lunes, 12 de junio de 2023

Cábalas

Quizá sea una cuestión de trascendencia política, pero resultan algo ridículas las quejas de tertulianos y periodistas sobre la fecha de las próximas elecciones generales del domingo 23 de julio. Que si nos van a fastidiar las vacaciones, que si los trámites del voto por correo son engorrosos, que si nos vamos a asfixiar en los colegios electorales, que si ese día solemos estar en el chiringuito… “Es el peor día posible para unas elecciones”, afirman categóricamente, aunque no creo que piensen lo mismo las generaciones que no pudieron votar durante la dictadura y que apreciarán que se valore su opinión para algo por lo menos una vez cada cuatro años. “En mi casa ni eso”, dirán algunas personas, que tampoco podrán elegir el lugar de veraneo. Estamos acostumbrados a que nos lo den todo masticado, y a mucha gente le gustaría poder votar con el móvil para luego tuitear alguna simpleza o compartir con sus seguidores alguna foto sacada en el baño, esos contrasentidos de la intimidad artificial, que no la inteligencia. Con el móvil abrimos la puerta del garaje o de la casa, navegamos, trabajamos y compramos, e incluso hablamos por teléfono, con lo que basta con piratearle a uno el terminal para borrarlo de la existencia. Menuda crisis de ansiedad nos causa no poder consultar el aparato cada dos minutos y deslizar el dedo por la pantalla como si fuera la piel de la que parece ser nuestra verdadera pareja. Pues algo así les provoca a muchos tener que ir a votar recurriendo a un procedimiento tan analógico como introducir un trozo de papel en una urna. Algunos partidos temen la abstención y otros la celebran, y hay quien le atribuye al maquiavélico Pedro Sánchez superpoderes, pues cree que el presidente ha tenido en cuenta las costumbres de todos los españoles. Según los datos del CIS (si resultan creíbles), más de la mitad de la población española no piensa o no puede irse de vacaciones, y de la otra mitad habrá quien las cancele por la subida de precios, que no tiene mucho que ver con la intención de voto. Pero más de la mitad de la mitad que sí veraneará tiene previsto irse a la playa, y no creo que afecte mucho a sus costumbres la decisión del presidente del Gobierno, que quizá sólo quiera asegurase el voto de la mitad de la mitad de la otra mitad. Algo así. Porque, para algunos ciudadanos, votar en el mes de julio será como decidirse entre Karl o Groucho Marx.

IDEAL (La Cerradura), 11/06/2023

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