domingo, 23 de noviembre de 2014

Pandereta



Nuestro gusto por la España de la pandereta se ha revelado de nuevo esta semana con la muerte de la Duquesa de Alba, que los medios parecen haber acogido como un bálsamo, aunque no se trate de una buena noticia. Pero qué alivio poder dejar de lado los casos de corrupción y pintar otra vez esa España de toreros, cantantes, modistos y famosos que acuden junto a miles de personas anónimas a darle el último adiós a Cayetana. Y encima en la catedral de Sevilla. ¡Olé! Lo que me ha llamado la atención es la coincidencia en el juicio sobre la difunta, ya viniera de periodistas o políticos. “Era una mujer libre. Siempre hizo lo que quiso”. Algo que no debe ser muy difícil teniendo dieciocho títulos nobiliarios a la espalda y un patrimonio digno del tesoro nacional. Lo difícil es ser independiente sin tener un puto duro, pero ese es otro tema, claro está. Cómo nos consuela saber que la mayor parte del patrimonio de la Casa de Alba, valorado entre dos mil doscientos y tres mil doscientos millones de euros, está exento del pago del Impuesto sobre el Patrimonio, ya que está formado por bienes del Patrimonio Histórico Español, y que tampoco se van a llevar ningún susto por causa de esta herencia los herederos, ya que en la Comunidad de Madrid la cuota del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones está bonificada en un 99%. Gracias a estas noticias aprendemos Derecho Financiero y Tributario. Porque se nos hacen los ojos chiribitas cuando las cámaras recorren el Palacio de Liria y el Palacio de Monterrey y el Palacio de Dueñas y los castillos de Coca y Alba de Tormes, entre las más de cuarenta propiedades nobiliarias que circulan por la prensa. O cuando aprendemos que las fincas familiares de unas 34.000 hectáreas están gestionadas a través de sociedades anónimas que reciben subvenciones europeas de la Política Agraria Común. ¡Ay! Cómo nos gusta el flamenco. Total, si el dinero no da la felicidad y para limpiar un palacio tienes que dedicarle al menos una semana, se dirán algunos en sus casas. Pero qué envidiosillos somos, otra cosa bien grande en España. La otra parte de los periodistas dedicados al papel cuché estaban apostados en la finca Cantora, esperando a ver cómo salía Isabel Pantoja para dirigirse a la cárcel. Pero no sé hasta qué punto esta señora compartirá los valores de la aristocracia, además de las portadas de la prensa rosa. Vaya retrato de la España democrática.

IDEAL (La Cerradura), 23/11/2014

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