lunes, 3 de febrero de 2025

Cambiar las cosas

Aparte de la iniciativa y la voluntad admirables del director, Quico Chirino, la campaña de IDEAL para conseguir un AVE directo a Granada demuestra el poder que tiene la ciudadanía para cambiar las cosas. Nuestra clase política, centrada en el cultivo mediático de la imagen y la fama, es muy sensible a las iniciativas de los votantes, que por esa misma razón sólo necesitan un motivo concreto para alzar la voz y cambiar la realidad. No quiero dar ideas, pero una podría ser la obligatoriedad de que los partidos políticos concurran a las elecciones con listas abiertas. O acabar con el solapamiento en la prestación de servicios públicos de una, dos, tres, cuatro y cinco administraciones; con los cargos de libre designación; con alguno de los dieciocho parlamentos existentes más las asambleas de las ciudades autónomas; con las comisiones, sobornos y el clientelismo político. Quizá también con los políticos profesionales, a los que habría que exigir experiencia laboral y un trabajo fuera de la administración; con la disciplina de partido, que convierte el Congreso de los Diputados en una institución inútil; con la opacidad en la actuación de los partidos y los retiros dorados de los expresidentes del Gobierno, que después de dejar el cargo no deberían cobrar ningún sueldo del Estado; con la okupación de bienes inmuebles y de instituciones como la Fiscalía General del Estado, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, RTVE o el CIS, y con los decretos-leyes, previstos para casos de extraordinaria y urgente necesidad, pero sin los que al parecer no sabe hacer política el Gobierno. Se podría cambiar el régimen electoral general para que no beneficie a los dos grandes partidos ni a los nacionalismos periféricos, que tanto influyen en el gobierno central; devolver al Estado las competencias en educación para que todos los jóvenes tengan más o menos la misma idea de España, además del conocimiento exhaustivo del cantón, el reino o la nacionalidad propios; y también las de Sanidad, para que las comunidades autónomas no privaticen ni externalicen los servicios sanitarios y sociales. Y lo mismo podríamos plantearnos la necesidad o no de que en cada ciudad y provincia haya tantos concejales, alcaldes, diputados, presidentes, delegados y subdelegados por cada nivel de gobierno, que no caben todos juntos en las fotos de los actos públicos, cuando se ponen de acuerdo. Y seguir luchando por el AVE directo, claro. Como cantaría Miguel Ríos, “vuelvo a Granada,/ vuelvo a mi hogar./ El tren va muy despacio,/ hay mucho tiempo para llegar”.

IDEAL (La Cerradura), 2/02/2025