Nuestros jóvenes son mucho más sanos que sus padres o sus abuelos. No
beben, no fuman, suelen tener un mejor nivel de estudios y mayor acceso a la
cultura, pero sin embargo están rodeados de desinformación, precariedad y
muchos tipos de violencia. Viven en un mundo que les anima a ser guapos,
fuertes y saludables, pero no saben muy bien para qué, como no se trate de
lucir el tipo en redes sociales. Los medios de comunicación les bombardean con
juegos, series y películas donde abundan las agresiones y las muertes
gratuitas, pero luego salen a la calle y se encuentran con otros jóvenes que
parecen venir de un mundo analógico y que empuñan navajas de verdad. En los
últimos días el diario IDEAL ha publicado varias noticias sobre apuñalamientos
en distintas circunstancias, pero circulan leyendas negras sobre atracos,
peleas y persecuciones. ¿Son nuestras calles menos seguras? Quizá la gente antes
alternaba más y hablaba con desconocidos tranquilamente, pero ya es raro que no
se conozcan por las redes sociales. Primero se chatea y se liga online, y
luego, si encarta, se queda con la persona en carne y hueso. Si es que no se
prefiere al avatar, claro. Pues hay quien sólo tolera el contacto electrónico,
que es más profiláctico. El sexo está sobrevalorado, te dicen. Total, un
intercambio de bacterias y flujos corporales que sólo te trae enfermedades y
problemas. Mejor quedar sin salir de casa. Y este tipo de noticias parecen darles
la razón a los que desean recluirse y relacionarse con el mundo sólo a través
del móvil o de la tableta, que hasta el ordenador les resulta ya trabajoso por
tener que teclear. Si deslizas los dedos por una pantalla las palabras son más
ligeras, sobre todo si utilizas abreviaturas que se leen como un idioma
exclusivo. Y ahí los tenemos, guapos y con un cuerpo perfecto que se puede
admirar, pero no tocar. Como mucho enviamos una foto o un vídeo que guarda toda
nuestra intimidad. Ante la duda, también hay quien prefiere chatear con la
inteligencia artificial, que parece saberlo todo y decirnos lo que queremos o
necesitamos oír en cada momento, como si nos conociera. Por eso hay
adolescentes que se enamoran de seres creados con IA, pero que luego,
lamentablemente, ante la imposibilidad de mantener una relación real, se
suicidan. “Pregúntale al asistente de IA”, nos susurran los programas
informáticos. Sin embargo, los “chatbots” no son confidentes ni psicólogos, carecen
de empatía. Mejor preguntarle a un ser humano.
IDEAL (La Cerradura), 9/11/2025
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