domingo, 25 de agosto de 2019

Patinetes


Si en la transición española las fuerzas políticas optaron por la negociación y la prudencia, conscientes del momento histórico que vivía el país, actualmente hacen lo contrario, enfrentándose por cuestiones electoralistas, el número de votos o escaños y las dificultades para establecer mayorías parlamentarias. La realidad es que bastaría con el acuerdo de dos o tres partidos para que hubiera un gobierno, pero se ve que no les interesa el futuro de España, aunque los ciudadanos hayan expresado su voluntad en las urnas. Los candidatos electos ya asumen su mandato, y sólo tienen que ejecutarlo. Porque si hay nuevas elecciones quizá debería de haber otros candidatos, tanto en el PSOE, que las ganó, pero parece incapaz de gobernar, como en el resto de los partidos, que las perdieron y no facilitan la gobernabilidad. Empeñarse en una nueva convocatoria electoral debería ser considerado un delito de malversación de caudales públicos, el mismo por el que los dirigentes independentistas catalanes están ahora mismo en la cárcel, por promover con recursos públicos una consulta ilegal. Esto no es lo mismo, no, pero se parece, pues, aunque no esté tipificado como delito, también se trata de abusar de la voluntad general. De hecho, las comunidades autónomas están asfixiadas por la falta de gobierno, ya que no reciben las transferencias económicas pactadas. Cataluña amenaza con demandar al Estado, pero también Galicia, y quién sabe cuáles vendrán detrás. Del mismo modo que en la transición montamos el Estado autonómico, ahora podríamos desmontarlo, lo que, viendo el talante de los políticos actuales, no sería de extrañar. ¿Alguien piensa en el interés general? Si atendemos a los medios de comunicación nacionales, se trata de una mezcla de caricaturas políticas, información deportiva y sensacionalista, publicidad de destinos turísticos y productos de dietética. Se ve que vivimos en un mundo que no está en este, o quizá sí, maquillado por personajes como Donald Trump, Boris Johnson y Pedro Sánchez, que estaba de vacaciones. Menos mal que los políticos locales están en otras cosas, como que viajemos en patinete. ¿Es una broma? No. Además del recorrido del metro por el centro, esos artilugios que solían usar los niños merecerán una especial atención en el plan de movilidad, después de las exitosas experiencias de Málaga o Sevilla. Porque, aun siendo una ciudad pequeña, Granada es la tercera ciudad de España con mayor contaminación. Y por eso necesitamos soluciones imaginativas, como las de Marty MacFly en “Regreso al futuro”. ¿Será esta la nueva sociedad? Ya me imagino el jolgorio de los chiquillos yendo a votar en patinete.
IDEAL (La Cerradura), 25/08/2019

lunes, 12 de agosto de 2019

Tenis, tetas y política


La política es como el tenis: lo importante es devolver siempre la bola, y esperar a que el otro falle. Es lo que piensa quizá Pedro Sánchez, que va derivando la responsabilidad en unos y en otros. Lástima que no sea Rafael Nadal. A Nadal lo votaría sin muchos remilgos el ochenta por ciento de los españoles. Con que se rodeara de tan buenos ministros como ha tenido de entrenadores, lo haría muy bien. El talento le viene de familia, y se ve que él valora mejor que otros el ejemplo de los mayores. Pero lo importante es la mentalidad, lograr que mente, cuerpo y raqueta sean uno, visualizar para colocar luego la pelota en el lugar exacto. Pedro Sánchez se ha ido a hablar con el Rey esta semana, y por lo visto no le ha dicho nada bueno. El hombre no confía en Pablo Iglesias, pero tampoco en Albert Rivera ni en Pablo Casado, por lo que sintiéndolo mucho –les dijo primero al Rey y luego a los periodistas- lo mismo tenemos que convocar unas nuevas elecciones. Lo malo es que quizá para entonces buena parte de los españoles haya dejado de confiar en Pedro Sánchez, al que puede habérsele acabado la teta del Estado, que es como parecen ver demasiados políticos las instituciones: como una gran ubre a la que hay que ordeñar, aunque se llene con la leche que producen los españoles. La imagen no es muy edificante, lo sé, pero ya la utilizó Woody Allen en una película para ilustrar sus obsesiones con el sexo: un seno gigante perseguía a un hombre por el parque, disparándole leche. Pero es que algunos también confunden el sexo con la política. Y ahí tenemos a Donald Trump, un engendro lácteo capaz de acabar con el mundo. Y es que, si como cuenta Jaime Peñafiel, todavía fuera una costumbre buscar un ama de cría en la plaza de las Pasiegas, quizá se solucionasen la mitad de los problemas de España. Los candidatos podrían ser hermanos de leche, por lo que no tendrían dificultades para alcanzar pactos. Mucho mejor que mamar de las tetas del Estado. Porque la gran teta de la Seguridad Social está ya seca, y la teta de Hacienda no se va a volver a llenar ni con otra subida de impuestos. Total, los presupuestos vigentes los diseñó Mariano Rajoy, que ya anda destetado. Y esta es la compleja relación entre tenis, tetas y política. Espero que Pedro y Pablo se dignen a volver a entrar en la pista.
IDEAL (La Cerradura),11/08/2019