lunes, 28 de marzo de 2022

Derechos humanos

En un mundo caótico todo puede ser peor, claro, pero también podría ser mejor. Si no existieran Murphy y compañía, lo mismo hasta acabaríamos el año cantando en la Plaza Roja de Moscú himnos pacifistas. Pero la incertidumbre bélica ha traído la de los precios, y hay gente a la que el miedo la lleva a comprar en los supermercados como si dispusieran de un refugio nuclear en el piso. Vayamos a que todo suba aún más. Murphy diría que sí, aunque National Geografic haya descubierto ahora que “Granada es la maravilla más desconocida del siglo XXI”, y recomienden nuestras cañas y tapas a los turistas. Sin embargo, que se las tomen va a ser más difícil. Porque mientras el Gobierno espera a que la UE le haga caso en sus propuestas, los transportistas colapsan las calles y dejan vacías las estanterías de los supermercados y los almacenes de empresas como Portinox, que cierra su planta de Granada por falta de materias primas. Si no había latas de cerveza en los supermercados, tampoco habrá barriles en los bares. ¡Rebelión! ¿Dejaremos de tomar cañas? Ya veo cómo nos convertimos en un país intelectual y aburrido, acostumbrados como estamos a los intelectuales de bar, aunque en las barras de esta ciudad se hayan escrito muy buenos poemas. Y las tapas, claro, que tampoco hay pescado frito. El Estado va a terminar subvencionando el transporte y la pesca, y esto no ha hecho más que empezar. El derecho a huelga es constitucional, pero los piquetes son una mafia que sólo echa tierra sobre los trabajadores. Obligar a la gente a hacer lo que quiere o lo que no quiere es también una táctica bélica. Porque casi todo el mundo está dispuesto a condenar la guerra, pero no a hacer sacrificios. Ni siquiera la UE es capaz de aplicar las sanciones más severas unánimemente a Rusia por su dependencia energética. ¿Vamos a sacrificar los sectores productivos y comerciales nacionales para acabar con el dictador? Alemania ya ha dicho que no, aunque los efectos sean en cascada, desde las entidades financieras a las industrias alimentarias. Estados Unidos ha anunciado sanciones contra la Duma y más de 400 figuras y empresas cercanas a Putin, pero son muchas pymes y profesionales españoles quienes tienen que echar el cierre. Hay gente que cree que es buena porque le da pena otra gente, diría Rodrigo Cortés, y nadie quiere sufrir por ese ruso que parece el vómito de un tártaro. Aunque sea para defender los derechos humanos.

IDEAL (La Cerradura), 27/03/2028

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