lunes, 28 de febrero de 2022

Guerra

Pues efectivamente llegaron los perros del este y se comieron a los conejos que discutían sobre si eran galgos o podencos. Ni lo uno ni lo otro. Un perro rabioso de nombre Putin (con perdón para los perros), que vive entre la Edad Media y el sueño de la Unión Soviética, pero que en su locura nos arrastra a todos. Lo siento sobre todo por los jóvenes, que están viviendo en muy pocos años la angustia que no habíamos vivido en cuarenta. Todo se ha vuelto efímero, cualquier escándalo de la política local o nacional ha dejado de tener importancia. Si buscas la verdad, prepárate para lo inesperado, escribía el filósofo; es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras. Saltaba a la vista que Rusia se disponía a invadir Ucrania, pero nadie quería convencerse de ello, queríamos seguir aferrándonos a la seguridad, que se ha esfumado con el primer bombardeo. La vida se convierte en muerte, y se apropia de toda nuestra existencia. Parece una película, si no fuera tan real. La guerra la emiten en directo, y buscamos desesperadamente nuevas noticias, comprobamos la evolución del frente, deseamos que no llegue a la puerta de nuestras casas. Oigo a unos jóvenes: “Prefiero no hablar del tema, lo que tenga que pasar pasará. No voy a preocuparme antes de tiempo”. Oigo también a unas mujeres no tan jóvenes: “Lo que nos faltaba. Ya teníamos la covid-19 como una mala experiencia para esta generación. Y ahora una guerra”. Y no es que no hayamos vivido otras guerras, es que esta trae inquietantes paralelismos con las guerras mundiales, todos los miedos que creíamos que había superado Europa. Esta época ya no es la mejor. Y todo por un tipo (y quienes le apoyan) preocupado porque su país recupere el espacio geopolítico, sin darse cuenta de que quien ocupa el espacio es él, un bloque impenetrable con forma de hombre contra el que se estrellan el sentido común, los derechos humanos, el mundo democrático. Los propios generales rusos balbucean ante él, cuando lo que deberían hacer es quitarlo de en medio, para que su propio país sobreviva a la catástrofe. Esta semana hemos oído las declaraciones más solemnes de los presidentes europeos pidiendo a los ciudadanos que se preparen para lo peor. Incluso el discurso del presidente Sánchez ha sonado más solemne que nunca, mientras el número dos de la embajada de Ucrania en España, Dmytro Matiuschenko, pedía cascos y chalecos antibalas a nuestro país para proteger a la población. Lamentablemente, ya estamos en guerra.

IDEAL (La Cerradura), 27/02/2022

lunes, 21 de febrero de 2022

Galgos o podencos

La política española parece una historia de fantasmas: se habla tanto del pasado y del futuro que se nos escapa el presente. En Granada, por ejemplo, donde las principales instituciones sólo logran consensuar buenas intenciones para la ciudad, sin materializar ningún proyecto. No se propone nada concreto porque la política puede ser también pose, fachada, nadería. Cuarenta y tres años de democracia no dan ni para un juego de tronos, sino sólo una guerra chabacana, como se empeña en ilustrarnos el PP para alegría de la extrema derecha, que está donde siempre ha estado. Da pena pensar en la transición, y en toda la gente que se jugó la vida durante el franquismo para que llegase la democracia. Si uno atiende a la guerra entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, no sabe qué visión es más lamentable, si la del presidente del partido que espía a la presidenta de la Comunidad, o la de la presidenta que defiende la legalidad de un contrato de emergencia concedido por el gobierno madrileño a la empresa de un amigo para la que el hermano de Díaz Ayuso trabajó como comisionista. Por lo visto, el hermanísimo cobró 286.000 euros por facilitar la compra de mascarillas para una población que estaba en su casa encerrada y aterrorizada. Una idea muy lucrativa de la política, que se beneficia de la estrategia del miedo. Ésa es la razón por la que está creciendo Vox. Mientras, en el mundo real, la gente sigue jugándose la vida para ganarse el pan, como la tripulación del Villa de Pitanxo, donde había una mezcla de razas y orígenes que representa bien lo que hoy es España, aunque una parte de este país se empeñe en negarlo. Tres supervivientes, nueve cuerpos recuperados y doce desaparecidos de las 24 personas que trabajaban en el pesquero. Parte de esos cadáveres nunca se hallarán, lo que sí es una crueldad para las familias, que no podrán enterrar a los suyos. Y en este contexto, qué patético resulta escuchar a Díaz Ayuso hablar de crueldad. Aquí estamos muy entretenidos con las guerras políticas, mientras en el mundo hay un miedo creciente por el inicio de la tercera guerra mundial. Es como la fábula de los galgos y los podencos, de Tomás de Iriarte, que parafraseó el rey emérito en una de sus últimas cartas: “No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos”. Y en esas estaban los conejos cuando llegaron los perros.

