lunes, 21 de diciembre de 2020

Libertad de expresión

Pues no sé yo si se debería investigar a los militares jubilados que quieren dar un golpe de Estado y fusilar a 26 millones de españoles (coño, ¿tantos?). La gente suele decir tantas barbaridades en las redes que quizá hubiera que eliminarlas, además de a quienes las utilizan. “¡Luis, sé fuerte!”, guasapeó no hace tanto alguien del que ya nadie se acuerda. ¿Se puede rastrear la “time line” del presidente, los vicepresidentes y demás miembros del Gobierno? Ni la comisión de la verdad podría admitir tantos dijes, digo Diegos. Lo mismo tendrían que dimitir, pues hay quien cree que parte del ejecutivo quiere fragmentar el Estado. Y que no sólo lo piensan, sino que toman decisiones en ese sentido. Nadie se libra de pensar tonterías, aunque sólo algunos se abstienen de decirlas. Igual que las armas de los militares jubilados, los móviles los carga el diablo. Y hay quien no los necesita. Ahí tenemos a muchos diputados en el Congreso y demás parlamentos autonómicos, que no brillan precisamente por sus dotes oratorias. Se insultan alegremente, protegidos por la inmunidad parlamentaria. Dichoso aquel que es inmune a al insulto. El Tribunal Constitucional ha decidido no amparar a un dirigente de la Confederación Intersindical Galega que instó a quemar la “puta bandera” de España en 2014 durante una manifestación ante el Arsenal Militar de Ferrol. Qué manía con enarbolar o quemar banderas. Mucho antes ya había dicho el Tribunal que la libertad de expresión no concede un derecho al insulto. Insultar constituye un delito de injuria, aunque aquí estemos acostumbrados a insultar incluso a los familiares y amigos medio en broma medio en serio. “¿Qué tal estás, hijoputilla?” Eran cosas que se escuchaban en los bares cuando estaban abiertos. Claro, ahora la gente tiene que salir a insultarse a la calle si no utiliza el guasap. Y es que para reivindicar una subida salarial no hace falta quemar banderas ni cagarse en ellas, como tampoco para reclamar una España plurinacional, y sin embargo lo hacen con luz y taquígrafos algunos socios del Gobierno, ante los medios o en las sesiones parlamentarias. Pero bueno, ahí tenemos también a Santiago Abascal. El antiguo general de división Francisco Beca, chatea en el grupo: “No queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”; y Abascal contesta: “Me dicen que es obligatorio saludar a este grupo. Un abrazo a todos y ¡Viva España!” Por lo que se ve, si este país se desintegra, no será porque falten hijos de puta.

IDEAL (La Cerradura), 20/12/2020

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