domingo, 23 de febrero de 2020

Ventajas del comunismo


A pesar del Gobierno bicéfalo, no creo que en España se hubiera obedecido una orden de cuarentena que afecte a millones de personas, como ha ocurrido en China. Me imagino las protestas del vecino: “No me pierdo la semifinal de la copa del Granada ni aunque me pique un millón de Coronavirus”. Y es que las dictaduras pueden tener sus ventajas, y aquí importa poco el color político. “Con Franco vivíamos mejor”, se exclama todavía en algunos asilos. Pero hay a quien no le afectan los cambios políticos ni de régimen, como puede atestiguar la banca española, igualmente protegida en el franquismo que en la democracia. No así sus trabajadores, despedidos o prejubilados en la última recesión, mientas las arcas de sus patronos recibían una inyección económica a cargo de los presupuestos del Estado y los tributos de los ciudadanos. Igual que en China, claro, aunque allí no se andan con disimulos. ¿Elecciones? ¿Democracia? Las autoridades chinas tienen tan bien vigilados a sus ciudadanos que saben dónde se encuentran en cada momento, y les basta pulsar un botón para inmovilizarlos. En España y en el resto de Europa también, pero para controlar a la población los gobiernos se valen de los móviles, las compañías del sector tecnológico, el consumo y ese deseo irrefrenable que parece tener hoy día el ser humano de decir en las redes sociales dónde está, qué hace, qué opina o qué (ejem) piensa. Y a pesar de todo, gran parte de los medios españoles están empeñados en propagar el miedo al Gobierno y sus socios, que al parecer “son comunistas”. ¿Comunistas? Si lo fueran no serían ministros ni vivirían en chalés (quizá en mansiones, como los jerarcas chinos), ni tampoco ayudarían a una ministra venezolana a pasar a su embajada de contrabando veinte maletas con ¿leche en polvo? El discurso de la derecha española empieza a dar más pena que risa, a costa de la deriva ideológica y la desintegración del Estado. Lo saben bien en el País Vasco, que recibe más recursos y competencias en cada nueva legislatura gobierne quien gobierne, con apenas media docena de diputados. Ay, la bilateralidad, plasmada hace décadas a través del convenio navarro y el concierto vasco. Y ahí siguen, explotando con ahínco sus ganas de independencia. Pero el problema no es la supervivencia de la Seguridad Social, ni la educación ni la sanidad ni el resto de los servicios sociales. El problema es el comunismo. Menos mal que no vivimos en China. Entre rojos, todo son ventajas.
IDEAL (La Cerradura), 23/02/2020

lunes, 17 de febrero de 2020

Dobles y políticos


La política saca lo mejor y lo peor del ser humano. Vista desde fuera, parece un laboratorio en el que un demiurgo –las grandes corporaciones, un consejo de expresidentes mundiales, alguna inteligencia cósmica- moviese los hilos, porque en cuanto las personas se enredan en ella pierden la voluntad, olvidan su origen y la forma de pensar y la capacidad de tomar sus propias decisiones. Los matrimonios se deshacen, se alternan las parejas de hecho y las alianzas, pero hay algo que no cambia: la lógica del poder. Es la única regla válida para explicar lo que pasa. Que en Granada siga Luis Salvador como alcalde con el apoyo del PP, aunque su candidato a las últimas elecciones municipales, Sebastián Pérez, haya dejado la presidencia del partido y la aspiración a alternarse en la alcaldía, pero no su acta de concejal. O en el Gobierno de España, la deriva errática de Pedro Sánchez respecto a Podemos y al PP, a cuyo presidente, Pablo Casado, ha invitado al Palacio de la Moncloa, aunque hubiera dicho antes que con él no iba ni a tomar un café. Pero claro, lo mismo había dicho de Pablo Iglesias, y ahí lo tenemos como vicepresidente del Gobierno, estratega imprescindible para las negociaciones nacionales e internacionales, ya sea con los sindicatos, ERC o la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. ¿Cómo dormirán las parejas de Pedro Sánchez o de cualquiera de estos políticos veletas? Me las imagino aterrorizadas por las mañanas, pensando: “¿Cómo se levantará hoy?”; o “¿quién será hoy?” Y es que ya escribió Stevenson que el ser humano no era uno ni dos –con Jekyll y Hyde todavía nos apañábamos-, sino una multiplicidad de seres heterogéneos, por lo que resulta admirable que nuestras sociedades existan, que los diputados y senadores sigan acudiendo al Parlamento, que nos levantemos todos los días para trabajar como si nada. ¿Dedicar todas las fuerzas a la causa propia es lo mismo que hacerlo para el progreso de la comunidad? Escribía Robert Musil que en una colectividad todo camino conduce a un buen fin, si no se reflexiona y titubea demasiado. La meta está puesta a breve distancia, pero asimismo la vida es breve y la felicidad no depende tanto de lo que se desea, sino de lo que se alcanza. También decía que de un conjunto de individuos limitados puede resultar una especie genial. Así que, a pesar de los trastornos multipolares, quizá podamos mantener la esperanza de que la mejor de las personalidades políticas se imponga a las demás.
IDEAL (La Cerradura), 16/02/2020

lunes, 10 de febrero de 2020

Aeropuerto


En los aeropuertos todo es más grande: las cervezas, las facturas, los ingleses… Pero, en líneas generales, se está bien. Uno cree vivir en un mundo donde todo encaja, la gente que viene y va, los aviones que despegan y aterrizan, como si el destino fuera los paneles de horarios y puertas que jalonan el espacio. Sin embargo, en un aeropuerto la vida está suspendida, y las personas en tránsito. ¿Adónde van en realidad? ¿A Barcelona, a Madrid, a Granada? La única que lo sabe a ciencia cierta es una niña de nueve o diez años que va vestida de astronauta: zapatillas de plataforma, pantalones plateados, un anorak blanco, gafas oscuras como una escafandra y una gorra dorada. Se pasea como si estuviera en una pasarela, que es lo que a veces parece un aeropuerto, aunque no sepamos adónde nos lleva. También lo sabe Pedro Sánchez, que le ha ofrecido a Quim Torra un documento con cuarenta y cuatro medidas que suenan más a financiación autonómica que a independencia. ¿Quién de los dos es el que le está tomando el pelo al otro? ¿O son los dos? Como si me leyeran el pensamiento, los altavoces recomiendan prestar atención a los objetos personales y llaman a los despistados, que se quedaron atrapados entre dos puertas. ¿Estará por aquí el ministro Ábalos? ¿Seguirá hablando con la canciller venezolana? ¿Se habrá quedado a vivir esta mujer en el aeropuerto de Barajas? Me la imagino escondiéndose en los baños, comiendo en los bares, comprando ropa, tabaco y souvenirs que nunca podrá llevarse a Venezuela. “¡Que no, que no vuelvo!”, le gritará por teléfono a Nicolás Maduro, tentado también de quedar en un avión con un ministro español para escaparse luego y vivir en la zona internacional del aeropuerto, huyendo de dictaduras, bulos, versiones y malas noticias. ¿Son las personas como las mercancías? ¿Están sólo en tránsito hasta que atraviesan la aduana? Lo está esa familia que corre entre las mesas, tirando vasos y sillas y molestando al personal. ¿Cogerán por fin el avión? ¿Serán capaces de despertar de este sueño? Quizá no, y se queden entonces varados para siempre en este paraíso artificial creado para gastar dinero y matar el tiempo. Pero luego, lamentablemente, habrá un momento en que nos repongamos de tanta felicidad amnésica, cuando carecíamos de rumbo y de cuerpo, y debamos subirnos a un avión y viajar a nuestro destino para maldecir, una vez más, el día en que decidimos tener una sola vida y vivir en un solo lugar.
IDEAL (La Cerradura), 9/02/2020

lunes, 3 de febrero de 2020

Congestión


Granada es la vigésima ciudad española por número de habitantes, pero es la segunda más congestionada y la tercera más contaminada, sólo superada por Madrid y Barcelona, incomparables con la capital nazarí en población, extensión y riqueza. ¿Será que tenemos más coches que los que necesitamos o que nos sale humillo de la cabeza cada vez que el concejal del ramo niega la evidencia? A cierta hora, meterse en la circunvalación equivale a hacerlo en una ratonera, y si por cualquier motivo vírico la ciudad tuviera que ser evacuada no se salvaría ni el apuntador. Pero claro, Granada suele mirar hacia sí misma, y hay quien piensa que así estamos mucho mejor, aunque literalmente nos estemos asfixiando, y no sólo a nivel económico o político. Como si viviéramos en una saga mítica, nuestros políticos confían en que el cierre del anillo resuelva todos nuestros problemas, y ya me imagino a los Nazgul circulando alrededor de la ciudad, protegiendo al Señor Oscuro de Mordor. ¿O perseguían al portador del anillo? ¿Quién lo arrojará a las fraguas de la colina roja, donde fue forjado? ¡Ay, estos hobbits! Criaturas admirables que sólo piensan en llenar el estómago. Resistentes y animosas, aunque nos tengan hastiados de precuelas y secuelas. Que si la Junta y el Ayuntamiento. Que si el Gobierno y la oposición, que si el PP y el PSOE. Parece que se intercambian el discurso, según se encuentren a un lado u otro de la barrera. Mientras, los ciudadanos van ahogándose, respirando contaminación mientras dan vueltas por el laberinto de carreteras que rodean la ciudad para salir y para entrar, por lo que buena parte hace lo posible por no moverse del sitio o del sillón. ¿Por dónde andará Frodo? ¿Lo acompañará Sam? Entre los frikis del Señor de los Anillos se discute si los Nazgul tienen o no un cuerpo físico, a fin de cuentas eran reyes de los hombres captados por el mal y convertidos en espectros. Si es que te dan un anillo y mira lo que pasa, o te transformas en Gollum o en uno de los conductores negros (de los servidores de Mordor, ya se entiende) por el tráfico o la contaminación. A no ser que, según las cifras del Gobierno o del Ayuntamiento, te hayas convertido en algo peor: un modelo social gruñón y amargado antes de subirse a un coche o engrosar una estadística. Por si las moscas, tendremos que quedarnos en casa y hacernos unos cuantos lavados nasales. Dicen que eliminan todas las secreciones. Incluso las políticas.
IDEAL (La Cerradura), 2/02/2020