La
foto de Donald Trump con la cara ensangrentada, gritando “fight” y con la
bandera al fondo ha dado la vuelta al mundo, y ya nadie duda de que será el
próximo presidente de Estados Unidos. “Parece todo preparado”, han dicho
algunos, incómodos con la imagen de superhéroe del candidato republicano,
dispuesto a entrar en el universo Marvel y protagonizar la película “Civil War”
si no gana las elecciones. Al futuro vicepresidente, J.D. Vance, que veía a su
líder como un nuevo Hitler, no le preocupa Ucrania, sino China. Sin embargo, no
se le da suficiente importancia al hecho de que en aquel país se puedan comprar
rifles de asalto con los que tomarse la justicia por la mano y empezar,
efectivamente, una guerra personal. En España, donde sí se controla el acceso a
las armas de fuego, también tenemos nuestros símbolos políticos que escaparon
por poco de las balas golpistas. Adolfo Suárez y Santiago Carrillo fueron los
únicos que se mantuvieron en su escaño cuando el teniente coronel Antonio
Tejero irrumpió dando tiros en el Congreso de los Diputados. “¡Al suelo,
coño!”, gritó, pero sólo dos de los líderes que fraguaron la Transición y Manuel
Gutiérrez Mellado mantuvieron la dignidad del Parlamento. No han pasado tantos
años. De hecho, la política parece ejercerse desde las trincheras, como hemos
vuelto a ver esta semana en el mismo escenario. ¿No se puede debatir sobre la
libertad de expresión? Si es verdad que se quiere mejorar la calidad de la
democracia española, deberíamos empezar por sus señorías, que no saben
dialogar, sino repetir el mismo pobre discurso. Acostumbrados a tuitear e
insultar, se les ha olvidado hacer propuestas. No estamos contentos ni ganando
la Eurocopa. ¿Veremos un duelo entre Pedro Sánchez y Carvajal? ¡Qué poco nos
dura la alegría! Es lo que piensan los propietarios de pisos en Granada, que
ante el aviso de limitar el alquiler al turismo se han apresurado a pedir
licencias. ¿No éramos una ciudad cultural y universitaria? Por si las moscas,
la alcaldesa se ha ido a China para convertirnos en una referencia en el uso de
la inteligencia artificial. ¿Lograrán los “software” lo que no logró nuestra
mala cabeza? Espero que Donald Trump no se entere de las alianzas estratégicas
que Marifrán Carazo está fraguando con los chinos, pues, en vez de los
tiburones que se han visto últimamente, podríamos encontrarnos con submarinos
nucleares en las playas de Calahonda y La Mamola. Menos mal que, para
defendernos, tenemos en la arena a nuestros infantes empuñando pistolas de
agua.
IDEAL (La Cerradura), 21/07/2024