España
es un lodazal en el que cada día nos levantamos con una noticia sobre los
miembros del Gobierno. Debe de haber mucha gente dedicando tiempo y recursos a
investigar el pasado de ministros y ministras, a los que también escrutarán el
presente y de los que incluso adivinarán el futuro. Quieren su hundimiento, su
dimisión, lo que me recuerda una novela de James Ellroy, “Los Ángeles
Confidencial”, en la que políticos y autoridades son fotografiados con
prostitutas, que previamente han sido operadas para que se parezcan a estrellas
de cine. Y así tenemos a Pedro Sánchez, fotografiándose tan sonriente con Donald
Trump, al que supuestamente despreciaba, en la cumbre del poder postizo. ¿Quién
elegiría el vestido de las primeras Damas? Podría ser el excomisario Villarejo,
que al parecer tiene vídeos comprometedores de media España. Menudo trabajo, el
de bucear en las cloacas. Sólo falta publicar las grabaciones, para que la
película pueda titularse “Sexo, mentiras y cintas de vídeo”, un éxito de los
ochenta. Pero hay informaciones que resultan ridículas, como la que afecta a
Pedro Duque, sin duda uno de los ministros más siderales que ha tenido la
España democrática. A Duque se le acusa de poner una segunda vivienda a nombre
de una sociedad, algo legal dentro del ordenamiento jurídico, aunque choca que
el objeto de la sociedad sea la gestión y la promoción inmobiliaria. ¿Gestión y
promoción de la propia casa? Quizá, cuando firmó los estatutos, el señor
ministro estaba en la luna, pero debería haberse asesorado mejor. Total, lo que
va a ahorrarse por el IRPF es una cantidad ridícula (una imputación de renta
del 2% sobre el valor catastral de la vivienda), y teniendo su residencia en
Madrid, poco va a pagar por el Impuesto sobre el Patrimonio. Otra cosa es la
situación de Dolores Delgado, que inexplicablemente continúa siendo ministra de
Justicia. Y lo único que se le ocurre al Gobierno es culpar a los medios de
comunicación y amagar con regular la libertad de expresión. Pero es que hay
políticos y políticos. Y ahí tenemos a un constitucionalista brillante,
Baldomero Oliver, lidiando con el Miura de la hacienda municipal, en quiebra
técnica. El Ayuntamiento tendrá que pagar 16,4 millones de euros a la promotora
Vargas e Hijos por otro “pufo urbanístico” del PP, como lo ha definido
Francisco Puentedura. Pero, para saldar esa deuda, ¿era necesario entregar el
piso donde se encuentra el Centro Artístico? Se trata de un inmueble histórico,
y un símbolo de la cultura en Granada. Otra pérdida lamentable.
IDEAL (La
Cerradura), 30/09/2018
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