En
una sociedad que persigue ya abiertamente a los fumadores y cuya obsesión por
la vida sana raya en un delirio sobre la vida eterna, llama la atención la
permisividad que existe con la contaminación de nuestras ciudades, cuyo aire,
en según qué calles, es irrespirable. Granada, como otras metrópolis, se
levanta algunos días con un sombrero de polución semejante al hongo provocado por
una bomba. Dióxido de carbono (NO2) y partículas (PM10) que inhalan todos los
que caminan por la calle, deportistas o no. De hecho, la mala calidad del aire
granadino sólo es comparable a la de ciudades industriales como Madrid o Bilbao.
Pero con la industria automovilística hemos topado, y con una concepción
urbanística que parece hecha por viciosos del Scalextric. En una ciudad tan
pequeña como la nuestra hay quien no renuncia a coger el coche para hacer la
compra, y la gente prefiere acudir al Nevada o a cualquiera de los centros
comerciales que asolan la Vega que darse una vuelta por el barrio o por el
centro histórico. Porque la ciudad debería ser peatonal, desde el Albaicín al
Camino de Ronda, y reservar las calles para el transporte público. Que haya
familias con tres o cuatro coches resulta ridículo y, más que subir los
impuestos especiales sobre los combustibles o los tributos medioambientales,
habría que gravar los artículos de lujo, que son los innecesarios. Este
Gobierno, como han solido hacer los gobiernos anteriores, anuncia un “Plan
Renove” de la flota automovilística para el año 2020, con el objetivo de
sustituir los vehículos más antiguos por otros más modernos y menos
contaminantes. Se estudian ayudas para las personas con menos recursos para que
se compren un nuevo coche e incluso “vehículos alternativos”. ¿Y no deberían
darles la misma ayuda a quienes renuncian a poseer cualquier vehículo? Incluso
podría subvencionarse el transporte público para que sea gratuito. La ministra
de Hacienda, María Jesús Montero, ha dicho esta semana que se ha animado a la
industria automovilística a trabajar en innovación para sacar al mercado coches
híbridos y eléctricos menos contaminantes y asequibles para los ciudadanos. Y
ya me imagino las sonrisas de los dueños de las grandes marcas de coches
alemanas investigadas por falsear los informes sobre la contaminación de los
vehículos, mientras se fuman un puro. Y recuerdo un poema de Justo Navarro,
titulado “Sobre las causas del hundimiento del III Reich”, que termina así:
“Novias de blanco un cigarrillo/ encendían: el placer sumo./ Y entonces se
volvió amarillo/ Berlín, ahogado por el humo”.
IDEAL (La
Cerradura), 7/10/2018
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