lunes, 21 de septiembre de 2015

Fanáticos

Cada día se ofician en España nuevos funerales por la cultura, y cada vez son más las ciudades que no tienen ni una sola librería a la que los lectores puedan acudir a encontrar un buen libro: Atlántida, en Granada; Sintagma, en El Ejido; Negra y Criminal, en Barcelona, son ya sólo recuerdos de una época pasada. Pero se ve que es algo normal, ya que si uno escucha lo que dicen algunos políticos, periodistas o incluso artistas en los medios de comunicación, se pregunta en qué país se educaron, si no fue en éste. Algunas frases asombran no sólo por el desconocimiento que traslucen, sino también por la frustración y el odio, tanto que parecen proferidas por personas desequilibradas. El premio de esta semana se lo ha llevado el actor Willy Toledo, cuando ha afirmado que la independencia de Cataluña  “podría ser una grieta importante en el régimen español, que nos ha tenido sometidos a los catalanes, a los vascos, a los andaluces y a los madrileños como yo desde que he nacido”. Ese tipo que se veía tan simpático en comedias como “Al otro lado de la cama”, parece que ha tenido una vida traumática, de opresión y dictadura, cuando la realidad es que nació en Madrid en 1970, por lo que, desde que tuvo uso de razón, ha vivido en una democracia. ¿Dónde está el sometimiento de los catalanes, vascos, andaluces y madrileños en la Transición española? La generación de Willy Toledo y la de los que vivieron su adolescencia en los años 80, es una generación felizmente amnésica, a cuyos miembros ciertamente no les explicaron todo lo que había ocurrido en España, pero que, a diferencia de sus padres y abuelos, pudieron hacer siempre lo que les dio la  gana. Y precisamente por eso, cuando años después descubren la política, parecen sufrir una especie de iluminación que los convierte en fanáticos. Así, el deseo legítimo de independencia de una parte de la sociedad catalana está sirviendo para enmascarar otro tipo de intereses individuales y colectivos, empezando por la corrupción de una parte de la clase política que no aspira a una nueva administración tributaria, sino a administrar una justicia propia que los libre de la española. Es decir, a un nuevo régimen –ese sí- donde puedan actuar con absoluta impunidad. Mientras, en Europa se discute el número de refugiados que acogerá España. Quizá ellos puedan explicarnos lo que significa tener que huir de su país y de la guerra para que valoremos nuestra democracia.

IDEAL (La Cerradura), 20/09/2015

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