domingo, 4 de octubre de 2015

Marmotas

La vida política española es como el día de la marmota, que se va repitiendo una y otra vez. Hasta el domingo pasado, llovieron las declaraciones de los partidos, las noticias en los medios de comunicación, los avisos de ruina. Después de las elecciones catalanas, la naturaleza pareció contagiarse y llovió de verdad durante una noche entera, para que las calles y los garajes se inundaran y la atmósfera se limpiara por fin de polución, de gritos, insultos y malos pensamientos. Pero, calmada la tormenta, volvieron las declaraciones de los partidos, las noticias casi idénticas en los medios de comunicación, los idénticos avisos de ruina. Y la gente, claro, también ha seguido exactamente igual, con los mismos deseos de independencia o de continuidad según quiénes interpretasen los resultados electorales, pero viviendo en el mismo sitio, sin moverse de la silla, tratando de descifrar ese misterio constitucional de la autonomía de las nacionalidades y regiones “dentro de la indisoluble unidad de la nación española”. No se mueven desde luego de los sillones presidenciales Mariano Rajoy y Artur Mas, los grandes artífices de este día de la marmota nacional, atrapados en su propio tiempo, en su propio mundo de sueños identitatiros, que poco tiene que ver con el real. Y el caso es que hay gente que los escucha y les hace caso e incluso los vota, quizá porque también quieran vivir en una realidad paralela, en otro mundo que se encuentra en éste, habitado por seres desquiciados que no utilizan el autobús o el metro para viajar, sino que se deslizan por agujeros negros de una nación a otra. Pero aquí estamos hablando de ellos nuevamente, porque lo que no se ha solucionado en una, dos o tres elecciones tildadas de plebiscitarias, tendrá que solucionarse en una cuarta. Y es que padecemos a políticos-marmotas encantados con tener graves problemas en vez de solucionarlos, porque si no existieran esos problemas tendrían que trabajar de verdad, arreglando los pequeños problemas diarios de los ciudadanos, esos que en ciudades marmotas como Granada no se solucionan nunca, y donde se habla de ellos una y otra vez: que si el Ave y el botellón y el transporte urbano y el nuevo tramo de la A-7 y el Centro Lorca. Y uno ve las noticias repitiéndose una semana y otra semana y otro mes y otro año, y ahí siguen el mismo presidente y el mismo alcalde y el mismo ciudadano que se levanta para revivir, una vez y otra vez, un único día de la marmota.
IDEAL (La Cerradura), 4/10/2015

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