domingo, 26 de octubre de 2014

Felicidad

He contemplado la nueva cara de Renée Zellweger, que ella atribuye a la felicidad. Y debe de ser muy feliz para tener que cambiarse la cara, aunque a mí me ha parecido la de un esqueleto sonriendo en la comunión de todos los santos que se murieron de hambre. Es decir, una calavera recubierta de colágeno y bótox y suturada en el quirófano de la modernidad. ¡Con lo guapa que era al natural! Al parecer, la industria de Hollywood estresa a las actrices aún más que a los espectadores de sus películas, pues sus contratos van reduciéndose a partir de los treinta y cuatro años. Porca miseria. Pero poca comparada con la situación laboral española, donde con treinta y cinco años una mujer ya no puede aspirar ni siquiera a que la contraten. Es precisamente la cifra del paro en Andalucía, el 35%, lo que nos da una idea de lo imparables que hemos sido en esta comunidad en los últimos años. Y es que los mensajes políticos no suelen coincidir con la realidad, como tampoco muchas informaciones que aparecen en los medios de comunicación, que suelen hacerle un lifting a una actualidad bien miserable. Porque por mucho que uno niegue la realidad, esta acaba imponiéndose, y lo malo es que terminan sufriéndola miles de familias a las que no les importan los estragos de la edad, sino los de la economía. A veces tenemos la sensación de que la sociedad es lo que aparece en Internet o las redes sociales, pero hay una buena parte de la población “desconectada”, y cuya única preocupación es cubrir sus necesidades básicas diarias. Seres humanos que no salen en los medios sino como una cifra de las estadísticas en las secciones de economía. Aquí en Granada, sin embargo, nuestros políticos piensan ya en las elecciones, y hablan de cambiarle la cara a la ciudad. Yo me conformaría con que la limpiaran un poco, primero de caras que tenemos muy vistas, y luego las calles de barrios como la Chana, que, según en qué partes, parecen retretes para mascotas cuyos excrementos sus dueños no se preocupan en retirar o, simplemente, estercoleros. Y es que se ve que, cuando uno se aleja del centro, no puede apreciar la cara limpia de Granada, un gran reclamo turístico. De hecho, muchas de las caras que se ven en los bares son las de las muñecas hinchables que llevan los grupos que celebran las despedidas de soltero. Va a resultar que nuestra felicidad es de silicona.

IDEAL (La Cerradura, 26/10/2014)

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