martes, 24 de octubre de 2023

Sensacionalismo

Entre tantas informaciones sobre las muertes en Israel y Gaza que nos sobrecogen estos días, me llama la atención la de Álvaro Prieto, un adolescente cordobés que, por lo que leemos en la prensa, sólo quería volver a casa, pero murió electrocutado en el techo de un tren. Un chaval cuya mayor preocupación en ese momento era probablemente la de llegar cuanto antes. TVE se apresuró a emitir las imágenes del cadáver, confundiendo la información con el sensacionalismo. No es de extrañar la psicosis que hay entre la población por miedos a atentados terroristas cuando apenas logramos distinguir entre los bulos que se propagan por las redes sociales y la información amarilla de los medios pretendidamente serios. Se blindan embajadas y se vigila la celebración de actos religiosos. La gente se encuentra coches de policía en las calles y en la puerta del edificio, y quizá también se vigilen los accesos a internet. ¿De quién nos fiamos? Si haces caso a algunos mensajes de WhatsApp, deberíamos quedarnos en casa, evitar el transporte público y los lugares de interés, pues España estaría en un nivel de alerta 5, temiendo un atentado inminente. Un bulo para que nos encerremos y esperemos el advenimiento de algún gran líder con unas abdominales tan cuadriculadas como su cerebro. Pero es que tampoco podemos mirar el tiempo. De las olas de calor hemos pasado a la ola de frío, al viento que causa que se caigan árboles, fachadas o una farola en la Avenida de la Ilustración (menuda metáfora) de Granada. No me extraña que los adolescentes españoles estén deprimidos, pues si a la actualidad catastrofista cotidiana suman el cambio climático, la nueva guerra fría con China y la tan repetidamente anunciada hecatombe nuclear, uno sólo puede aspirar a quitarse de en medio o asolar el barrio de los Pajaritos con una macrofiesta en la que profetas beodos vayan transmitiendo la buena nueva del fin del mundo de ventana a ventana. Joder, se dicen, si es que no nos dejan ni pasear por el parque. Parece una plaga bíblica, de la que siempre podemos culpar a los judíos, o a los “jodíos”, como circula en otro mensaje de WhatsApp donde se nos ilustra sobre el origen sefardí de la mayoría de los apellidos españoles. Creo que figuraba Sánchez, pero estoy casi seguro de que no salía Belarra. En la Unión Europea alucinan con la posición del Gobierno de España, que nadie conoce, y eso que lo forman veintitrés miembros. ¿Quién es antisemita? La desinformación es hoy lo importante.

IDEAL (La Cerradura), 22/10/2023

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