domingo, 6 de julio de 2014

Sumergidos



Cuando leo las cifras del paro y escucho las optimistas declaraciones del Gobierno, me acuerdo de un edificio que no es el 13 Rue del Percebe, pero que podría serlo. En el primer piso vive un hombre que se dedica a hacer chapuzas. En el segundo, un matrimonio con los dos cónyuges sin trabajo, pero que sin embargo pagan la comunidad religiosamente, él porque cobra el paro (debe de ser uno de esos interesados a los que se refiere el presidente de la CEOE), ella porque revende la ropa que previamente ha robado en El Corte Inglés. Pero el que mejor vive es el del tercero, que trafica con la maría que cultiva en el balcón: las macetas ocupan el suelo, suben por las paredes y cuelgan del techo, para aprovechar el mínimo espacio. Lo sé porque se la vende a la vecina del cuarto, que se la fuma todas las tardes, según me han contado las estudiantes del quinto, y también que tiene una profesión tan antigua como el mundo, pero que aún no cotiza en España. Ellas, por su parte, estudian poco y salen mucho, aunque no pierden la esperanza de trabajar en el futuro, cuando se les acabe la marcha. ¿Será ésta la España que sale en las encuestas? Por lo visto, sólo el cuarenta y nueve por ciento de los trabajadores tienen actualmente en nuestro país un contrato indefinido, y el resto, con mucha suerte, va empalmando contratos temporales de seis meses. Por eso, también la mitad de España está pensando si algún día se podrá jubilar. ¡Pero es que para jubilarse primero hay que trabajar! Seguro que nos lo recordaría el presidente de la patronal, que como su predecesor quizá acostumbre a viajar a costa de todos los ilusos del mundo. Pero no sé yo si vamos a conseguirlo. Lo de cotizar y jubilarnos, digo. Las nuevas generaciones ni siquiera se plantean ya la posibilidad de tener un trabajo fijo, mucho menos la de vivir con tranquilidad. Probablemente, el índice de la población estresada coincida con la que tiene contratos temporales. Y de ahí que medio millón de españoles haya decidido emigrar en el último año. Como diría el Gobierno, es porque quieren aprovechar la “movilidad” que ofrece el mercado de trabajo. Aunque quizá no quieran ver cómo quiebra la Seguridad Social en un país que presumía de tener la mejor cobertura del mundo. Más vergüenza les daría leer su epitafio: “Los señores ministros cotizaron bien poco”. Porque más que trabajadores, tenemos buzos.
IDEAL (La Cerradura), 6/07/2014

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