domingo, 22 de septiembre de 2019

Ludópatas


Hay personas adictas al juego que terminan incapacitadas judicialmente por no saber gestionar sus recursos. A algunos políticos y otros diletantes les ocurre lo mismo, pues no saben vivir sin el aplauso ajeno. Gestionan su imagen pública como si se tratara de un fondo de pensiones o una SICAV, donde los “me gusta” de sus seguidores contribuyen a que suba o baje su cotización social. Se les nota en la pose, en la cara de foto, con gafas o sin gafas, pensativos o despiadados, tocándose la sien con el dedo o metiéndolo hasta el éxtasis en alguna parte que no vemos, en aviones y barcos, motocicletas y todoterrenos, en lugares sofisticados o exóticos. Naturales no parecen, como tampoco lo es tener que ir a votar para elegir presidente del gobierno tantas veces como el cántaro que va a la fuente y se rompe, no, ¡estalla! Yo votaré en blanco, como en la novela de Saramago, y pondría algún apelativo en la papeleta si no fueran a declarar el voto nulo. “Las elecciones las carga el diablo”, ha dicho tópicamente Pablo Casado; pero yo creo, como Raúl del Pozo, que cada uno es su propio satanás cuando va a votar. Si es que va. Porque las elecciones las cargan los políticos incompetentes, que deberían pagarlas de su bolsillo. O al menos habría que penalizar a los partidos políticos, para que no recibieran subvenciones públicas. El deber constitucional que tienen los ciudadanos de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos no justifica tener que sostener los vicios de algunos. Después de una pulsión, el poder puede convertirse en un vicio, y quien lo ejerce torticeramente debería ser condenado. Quien clama por la igualdad y el progreso cuando la igualdad sólo la reconoce en sus amigos y el progreso en la ascensión personal quién sabe adónde. Herederos de Marisol, estos ludópatas han convertido España en una tómbola, y quieren que vayamos a jugar otra vez al bingo, a ver si a la cuarta acertamos con nuestro cartón, que está relleno de aburrimiento. Sin embargo, las redes sociales, cazadoras de brujas, no ponen el mismo ímpetu en condenarlos como a aquellos que se visten de Aladino. Será porque las plataformas también están disfrazadas de sí mismas: un gran holograma dibujado con algoritmos. Si la imagen fuera reconocible, tal vez sea la de Donald Trump, que juega con la política como si quisiera provocar la tercera guerra mundial. Quizá, lo que no sepa, es que en realidad juega a la ruleta rusa. A votar.
IDEAL (22/09/2019)

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