domingo, 31 de mayo de 2015

Boxeadores

Los ciudadanos se retratan en las elecciones, pero los candidatos lo hacen después, cuando, una vez contabilizados los votos, pretenden acceder o mantener el poder. Al parecer, da igual si antes has insultado al contrario, si lo has acusado de chaquetero o arribista, de haber estado en la nómina de otro partido durante veinte años. Los políticos son buenos fajadores, aunque unos aguanten los golpes mejor que otros, y lo más difícil es mantener la dignidad en la derrota, que es cuando verdaderamente se revelan nuestras virtudes y nuestros defectos. El alcalde de Granada ha tenido que pedir perdón para poder sentarse a negociar, lo que resulta algo incomprensible, no el hecho de pedir perdón, sino tener que hacerlo para no moverse del sillón. Pero es que nuestros políticos viven en la creencia de que en política vale todo, o casi todo, hasta la afrenta y la injuria, que es precisamente donde se encuentra el límite de la libertad de expresión, y por tanto de la dialéctica política. Y qué decir de Esperanza Aguirre, que ha insultado al contrario antes, durante y después de las elecciones a la alcaldía de Madrid, y la inteligencia de los madrileños, que se admiran de que, con tal de convertirse en alcaldesa, esté dispuesta a pactar con el amigo o con el enemigo, ese mismo al que pretendía aislar veinticuatro horas antes. Y es que debe de ser terrible tener que aceptar a regañadientes que el mundo no es como tú creías, y en el fondo también que, aunque te pese, vives en una democracia, por lo que son los ciudadanos los que te otorgan el poder. Pero si uno lleva doce años –o treinta y siete- ejerciéndolo, termina por creerse que la democracia o la política o el ayuntamiento o la ciudad es él. Qué cosa más terrorífica, casi tanto como un combate de boxeo, donde, no obstante, existen reglas parecidas a las de la política, según quién sea el que la entienda. Porque, en el boxeo, el combate nace de un acuerdo, pero la derrota también, algo que lo diferencia de la política. No es una cuestión de pesaje, ni de los golpes bajos que no se pueden dar dentro del cuadrilátero. Es una cuestión de saber anticiparte al contrario para sufrir el mínimo daño posible, de saber anticipar lo que sucederá, que es algo mucho peor que la victoria o la derrota. Porque, aunque el boxeo sea una ciencia del futuro, en la política los ojos morados se los ponen a los ciudadanos.

IDEAL (La Cerradura), 31/05/2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario