En España, el nepotismo parece ser una práctica consuetudinaria que
salta de la política a las instituciones o al deporte rey (no hablaremos de la Corona),
donde también abundan las cadenas de favores. Esta semana están en vilo los
aficionados del Barça por una posible sanción de la UEFA que excluiría al
equipo de las competiciones europeas, algo que preocupa más que la
investigación de la justicia española. ¿Cómo nos van a bajar a segunda? Si
hemos sido capaces de lograr que se desvirtúen los delitos de sedición y
prevaricación, lo de la ley del deporte debe resultar peccata minuta. Por si
las moscas, se han denunciado los agravios comparativos y se ha mezclado el
tocino con la velocidad o viceversa, algo así como que el tiqui-taca está
inspirado en los deseos de independencia de una parte de la sociedad catalana.
Pero claro, si también una parte de esa clase política estaba acostumbrada a
adjudicar contratos públicos a cambio de un tanto por ciento, ¿cómo no iban a
sentirse legitimados los directivos de un club de fútbol para comprar la
voluntad de los árbitros? Las afinidades electivas todo lo complican, y en
Granada las instituciones siguen denunciando la falta de transparencia en la
adjudicación de la sede de la AESIA a La Coruña, pues el Gobierno firmó el
informe desfavorable para la capital nazarí un mes y medio después de designar
a la capital gallega. Supongo que todas las instituciones granadinas cumplen
escrupulosamente la normativa y los criterios de meritocracia cuando toman
decisiones que afectan a sus infraestructuras o a sus trabajadores, ajenas a
razones políticas, personales o familiares, incluyendo las de su propio
partido. De ahí la comprensible indignación por tener que trabajar en un teatro
de marionetas. Y por eso despierta mucho más interés el "BarçaGate" que el "AESIAGate",
ya que resulta más estimulante recorrer la geografía española detrás de un
balón y once tipos en calzoncillos que perseguir por los pasillos a tu jefe o
jefa. ¿Vendrá de ahí lo de los globos sonda? En la política, como en el arte o
incluso el fútbol, tan importante es lo que se ve como lo que no se ve. La
diferencia estriba en si lo que no se ve termina en los tribunales. ¿Podríamos
introducir el VAR en las reuniones del Consejo de Ministros? ¿Reinará en nuestras
instituciones e incluso en nuestro país por fin la transparencia? Los favores
tienen el valor de las personas que te los hacen. Luego hay que devolverlos.
Mejor que no sea a Vito Corleone.
IDEAL (La Cerradura), 26/03/2023