Nuevo modelo para armar
José María Pérez Zúñiga
Páginas de Espuma
160 páginas | 15 euros
La
mejor literatura breve suele ser la que nos propone de manera explícita
o sutil un juego, la que comporta un envite, una cierta exigencia de
participación, como bien saben los buenos lectores de Julio Cortázar,
Italo Calvino o el propio Raymond Queneau. Así, un libro confeccionado
de tal guisa es como una carta que desplegamos frente a nosotros como si
fuera una hoja de ruta para aventurarnos no por una historia sino por
sus orillas, por los textos que solo con cierta perspectiva nos dan la
imagen completa.
Esto es precisamente lo que ocurre con el reciente libro ¿de cuentos?
que nos trae José María Pérez Zúñiga, sin lugar a dudas uno de los más
asentados narradores de su generación, con un buen número de novelas y
libros de relatos que avalan su trayectoria. Pero sobre todo su gusto
por la indagación, la especulación formal y la apertura a la hibridación
de géneros, de la que Miradas nuevas por agujeros viejos —junto con Rompecabezas—,
es quizá el más depurado ejemplo. De manera que, para los lectores
despistados, resulta necesario insistir en que no se trata de un libro
de cuentos comme il faut sino más bien de un brillante aparato
literario en la mejor tradición de este género híbrido y que recoge
desde aforismos —algunos de ellos ciertamente luminosos— hasta
definiciones, poemas, delicadas estampas y también cuentos redondos, qué
duda cabe. Un ejemplo de lo primero: “Iceberg: masa compacta de
familia, jefes, sociedad y mundo donde uno va a estrellarse una y otra
vez”.
Organizado en forma de diccionario, el libro hace avanzar al lector
por un juego inusual y fresco de aforismos y microcuentos en los que no
faltan notas a pie de página que se convierten en pequeños escorzos
sobre asuntos cotidianos y lecturas, recordándonos en su pulcritud
reflexiva los Papeles dispersos de Carlos Castán, pero sin el
mismo afán indagatorio e intimista que encontramos en estos sino más
bien otro, de carácter lúdico, más audaz.
Miradas nuevas por agujeros viejos se abre con una breve
descripción del escritor que nos invita a seguirlo en un estupendo
ejercicio indagatorio sobre la reconstrucción literaria. Toda una
declaración de intenciones y también de la evidente imposibilidad, como
exigiría Octavio Paz, uno de los maestros en este tipo de reflexión
sobre la palabra, de articular un puzzle de creatividad, sutil belleza e
inteligencia, sin la ayuda del lector.
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