domingo, 31 de julio de 2016

Psicosis

Esta semana me sorprendía ver en un centro comercial a dos policías equipados con chalecos antibalas y metralletas, como sólo había visto en algunos países de América Latina. Luego lo comprendí, al enterarme de que había una alerta terrorista en Almería y Granada, o al menos eso es lo que decían algunos mensajes que recibía en el móvil. Los yihadistas han provocado ese estado de alarma, y algunas personas se han dejado llevar por la psicosis y han reenviado mensajes donde alertaban de la existencia de coches cargados de explosivos en centros comerciales de la costa. Incluso daban la marca y el color del vehículo. Granada y Almería son provincias especialmente sensibles a este fenómeno, por el gran número de inmigrantes que trabajan aquí, y en localidades como El Ejido buena parte de la población es árabe. A pesar de los recelos con que los tratan una minoría de ciudadanos, a mí me parece que este es un hecho tranquilizador, pues la inmensa mayoría de los musulmanes son moderados y los primeros en condenar los atentados terroristas, pues sólo pretenden ganarse un sueldo y vivir en paz. Lamentablemente, no son el espejo en el que los simpatizantes del yihadismo suelen mirarse, pero precisamente por eso los ciudadanos –musulmanes y no musulmanes- deben dar una lección de civismo y de confianza en la democracia y en sus instituciones, algo que, sin embargo, no están haciendo los representantes de los principales partidos políticos, cuya irresponsabilidad sobrepasa ya cualquier límite razonable. Mientras François Holland o el Papa Francisco hablan abiertamente de guerra, los políticos españoles siguen enredando dentro y fuera del Congreso, como si los partidos y sus agrupaciones territoriales fueran una especie de reinos de taifas gobernados por jefecillos presuntuosos e incapaces de llegar a ningún acuerdo. Muy al contrario, deberían estar dando ejemplo de su creencia en los valores democráticos. Porque ante el fanatismo yihadista, los ciudadanos debemos armarnos con el derecho, la cultura, la educación y el civismo. Y no contribuir con la histeria o con mensajes poco meditados a que cunda el miedo y el desánimo. El silencio de los ciudadanos y de los medios de comunicación es la mejor respuesta contra las amenazas terroristas. Otra cosa es el silencio ominoso de nuestros representantes políticos, que así descansan de atribuir al otro los vicios que no dejan de practicar. Porque, en España, mentir en nombre del país se ha convertido en una costumbre. Y Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias generan ya una psicosis verdadera.

IDEAL (La Cerradura), 31/07/2016

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