Pues
no va a ser 1984 la distopía que ya protagonizan nuestros partidos políticos,
sino 1941, esa comedia en la que un submarino japonés interrumpía el tranquilo
baño de una nadadora en la costa de California, u “Horizon Zero Dawn”, el juego
apocalíptico para consolas en el que nuestros adolescentes investigan las
causas del fin de la civilización. Lo mismo están en los propios políticos,
dispuestos a convertirse en una pesadilla que salte de las instituciones y los
mítines a las pantallas de tu teléfono móvil. Ya no se trata de fabricar
noticias según las tendencias de las redes sociales, sino programas políticos
al gusto del consumidor. Si por lo menos pudiéramos elegir el perfil de los
candidatos y educar, por ejemplo, a personajes como Gabriel Rufián, para
dotarlos a golpe de clic de inteligencia, no estaría tan mal convertir la
política en un videojuego, que es a lo que actualmente se parece, sobre todo
las sesiones del Congreso. Pero no. Lo que va a permitir la ley que
paradójicamente lleva como título la Protección de Datos y Garantía de Derechos
Digitales, es que los partidos políticos, coaliciones y agrupaciones
electorales puedan utilizar datos personales obtenidos en páginas web y otras
fuentes de acceso público para la realización de actividades políticas durante
el período electoral. Es decir, que como usted lleva años proporcionando datos
personales en las redes sociales sin sonrojarse, los partidos van a contactarle
según su perfil digital sin mostrar por ello tampoco ningún pudor. ¡Y qué
sorpresa se van a llevar algunos cuando sea un partido y no otro el que llame a
su WhatsApp! Porque usted puede creerse progresista y de izquierdas, pero quizá
sus opiniones y exabruptos le conviertan en un votante ideal para la extrema
derecha. Los mismos políticos son inclasificables, y si algunos se analizasen
con el dichoso algoritmo, saldrían con un perfil del tipo “Autómata”, otro
juego que causa furor entre los adictos a la Play. Porque debía llegar un
momento en que los videojuegos persiguieran a los jugadores cuando salieran de
casa. Los partidos quieren convencernos de que saben mucho mejor que nosotros
lo que pensamos, y por tanto lo que necesitamos. Y hablo de partidos políticos,
esos extraños engendros que nacieron para hacer posibles las libertades y que
hoy se han convertido en los adalides del Big Data. Porque no quieren
ciudadanos, sino avatares que sean fácilmente manipulables. Así que apaguen la
tele, el móvil y enciérrense en casa: vamos a jugar a la Play. Eso que
llamábamos democracia.
IDEAL (La
Cerradura), 25/11/2018
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