lunes, 5 de diciembre de 2022

Compulsivos

En tiempos de crisis económica hay una sobreabundancia de posibilidades para convertirnos en compradores compulsivos. El Black Friday, el Ciber Monday o los Días de Oro traen de cabeza a las economías domésticas. La gente se pasa medio día cribando las ofertas, otro medio comprando y el siguiente arrepintiéndose de la compra hecha, pues ha encontrado en otra web el mismo producto más barato. ¡Será por ofertas! Con lo fácil que es esperarse tranquilamente al momento en que necesites algo, si es que este llega, pues necesitar, necesitar, necesitamos poco. Pero cómo resistirse a los escaparates, a las luces en las que no dudan en despilfarrar el presupuesto los ayuntamientos, a la nostalgia, ahora que llega la Navidad, convertida en una fiebre de consumo hasta el día de Reyes. Mientras tanto, los hackers han atracado el Consejo del Poder Judicial y el Ministerio de Hacienda, robando los datos de todos los contribuyentes. ¿Empezaremos a recibir mensajes con chantajes masivos? ¿Nos encontraremos con desagradables sorpresas en el banco? Me sorprende que no se hable de este tema, cuando significa que los delincuentes disponen ahora del NIF, dirección, número de cuenta y de todo lo necesario para contratar en nombre de cualquier ciudadano. Si votáramos por vía electrónica quizá le interesase a alguien. Sin embargo, en estado de guerra, aún hay quien utiliza el correo tradicional. Ya son seis cartas bomba las que se han recibido en España en objetivos ligados a la guerra contra Rusia, como el Centro de Satélites de la Unión Europea (SatCen) de la Base de Torrejón de Ardoz o la sede del Ministerio de Defensa. ¿Son los medios con los que nos atacan? En este contexto, debe darles risa a los enemigos de las democracias el espectáculo que dan nuestros diputados en el Congreso, con trifulcas propias de los patios de colegio en las épocas más oscuras de la infancia, con machotes y machotas que compiten para averiguar quién puede decir el insulto más grueso. ¡Menuda palabrota! Se lo pienso decir a la profe. Pero ¿dónde está la profe? La gente empieza a creer que tiene que protegerse por sus propios medios de la violencia verbal reinante, como ese anciano de 86 años que pretendía entrar con un cuchillo oculto en el bastón en el Ayuntamiento de Granada. ¿De quién quería defenderse? El acoso político puede ser tan persistente como el acoso publicitario, y tan endeudada como las economías domésticas parece estar nuestra democracia. Tenemos más cosas que vigilar además de nuestras cuentas bancarias.

IDEAL (La Cerradura), 4/12/2022

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