Si con el nuevo año recuperamos la cordura, quizá seamos capaces de
solucionar el problema regional español con la misma alegría con que Asquerosa
pasó a llamarse Valderrubio, se convirtió en Entidad Local Autónoma y ahora en
el flamante municipio ciento sesenta y nueve de la provincia de Granada y
setecientos setenta y dos de Andalucía. La alcaldesa del nuevo ayuntamiento,
Francisca Blanco, ha dicho que el pleno lo conformarán once grupos políticos,
lo que no es óbice para que en Valderrubio lleven tan a gala el nombre de
García Lorca como trabajar durante décadas para lograr su autonomía
administrativa. Porque ésa es la cuestión, el contenido de un concepto que
algunos confunden con impunidad política. ¿No basta con una administración
cercana al ciudadano donde sus representantes han sido elegidos
democráticamente? ¿No existe ya, de hecho, en España, una parcelación de los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial? La autonomía política no requiere de
conceptos como país, estado, nacionalidad o nación para ejercerse
efectivamente, y lo cierto es que, al margen de un debate meramente teórico, el
Estado autonómico se diferencia poco en su funcionamiento del Estado federal.
Tal vez lo que debería preocuparnos es que la existencia de tantas administraciones
territoriales sólo haya contribuido a que el índice de percepción de la
corrupción en nuestro país sea comparable al de Siria, y no a que los
ciudadanos, independientemente del municipio o la región donde habiten, tengan
mejor nivel de vida. Los datos provienen de Alemania, como es costumbre, pero,
para variar, no proceden del Bundesbank, sino de la ONG Transparencia
Internacional. En Siria hay una guerra civil, y en España la hay en cierto
modo, aunque sea mucho más sutil que la que sufrieron nuestros abuelos y
bisabuelos. Porque como entonces hay víctimas, exiliados y mucha miseria,
aunque las armas que se utilizan se parezcan más a una calculadora, una carta
de despido u otra triste estadística. Y, en ese sentido, quizá nos anime saber
que España, a nivel de corrupción, se sitúa por detrás de Brunei y Polonia, y
justo delante de Cabo Verde. Si yo fuera Marino Rajoy, cogería los cuernos del
toro y le propondría a Artur Mas constituir la nueva República de Estados
Españoles (Alemanes y Europeos, otrora Reino de España). Pero que dejen de
tocarnos el bolsillo y las narices a los ciudadanos madrileños, catalanes,
vascos, gallegos o andaluces. Porque España se ve hoy día un poquito asquerosa.
Con todos mis respetos a Valderrubio y a sus hijos adoptivos, como Federico
García Lorca.
IDEAL (La Cerradura), 29/12/2013