Aparte
de la iniciativa y la voluntad admirables del director, Quico Chirino, la
campaña de IDEAL para conseguir un AVE directo a Granada demuestra el poder que
tiene la ciudadanía para cambiar las cosas. Nuestra clase política, centrada en
el cultivo mediático de la imagen y la fama, es muy sensible a las iniciativas
de los votantes, que por esa misma razón sólo necesitan un motivo concreto para
alzar la voz y cambiar la realidad. No quiero dar ideas, pero una podría ser la
obligatoriedad de que los partidos políticos concurran a las elecciones con
listas abiertas. O acabar con el solapamiento en la prestación de servicios
públicos de una, dos, tres, cuatro y cinco administraciones; con los cargos de
libre designación; con alguno de los dieciocho parlamentos existentes más las
asambleas de las ciudades autónomas; con las comisiones, sobornos y el
clientelismo político. Quizá también con los políticos profesionales, a los que
habría que exigir experiencia laboral y un trabajo fuera de la administración;
con la disciplina de partido, que convierte el Congreso de los Diputados en una
institución inútil; con la opacidad en la actuación de los partidos y los
retiros dorados de los expresidentes del Gobierno, que después de dejar el
cargo no deberían cobrar ningún sueldo del Estado; con la okupación de bienes
inmuebles y de instituciones como la Fiscalía General del Estado, el Tribunal
Constitucional, el Tribunal de Cuentas, RTVE o el CIS, y con los
decretos-leyes, previstos para casos de extraordinaria y urgente necesidad,
pero sin los que al parecer no sabe hacer política el Gobierno. Se podría
cambiar el régimen electoral general para que no beneficie a los dos grandes
partidos ni a los nacionalismos periféricos, que tanto influyen en el gobierno
central; devolver al Estado las competencias en educación para que todos los
jóvenes tengan más o menos la misma idea de España, además del conocimiento
exhaustivo del cantón, el reino o la nacionalidad propios; y también las de
Sanidad, para que las comunidades autónomas no privaticen ni externalicen los
servicios sanitarios y sociales. Y lo mismo podríamos plantearnos la necesidad o
no de que en cada ciudad y provincia haya tantos concejales, alcaldes,
diputados, presidentes, delegados y subdelegados por cada nivel de gobierno,
que no caben todos juntos en las fotos de los actos públicos, cuando se ponen
de acuerdo. Y seguir luchando por el AVE directo, claro. Como cantaría Miguel
Ríos, “vuelvo a Granada,/ vuelvo a mi hogar./ El tren va muy despacio,/ hay
mucho tiempo para llegar”.
IDEAL (La Cerradura), 2/02/2025