IDEAL (La Cerradura), 20/02/2022

lunes, 14 de febrero de 2022

Alegría

Los recelos de la gente ante la nueva normalidad se revelan en las calles, donde todavía hay mayoría de mascarillas, aunque ya no tengamos la obligación de llevarlas en espacios exteriores. Tanto se nos ha recomendado su uso que nos cuesta desprendernos de este nuevo apéndice que nos permite escondernos y protegernos de encuentros desagradables. La gente prefiere ahora el anonimato, no saludar necesariamente aunque viva en una ciudad tan pequeña en la que cada calle es un barrio. Pero hay quien celebra el cambio con euforia, y con la cara descubierta te mira condescendientemente si continúas tapado hasta las orejas. No paran de sonreír, porque durante el tiempo que llevaban mascarilla han aprovechado para arreglarse la boca, y son miles los que propagan la buena nueva de la ortodoncia. Pero no sólo han hecho su agosto los dentistas. A pesar de la inflación, ya nos venden el resurgir de las relaciones sociales, económicas y políticas. ¡Viva la fiesta! El presidente Pedro Sánchez presume de que ya somos mileuristas, e incluso en el Ayuntamiento de Granada parece que se van a aprobar por fin los presupuestos municipales. Dicen las malas lenguas que el alcalde, Paco Cuenca, está feliz, porque podrá seguir con su campaña personal a cara descubierta. Como si fuera algo malo bailar una escena de “Cantando bajo la lluvia” cuando inaugura un parque en el Zaidín. ¡Saltemos entre los chorros de agua de la fuente! ¡Respiremos el aire puro de la nueva política! Una felicidad inmortalizada en una fotografía de Pepe Marín para IDEAL. La alegría de nuestros políticos es contagiosa, y no sólo seremos la cuna de la inteligencia artificial, sino que viajaremos por fin en Ave para desarrollar por todo el país un nuevo modelo productivo basado en el conocimiento nazarí. Lo mismo los vemos competir en la Copa del Rey de Baloncesto. Un partido entre grupos políticos estaría bien para dirimir conflictos sociales y personales. En la Carrera de la Virgen uno se va cruzando con jugadores que saltan y gritan antes de atacar el aro. Parece una escena de “Bolonia Boogie” (Anagrama), la última novela publicada por Justo Navarro, donde seguimos las investigaciones del comisario Polo, habitante de la Gran Granada: “When I say stop, don´t move, and when I say get it, every body mess around! Boogie-woogie!”. ¡A bailar todo el mundo! Son tiempos de alegría, aunque al quitarnos la mascarilla nos descubramos un poco más viejos y más miopes. ¿De verdad eres tú? Cómo nos gusta inaugurar obras públicas y ver bailar al alcalde.

IDEAL (La Cerradura), 13/02/2022

lunes, 7 de febrero de 2022

Festival

Pues se ve que el parlamento no está suficientemente ocupado con la aprobación de la reforma laboral, así que por iniciativa de Galicia en Común, CCOO, BNG y el PP va a participar también en la votación del Benidorm Fest, lo que es sin duda una cuestión muy democrática. Es la gran confusión que existe en este país sobre la soberanía popular. Se piensa que el sentir de los ciudadanos está por encima de las leyes, y la idea sirve para legitimar la independencia de Cataluña sin atenerse a un procedimiento constitucional o para que gane un concurso la canción que le ha gustado al 70% del público. Y vale también para trivializar la función del parlamento. Votamos en las elecciones, pero en muchos casos las decisiones de los diputados no suelen corresponderse con nuestros deseos. A una parte apreciable del pueblo no le gusta pagar impuestos, por ejemplo, pero el mismo pueblo los establece a través de sus representantes. Ahora un sindicato y tres grupos políticos no sólo se preocupan de que las decisiones legislativas del Congreso se ajusten a los deseos de sus votantes, sino que se deciden a defender valientemente los gustos musicales de los espectadores que siguen los festivales de la canción. ¡Alegría, se acerca Eurovisión! ¡Europe’s living a celebration! Ya veo a los diputados cantando y bailando en la puerta del Congreso. Los diez millones de espectadores que estuvieron atentos a quién representará a España en Eurovisión significan muchos votos, por lo que los partidos han encontrado un filón nuevo. Galicia en Común exigirá en la comisión de control de RTVE “hacer públicos los criterios de evaluación de la composición del jurado” y “la puntuación detallada de cada uno de ellos”. ¿Van a preguntar por la letra pequeña de la reforma laboral? ¿Discutirán sobre los criterios de reparto de la financiación autonómica? Si nos guiamos por los índices de audiencia, a Galicia le corresponde un 49,6% de cuota de pantalla. No sé, quizá las críticas por esta elección crucial de la canción española deberían trasladarse al sistema representativo. ¿Cambiamos el método D´Hont por la votación telefónica para asignar los escaños? CCOO ha pedido a RTVE “hacer públicas las actas de las votaciones y las incidencias registradas”. No me quiero ni imaginar el sexto grado que, en semanas de negociaciones sobre la reforma laboral, le habrán aplicado a Yolanda Díaz. Y al final, para aumentar la emoción, la reforma laboral ha salido adelante por el error en la votación de un diputado del PP. España es un festival.

IDEAL (La Cerradura), 6/02/2022