En
tiempos de crisis económica quizá no sea una buena idea subir los tipos de
interés y predicar la contención del gasto público con una población tan desencantada
que está dispuesta a votar a la extrema derecha, como ha ocurrido en Italia. Formaciones
que pretenden proteger “lo nuestro” frente a amenazas reales o imaginarias,
cuando la situación requiere que prime la solidaridad. Si la pandemia del covid-19 hizo que la UE congelase los criterios de convergencia y el principio
de estabilidad presupuestaria para poner en marcha el programa de inversiones
más importante de su historia, vivir una tercera guerra mundial, como es el
caso, aunque no se diga abiertamente, debería quitarle de la cabeza a las
autoridades monetarias la directriz de que los ciudadanos se aprieten más el
cinturón. La UE y los estados miembros deben seguir invirtiendo en programas
sociales si quieren sobrevivir a los embates populistas que llegan de dentro o
de fuera de nuestras fronteras. No se trata de vivir como si no hubiera un
mañana, pero es que ahora mismo el mañana no se ve. El cóctel guerra, precio de
la energía y cambio climático no es que sea explosivo, es que ya hace tiempo
que nos explotó en las manos gracias a Vladimir Putin, como los gaseoductos “Nord
Stream”. Vivimos en un gran mercado mundial en el que obedecemos las normas del
amigo americano, que lo fía casi todo al consumo interno y no cree en las
políticas de austeridad. ¿Seguimos el ejemplo del socio americano o del alemán?
Las decisiones económicas son siempre difíciles, y más cuando hay que poner de
acuerdo entre sí a todos los socios comunitarios. Para complicarlo todo un poco
más, en países como España tampoco se ponen de acuerdo el gobierno central y
las comunidades autónomas ni éstas entre sí sobre cuál es la política fiscal adecuada.
¿Aumentamos los impuestos? ¿Los quitamos? ¿Gravamos las grandes fortunas? ¿Nos
encomendamos a la diosa Fortuna? Frente
a la suerte y la demagogia, los Fondos “Next Generation” han sido la mejor
noticia que han recibido gobiernos y ciudadanos europeos en mucho tiempo. Los
servicios públicos hay que financiarlos, y una combinación de un sistema
tributario justo con políticas sociales es lo que debe caracterizar a los
países democráticos. Eso pasa por contribuir según la capacidad económica, ya
sea en el IRPF o en el Impuesto sobre el Patrimonio. Lo demás es charlatanería,
como Giorgia Meloni pidiendo el voto con dos melones en las manos. Vivimos
entre la risa y el miedo.
IDEAL (La Cerradura), 2/10/2022
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