Los
planes del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de subir el sueldo mínimo a
900 miserables euros, han chocado con los profesionales autónomos, que temen
ver incrementado el coste de las cotizaciones sociales de sus trabajadores. Hasta
tal punto ha llegado la precariedad laboral, que el millón de empleadores
autónomos que hay en España amenazaba con salir “a la economía sumergida”. Hace
tiempo que perdimos la dignidad en la ordenación del mercado de trabajo, que va
camino de convertirse en una ignominia. Una ignominia que se gesta en foros
públicos, empresariales y universitarios donde se anima a nuestros jóvenes a
convertirse en “emprendedores”, es decir a autoemplearse, porque, por lo visto,
el mercado laboral ya no les puede ofrecer un trabajo ni un salario dignos. Así,
se les anima a convertirse en buscavidas, que es otra manera de llamar a los
pobres, que no pueden permitirse emplear a nadie con un sueldo de 900 euros,
con el que hoy en día apenas se puede vivir. Qué sociedad más mezquina estamos
haciendo. Absolutamente insolidaria. Y el peor ejemplo lo dan las
Administraciones públicas. Las comunidades autónomas han sido incapaces de
ponerse de acuerdo para acoger a los MENA que ya no caben en los centros de Andalucía,
Ceuta y Melilla. Menores Extranjeros No Acompañados que son tan buscavidas como
tendrán que serlo todos los jóvenes (hayan nacido aquí o no), pero que desde
luego están mucho más curtidos en eso de buscarse las habichuelas e incluso
jugarse la vida para saltar una valla o cruzar el Estrecho y que darían un
brazo por la mitad del sueldo mínimo. Es como un circo romano donde hay que
pelearse por las migajas de una sociedad dirigida por unas élites que encima
insultan la inteligencia de esos jóvenes que tendrán (si pueden) que
mantenerlas a ellas en el futuro. Emprendedor o MENA son términos tan vacíos de
contenido como los bolsillos de la gente que tiene que llevarlos puestos como
estigmas de una sociedad fracasada. ¿Adónde va la riqueza generada por trabajadores,
autónomos y PYMES? “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa
de la valorización del mundo de las cosas”, escribió Karl Marx. Y su primo
Groucho, más jocoso, añadió: “Fíjate en mí. Me he esforzado para llegar de la
nada a la pobreza extrema”. Una frase que, lamentablemente, pueden suscribir
demasiados emprendedores. Pero los responsables de esta política también
prefieren a Groucho: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo
otros”. Nos conformaríamos con que sólo aplicasen los principios generales del
derecho.
IDEAL (La
Cerradura), 21/10/2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario