Lo de Pedro Sánchez y
Javier Milei resultaría cómico en otras circunstancias, pero es un síntoma de
la antipolítica que se nos impone, donde lo caricaturesco se convierte en
grotesco. Preocupados por el “trending topic”, a nuestros líderes parecen gustarles
las salidas de tono, insultar al contrario, directamente o utilizando el cuerpo
diplomático, pues se trata de crear bandos. En este contexto de odio artificial
y pensamiento menguante, los disidentes serán los ciudadanos que se atrevan a
pensar por sí mismos, y que serán acusados de equidistancia por no enrolarse en
ningún partido. Pero son los bandos los que causan los conflictos y las
guerras, pues cuando las circunstancias son complejas los demagogos tienden a
reducirlo todo a un “conmigo o contra mí”. De hecho, cansada del espectáculo,
una parte de la sociedad ha decidido apartarse del juego político, y ni
siquiera se molesta en ir a votar. Para reconducir la situación actual habría
que empezar por el lenguaje. No se trata de prohibir la libertad de expresión,
sino de suspender con nuestro voto a quien insulta o al que con su manera de
actuar insulta la inteligencia de los ciudadanos. Las ideas de Javier Milei
sobre acabar con las prestaciones sociales revelan un analfabetismo radical, y
eso que se trata del presidente de un país, Argentina, que ha dado a dos de los
escritores más influyentes de la literatura contemporánea, Jorge Luis Borges y
Julio Cortázar. Un país que ha acogido siempre con generosidad a los españoles,
la misma con la que en España se ha acogido a los argentinos, pues son naciones
hermanas, a pesar de sus dirigentes, situados a la izquierda y a la derecha de
un ring que sólo está en su cabeza. Puestos a dar espectáculo, podrían subirse
a un ring de verdad, con algunos de sus valedores en las esquinas. Óscar Puente
por el lado español, y quizá quiera pasarse Santiago Abascal al lado argentino.
Nada de hablar de la mujer de uno o de la afición a las drogas del otro. Mejor
decirse a lo Mike Tyson: “Las personas que te cruces cuando subas a la cima te
las puedes volver a cruzar cuando bajes al infierno”. Aunque me gusta más Muhammad
Ali: “La pelea se gana o pierde muy lejos de los testigos, tras las líneas, en
el gimnasio y en la carretera, antes de que baile bajo esas luces”. Aunque apuesto
a que Pedro Sánchez y Javier Milei preferirían decirse: “Soy rápido, soy guapo,
soy el mejor”. Qué gran ejemplo para ambos países.
IDEAL
(La Cerradura), 26/05/2024