domingo, 29 de noviembre de 2015

Suciedad

Convencido de que somos una gran ciudad turística, el Ayuntamiento de Granada sólo limpia las calles del centro, lo que nos revela su idea de ciudad, formada únicamente por una cruz cuyo brazo más corto va desde el Paseo de los Tristes al Camino de Ronda y el más largo desde la Caleta al Realejo. Así, la gente no puede salirse de ese trazado ni de este martirio, pues si lo hace se precipitará sobre un abismo de mierda. Barrios como la Chana, los Pajaritos o Doctores y calles como Arabial o Gonzalo Gallas deben de estar habitadas por gente de malvivir, esa que no vota al alcalde, y por eso se limpian con suerte cada dos semanas. Y si uno tiene la desgracia de tener por vecino a un cerdo o a varios cerdos que no recogen las cacas de su perro, estará condenado a tener que esquivarlas en la acera al menos durante quince días –los he contado-, o quizá a hacer un estudio biológico sobre la putrefacción paulatina de estos excrementos y otro psicológico sobre los excrementos producidos por la mente humana. Y para qué hablar de las colillas, convertidas en fósiles, como los propios fumadores. En las películas de detectives la investigación de la basura suele proporcionar muchas pistas sobre el sospechoso, y la nuestra revela a seres adictos al tabaco, el plástico y los pañuelos de papel, y que últimamente hacen sus necesidades en la calle, algo que me asombraba en otras partes del mundo menos afortunadas que el sur de España. Porque hay que ser guarro –y cada vez más-, desde el que deja la mierda o el papel en el suelo hasta el responsable último de los servicios de limpieza que no hace o no le dejan hacer su trabajo, toda una cadena de excrementos. Pero es que claro, hay que limpiar el botellódromo todos los fines de semana, y la plaza del Carmen, donde últimamente van a celebrar despedidas de soltero. ¿Será por eso que dicen que está en las últimas el pacto de gobierno? Muy mal tienen que ir las cosas si no hay dinero para cubrir los servicios públicos básicos como la limpieza, esos que justifican la existencia de la corporación municipal. ¿Smart city? ¿Ciudad cultural? ¿Rutas gastronómicas? No sé si una ruta de la mierda tendría valor turístico en alguna feria. Pero tal como anda el mundo, lo mismo alguien viene para revolcarse en ella. Porque, en demasiados aspectos, volvemos a vivir en la Edad Media.

IDEAL (La Cerradura), 29/11/2015

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