domingo, 20 de noviembre de 2016

Porcentajes negros

España, Moldavia y Kosovo son los tres países más corruptos de Europa y Asia Central, según denuncia Transparencia Internacional. ¿Se sonrojará alguien en el Gobierno? Los que se sonrojan son el 67% de los españoles, que afirman que éste es el mayor mal del país, más incluso que la pobreza, el paro, la muerte o Donald Trump. Uno podría tomárselo a risa, pero el 42% despotrica también del Gobierno en ese aspecto, el mismo gobierno de un partido que, sin embargo, obtuvo en las últimas elecciones el 33% de los votos. Es decir, que la mayoría de los españoles votó al menos malo de los candidatos, aun sospechando que podría ser corrupto, simplemente porque los otros contendientes –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera- eran aún peores, esto es, pésimos. Si teníamos alguna duda al respecto, el CIS señala que más de la mitad de los ciudadanos piensa que algunos miembros del Parlamento, concejales de ayuntamientos y funcionarios públicos están envueltos en algún caso de corrupción. ¿Cuántos ciudadanos estarán convencidos de este hecho en Granada? Ahora que se va conociendo el sumario de la “Operación Nazarí”, supongo que serán muchos, los mismos que, con una venda en los ojos –no la de la Justicia- seguían votando a Torres Hurtado elecciones tras elecciones. Quizá sea porque como señala el informe de Transparencia Internacional, sólo el 1% de los ciudadanos denuncia estas malas prácticas cuando las conoce y, según el 30%, esta falta de denuncias se debe al temor a las represalias; por eso, el 80% está convencido de que, en España, no se castiga a los corruptos. ¿Tendrá algo que ver la actitud de los propios ciudadanos españoles, a los que este informe retrata como timoratos y resignados? En este país, nuestra mayor tradición consiste en dejarnos llevar por nuestros sentimientos o nuestra ideología en vez de por la razón, de ahí que nuestros políticos estén tan acostumbrados a negar una y otra vez la realidad ante cualquier denuncia a su partido y que buena parte de los votantes no cambie nunca el sentido de su voto, aunque sus hijos no tengan trabajo y hayan desahuciado a la vecina. Tal vez por la importancia que el enchufismo y las redes clientelares siguen teniendo en los partidos tradicionales, que pretenden tener marionetas en vez de diputados o votantes. Y así, en Granada leemos el periódico como si se tratase de una novela negra, publicada por entregas. Es el colmo de los aficionados al género: evadirse con la propia realidad. Porque pinta black, black, black.

IDEAL (La Cerradura), 20/11/2016

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