lunes, 18 de diciembre de 2023

Pantallas

La limitación del uso del móvil en las escuelas puede verse como una prohibición y una intrusión en la intimidad, pero también como una liberación para miles de adolescentes que sufren trastornos de ansiedad, insomnio o irritabilidad por vivir en una especie de frenesí digital. De hecho, los resultados del informe PISA sobre nuestro sistema educativo serían mucho mejores si las pantallas desaparecieran de las clases. Primero hay que asentar las capacidades básicas de los alumnos, luego podemos utilizar las nuevas tecnologías para desarrollarlas en el aula. Pero, para explicar, no hay nada mejor que una pizarra. La educación es una forma de comunicación y los profesores tienen que tender puentes con su auditorio, puentes que saltan por los aires si los destinatarios del mensaje están absortos en una pantalla. Sólo hay que fijarse en los restaurantes, donde nada resulta más penoso que ver a una pareja que no habla, sino que teclea. En el colegio, en el instituto e incluso en la universidad esto es una desgracia. La simplificación de los mensajes se nota en todo tipo de discursos. Como la gente está acostumbrada a ver, nadie se molesta en describir, matando la imaginación de los interlocutores. Es algo que se nota ya incluso en los libros, de una pobreza descriptiva lamentable. Escritores que narran para espectadores, como si la novela fuera una serie o una película, escrita como un guion, con sobreabundancia de diálogos y ausencia de imágenes. La sobreestimulación audiovisual y auditiva hace que nuestros niños y no tan niños sean incapaces de concentrarse durante cinco minutos en algo concreto, ya sea la lectura o hacer un ejercicio, lo que a muchos les supone un suplicio. Pero la solución no es eliminar los exámenes para evaluar las competencias, sino desarrollar las competencias. Esto resulta evidente para la mayoría de los pedagogos, por lo que uno no entiende la obstinación de las administraciones en lo contrario, a no ser que haya un plan preconcebido para crear autómatas. ¿No queremos que nuestros jóvenes piensen por sí mismos y se desarrollen plenamente? No se trata de prohibir, sino de acompañar en el aprendizaje de una manera consciente. Si entre nuestros jóvenes abundan la depresión, las agresiones y las autolesiones, que nos resultan inexplicables, quizá tenga algo que ver el uso abusivo de los móviles. Ya sabía George Orwell que las pantallas serían omnipresentes y vigilantes allá por 1949, cuando publicó “1984”. “Guerra es paz, libertad es esclavitud, ignorancia es fuerza”, son los lemas de las tiranías y las pantallas.

IDEAL (La Cerradura), 17/12/2023

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