lunes, 26 de mayo de 2014

Crónicas de la Alpujarra



La Alpujarra es un territorio mítico y a la vez cotidiano entre Granada y la costa. Un valle misterioso pero entrañable, que ha merecido la atención de escritores románticos y contemporáneos, que siempre nos ofrecen una mirada personal y única, lo que hay que atribuir a la capacidad del que mira, pero también a la singularidad de esta región, capaz de sugerir impresiones contradictorias. Esa impresión puede dar lugar a relatos de viajes y de búsqueda personal como los de Pedro Antonio de Alarcón o Gerald Brenan; a novelas fantásticas como “El manuscrito encontrado en Zaragoza”, de Jan Potocki; a novelas históricas (pero de verdad) como “La guerra de Granada” de Diego Hurtado de Mendoza y ensayos como los de Julio Caro Baroja o Lafuente Alcántara; a novelas contemporáneas como “La parábola de Carmen la Reina”, de Manuel Talens, y miradas contemporáneas sobre la historia como la de Justo Navarro en “El país perdido”; pero también a crónicas personales que tienen lo mejor de la narrativa y de la historia, como las de Francisco Izquierdo o Eduardo Castro; todas valiosas miradas sobre la Alpujarra. Pero quienes mejor conocen y nos pueden contar cómo es esta comarca son sus habitantes, y ése es el mayor acierto de las “Crónicas de la Alpujarra” de Andrés Cárdenas, publicado por la Diputación de Granada. Pues nos habla de la Alpujarra a través de sus habitantes, que son nuestros ojos y nuestra voz. Yo creo que la mejor literatura popular de hoy día no son los bestsellers, sino la que se escribe en periódicos, como las crónicas y artículos de Andrés Cárdenas. A lo largo de treintaiún días Andrés recorrió la Alpujarra con la pluma y la rempuja en ristre, pero son sus propios habitantes los que nos ofrecen su testimonio en estas páginas. Y lo hacen como suele interpretar la realidad Andrés Cárdenas: con humor e inteligencia, pero sin renunciar por ello a la denuncia social. “Está claro que existen personas que dan vistosidad a un paisaje, o paisajes que dan visibilidad a las personas”, podemos leer en estas crónicas. Porque el saber, lo que se dice el saber, sólo se aprende escuchando, pero hay que estar en el sitio adecuado para escuchar y contar, como hizo Andrés primero en IDEAL, y después, más reposadamente, en este magnífico libro. Los personajes de estas crónicas están absolutamente vivos, y ustedes deberían conocerlos. Su sentido de la realidad y del humor, su sabiduría y sus tradiciones los convierten también en patrimonio de la humanidad.
IDEAL (La Cerradura), 25/05/2014

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