lunes, 15 de mayo de 2023

Flamencos

Debe de ser una casualidad, pero casi al mismo tiempo ha aparecido el flamenco en los semáforos y en los planes de estudio de la Junta de Andalucía. “Antes de cruzar, debes aprender a cantar y a bailar”, parecen decirnos la bailaora y el guitarrista, que por lo visto se llaman Macarena y Paco y son obra de un artista sevillano que ha reclamado al Ayuntamiento de Granada una compensación por competencia desleal y una indemnización por daños y perjuicios. Es lo que suele ocurrir cuando se gasta en chorradas el dinero público, y no creo que el nivel cultural y político mejore con el aumento de horas lectivas en asignaturas como las matemáticas, la lengua, el inglés e incluso el flamenco, que será una asignatura optativa que impartirán los profesores de música. De hecho, lo que estaría bien sería aumentar las horas de música y otras materias que fomenten la creatividad y la comprensión lectora de los alumnos, que ahora se ve reducida a la extensión de un tuit o un mensaje de WhatsApp. Tampoco estaría mal multiplicar exponencialmente las horas de filosofía, historia, literatura y lenguas clásicas, haciendo un programa único para todo el Estado, donde se incluyen las comunidades autónomas, para fomentar una cultura y una idea de país, eso de lo que hablan los partidos políticos durante la campaña electoral y que se les olvidará en cuanto se celebren las elecciones. Las identidades locales y autonómicas están bien, pero siempre que confluyan en algún sitio, en la unidad desde la diversidad, que es uno de los lemas de la Unión Europea. Sería otro de los contenidos a estudiar para ahorrarnos la actual deriva de los nacionalismos, que nos recuerdan todos los fantasmas del siglo veinte, muy presentes por desgracia en la guerra de Ucrania. La educación es algo tan básico que da un poco de vergüenza hablar del tema, tal vez porque los planes de estudios han ido sufriendo una simplificación y depuración tal que han pasado de libro de texto a resumen y de ahí a chuleta, un término también desfasado, como me comentó el otro día una alumna que no dudaba en hacer un examen con la inestimable ayuda del móvil. Lo que no sabemos es si la devaluación educativa responde a un plan preconcebido para que cada vez haya una población más analfabeta o de si se trata de mera incapacidad. Si vamos a terminar educados y gobernados por algoritmos y la inteligencia artificial, quizá habría que llamar a la resistencia.

IDEAL (La Cerradura), 14/05/2023

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