somos y quienes seremos, y eso lo sabía muy bien mi amigo José Luis Serrano, que en el prólogo de Zawi escribía: “En todo caso, en la historia aprendimos que ellos, los muertos, somos nosotros, los encarnados, y que nosotros seremos vosotros, los por nacer libres e iguales, y que vosotros seréis pronto ellos, los muertos, es decir, nosotros”. En esta novela, José Luis trazaba un gran personaje, Nosotros, que nos mostraba la fundación del reino de Granada y cuántos podemos ser. Me acuerdo mucho de José Luis en estos días en los que sufrimos las consecuencias del fanatismo, y cuando lo releo me parece escuchar su voz cálida y grave, siempre con un punto de ironía, explicándonos las cosas que creíamos entender. Como escritor, como profesor, como investigador, articulista o conferenciante, él engrandecía nuestra cultura, el lenguaje y el pensamiento, que son nuestra verdadera herencia, lo que explica lo que somos y también, si cuidamos ese legado, se lo explicará a nuestros hijos. Cuando hoy se habla de guerra de civilizaciones o de culturas, se echa de menos a personas como José Luis Serrano, capaces de celebrar un triunfo electoral citando a Alhamar el rojo, el primer rey nazarí, que cuando vuelve de ayudar a los cristianos en la conquista de Sevilla y es aclamado por el pueblo, responde: Wa lâ galibun Îlâ Allah (“Sólo Dios es vencedor”). Pero otra forma de traducir esta expresión, decía José Luis socarronamente, es: “Aquí no gana ni Dios”. Algo que quizá serviría para definir la actual situación política española, con un Parlamento que también parece en funciones, como el propio Gobierno. Sin embargo, él volvía a darle la vuelta a la frase y añadía: “Sólo el pueblo es vencedor”. Porque estaba convencido de que, antes o después, esto es lo que terminaría ocurriendo. En un texto escrito en el año 2015, José Luis contaba cómo había sobrevivido a un accidente aéreo producido en el aeropuerto de Granada en 1992. “El avión se dejó caer, golpeó la pista y se partió en dos. Todavía me pregunto si tuve mala suerte (por el accidente) o buena suerte (por sobrevivir)”; escribía. Y explicaba que, después de este hecho traumático, ya no le gustaba viajar. “Todo pasa, pero de todo queda huella”, decía. Yo creo que José Luis tuvo suerte en aquel accidente. Y también la tuvimos todas las personas que lo hemos tratado y leído. Porque todo pasa, sí. Pero hay personas que dejan huella.

IDEAL (La Cerradura), 3/04/2016