Dentro
de la crónica de sucesos que tan bien sabe relatar José Ramón Villalba en las
páginas de IDEAL, me ha llamado la atención la historia del joven Adrián, cuyo
cadáver apareció entre cartones en una planta de reciclaje del camino de
Purchil. Inmigrante de origen rumano, del pueblo de Nufaru, no se sabe si se
metió a pasar la noche en un contenedor de cartones o su cuerpo fue arrojado
allí. En la foto que acompañaba a la noticia podemos ver a un chaval con una
sonrisa y una mirada esperanzada, de buena gente, que confía en un futuro mejor.
Ese mismo día IDEAL publicaba también que bandas de croatas han vuelto a la
ciudad y que la policía les atribuye numerosos robos en viviendas, algo que
crea alarma social y miedo al bárbaro. Las opiniones sobre la inmigración están
cargadas de prejuicios, pero la actualidad española nos da ejemplos todos los
días de que cada persona guarda un ángel y un demonio en su interior. ¿Quién
iba a suponer que la expresidenta de la Comunidad de Madrid fuera una
cleptómana? Y el caso es que ha tenido que dimitir no por meter la mano en las
arcas públicas, como algunos compañeros de su partido, sino en la estantería de
un supermercado. Las informaciones periodísticas hablan de tramas
conspiratorias dentro del PP madrileño, y ya parece haber pasado a un segundo
plano que la expresidenta sufriera también titulitis aguda. ¿Qué es peor, que
te den un título por la cara o hurtar cremas de veinte euros para la cara? A
algunos les cuestan lo mismo, aunque por suerte no tienen que llegar al extremo
de envolverse en cartones para pasar la noche, como el joven Adrián. Los medios
de comunicación españoles actúan a veces como trituradoras de la imagen pública,
y hay perfiles en Twitter que parecen necrófagos. A menudo la información nos
confunde, pero resulta lamentable que lo hagan las instituciones
universitarias. Por eso ha hecho muy bien el decanato de la Facultad de
Ciencias Políticas de la Universidad de Granada en cancelar la conferencia que
llevaba por título “En defensa de Stalin”. ¿De un dictador genocida? Lo más lamentable
es que pueda verse una pancarta con la efigie de Stalin en los patios de la
facultad, sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza, como da vergüenza que
estudiantes de ciencias políticas no entiendan que Stalin representa lo mismo
que el fascismo. Qué bueno sería vivir entre gente culta y bienintencionada. Venga
de donde venga.
IDEAL (La
Cerradura), 29/04/2018