domingo, 7 de agosto de 2016

Corral

Granada ilustra para bien y para mal la historia de España. Un país donde no suele hablarse abiertamente de sus problemas ni de su historia, y donde la generación llamada a gobernar y educada en la Transición aprendía más cosas en el colegio sobre “La Guerra de las Galaxias” que sobre la Guerra Civil española, ese intercambio de impresiones entre los íberos que se llevó por delante a muchos abuelos y bisabuelos. Pero aquí se le echaron unas toneladas de tierra al problema –que sigue enquistado en el Parlamento-, y prueba de ello es el corral que, entre Alfacar y Víznar, en el Peñón del Colorao, hay sobre la fosa de dos mil fusilados, entre ellos, quizá, Federico García Lorca. ¿Algo a la altura de nuestra dignidad política, social y cultural? Pues sin duda. Y lo peor es que el carril del Obispo, que es como se llama la carretera que une ambas localidades, se declaró en 2012 “Lugar de Memoria Histórica de Andalucía”, una declaración que no conlleva protección alguna. De hecho, los terrenos de la discordia son propiedad particular, por lo que los caballos y el ganado pueden pastar a sus anchas. Nada raro en un país como España, donde tampoco hay ningún respeto por el dominio público, y que funciona actualmente como un corral donde los gallos cacarean en el Parlamento. El anteproyecto de la ley andaluza, define la memoria histórica como “el derecho a conocer la verdad de la historia de la lucha del pueblo andaluz por sus derechos y libertades, derecho a la justicia y derecho a la reparación, como garantías de no repetición”. ¿Hace falta una ley andaluza que reconozca este derecho de una manera tan grandilocuente y pésimamente expresada? Pues sí, porque en España aún no se han llevado a cabo las actuaciones necesarias para recuperar e identificar los restos de las víctimas del franquismo, y la clase política se comporta como si tuviera el convencimiento de que a los ciudadanos se les puede negar el pasado, y por tanto también el presente y el futuro. ¿A alguien puede extrañarle entonces que la forma más habitual de enfrentarnos a nuestros problemas sea negarlos una y otra vez? Si eso ocurre con la mayor ignominia que ha ocurrido en España, ¿por qué debemos esperar con lo demás algo diferente? El mejor homenaje que ha sabido darle Granada a su hijo predilecto, Federico García Lorca, es la construcción de un centro que lleva su nombre pero está vacío de contenido. Así escribimos la historia de España.

IDEAL (La Cerradura), 7/08/2016

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