Como
viene siendo ya una costumbre, las noticias más comentadas durante esta Semana
Santa han sido las cifras de ocupación de nuestros hoteles, donde se han
alojado al parecer más turistas que nunca, habiendo sido por primera vez
mayoría los visitantes extranjeros en ciudades como Granada. En un país cada
vez más subdesarrollado culturalmente como el nuestro, se comentan estos datos
con euforia, la misma que comparte el Gobierno cuando anuncia las cifras del
paro, que baja gracias a las contrataciones de temporada en la hostelería, la
gran industria nacional y local. Si tenemos una de las mejores universidades de
España no importa, la realidad es que gran parte de los egresados tendrán que
irse a trabajar al extranjero, y que los que se quedan acaso deban plantearse
hacer mejor una buena formación profesional. El de la hostelería parece un
mundo mágico, y si es verdad que puedes trabajar horas extra como camarero,
también puedes convertirte en un cocinero estrella o en un director de hotel o
en relaciones públicas. Si uno atiende a los medios de comunicación, España es
un paraíso gastronómico, y en Granada está el bar donde se come el mejor pescaíto
frito del mundo, que lo ha dicho nada menos que una presentadora de “MasterChef”.
Y no es una casualidad que éste sea uno de los programas más vistos de la
televisión, como “First Dates” o “Mi casa es la tuya”, donde siempre hay una
cocina por medio, pública o privada, para engullir la realidad. Incluso los
niños tienen su “MasterChef Junior”, por si no estaba claro lo que deberían
hacer en el futuro. ¿Se puede ser más creativo que Ferran Adriá? Mientras tanto,
en ciudades antes turísticas como Barcelona, la alcaldesa Ada Colau y una buena
parte de los habitantes les han declarado la guerra a los turistas. Se ha
prohibido la apertura de nuevos hoteles en el centro, se han creado nuevos
tributos, los vecinos de los barrios históricos se quejan y quieren recuperar
la tranquilidad. Ah, la tranquilidad… Yo llevaba una semana sin ver a mi vecino
de arriba, aunque lo oía trajinar por la casa. “¿Qué te pasa que no sales?”, le
he preguntado esta mañana. “¿Tú estás loco?”, me ha contestado él con cara de
ídem. “¿Has visto como está el centro? No pienso salir hasta que termine la
Semana Santa”. Y así se la ha pasado el hombre, encerrado en su casa. Pero
menos mal que, a partir de mañana, podrá salir tranquilamente a la calle.
Aunque sólo sea para hacer turismo.
IDEAL (La
Cerradura), 16/04/2017
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