lunes, 25 de julio de 2022

Aclimatados

El cambio climático es una realidad tan incómoda en las conversaciones como las sucesivas olas de calor que encierran a la gente en sus casas, temerosa de enchufar el aire acondicionado o el ventilador, vayamos a que la factura le estalle en el banco y una catástrofe planetaria cuando se atreva de nuevo a abrir la ventana. Resignada por la realidad bélica, la UE ha dado marcha atrás con las políticas que pretendían detener el efecto invernadero, y ante el chantaje energético de Putin vuelve a recomendar el consumo de combustibles fósiles. Queremos ser verdes, pero no podemos. Mientras el planeta va destruyéndose, los seres humanos andan más calientes que nunca, esperando la menor provocación para desatar una hecatombe. Ahítos de adrenalina, los países han vuelto a competir en la carrera militar para el jolgorio de las industrias bélicas, que parecen haber hecho un pacto con el diablo para acabar con el pacifismo. “¡Carpe diem!”, exclaman algunos. ¿Qué será lo próximo? Si la evolución de los virus y los desastres climáticos nos invitan a vivir al día, quizá no hagamos más que precipitar ese proceso que habíamos imaginado tantas veces viendo películas y series que nos hablaban de la extinción. No nos gusta la realidad y consumimos más ficción que nunca, no queremos saber nada de desastres y mutaciones reales y nos libramos del miedo proyectándolo en plataformas como Netflix o Amazon Prime, en una oferta de canales tan inabarcable que uno consume todo el tiempo libre en decidir qué va a ver sin terminar de ver nada. “¡No me da tiempo!”, grita el friki en su sofá, y no se da cuenta de que el mundo se acaba. Alinea ante sí los mandos del televisor, de la consola y del aire acondicionado, y no es capaz de decidirse. ¿Es preferible morir de pantalla o de calor? Y junto a los dilemas aparecen las oportunidades. España se ha ofrecido como plataforma para transportar el gas al resto de Europa a cambio de no recortar el consumo en un 15% entre agosto y marzo, como pide la Comisión Europa. Actualmente, el 20% del gas que entra en España va a otros países de la UE, pero este porcentaje se puede aumentar, según explican desde el ministerio para la Transición Ecológica. ¿Se puede ser más incongruente? ¿No deberíamos llamarlo ahora ministerio para la Explotación Energética? La Asociación Española del Gas también está en contra de restringir la demanda de los hogares y la industria. ¿Será por dinero? España arde entera.

IDEAL (La Cerradura), 24/07/2022

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