lunes, 8 de mayo de 2023

Ciudades

Como los seres humanos suelen tener un doble que desconocemos, las ciudades tienen hermanas secretas que a veces se encuentran y confraternizan, como ocurrió con Granada y Aix en Provence allá por 1979. Un aniversario que en la ciudad francesa se celebra con cariño, tal vez porque son conscientes de que la tradición y la historia son algo más que una marca, que merecen respeto y una vista más larga que la próxima cita electoral. Son lugares donde uno no nace o vive por casualidad, y eso es algo que tienen en común también las dos ciudades, ser cuna de arte y cultura. ¿Qué es lo que te lleva a radicarte aquí? “Hemos venido a aprender que hay una luz a nuestras espaldas, que es menester que nos volvamos, liberándonos de los lazos que nos atan, para mirarla de frente, y que nuestro cometido antes de morir consiste en intentar, a través de todas las palabras, nombrarla”, escribió Albert Camus. Algo que resulta especialmente sencillo en Aix en Provence, pues toda la ciudad te invita al ocio y a la contemplación, desde el Cours Mirabeau y la fuente del Rey René hasta la fuente de la Rotonda y de allí, subiendo por la rue Spariat y la rue Bédarriedes y la rue Maréchal Foch hasta la plaza del Ayuntamiento y la Catedral de Saint Sauveur, un centro histórico que está jalonado de tiendas, restaurantes y bares que ocupan los bajos de los palacetes de una de las burguesías más ricas de Europa. Tampoco eso ha cambiado en una ciudad que vive del turismo y de la universidad, como ocurre en Granada, y cuya mayor industria sigue siendo el patrimonio histórico y cultural, que ejercen una atracción para los estudiantes, profesores y artistas que acuden a ella y que encuentran en estas ciudades a sus maestros, vivos o muertos. Como en Aix en Provence puede seguirse el curso del agua y de las fuentes en el Cours Mirabeau, en Granada puede recorrerse paralelamente el cauce del Darro hasta la fuente del Avellano, acompañado por las voces de algunos poetas contemporáneos. El tiempo (el agua como símbolo del tiempo) y el paisaje son dos constantes en nuestra vida, como las ciudades, los escenarios donde se determina nuestro carácter. Pero vivir en Aix en Provence o en Granada es un privilegio. Su historia traza líneas invisibles en nuestra existencia, como cuando las recorremos dando un paseo acompañados, sin saberlo, por los pasos de tantas personas que los han dado antes que nosotros.

IDEAL (La Cerradura), 7/05/2023

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